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Grandes y nuevas Alamedas

Grandes y nuevas Alamedas Este 11 deseptiembre se conmemoran cuatro décadas de la asonada golpista que derrocó yasesinó al gobierno de la Unidad Popular en Chile, encabezado por su PresidenteConstitucional, Dr. Salvador Allende. La orgía de sangre orquestada por laAgencia Central de Inteligencia de Estados Unidos durante la presidencia deRichard Nixon con el contubernio de la International Telephone and TelegraphCompany (ITT) y sectores ultraderechistas nacionales, sumió al paíssudamericano en un baño de sangre y echó por tierra las legítimas aspiracionesde una ciudadanía anhelante de transformaciones sociales progresistas.  Una vez más lasfuerzas contrarias a la soberanía y el progreso de América Latina conculcaronotro anhelo emancipador, éste por la vía electoral y de acuerdo con las reglasdel juego de la democracia representativa. La razón es que el desarrollo – nisiquiera por la vía capitalista – les había sido permitido a los paísessubdesarrollados, para así condenarlos para siempre a la simple condición deexportadores de materias primas y consumidores de las mercaderías provenientesdel mundo altamente industrializado. Únicamente algunos tipos de inversionesforáneas, como el caso de las maquiladoras industriales transnacionales, comoalternativa de mano de obra barata y segura presencia en los mercados internos. El 11 deseptiembre de 1973 conmovió a todo el continente latinoamericano. Bajo el signode la represión y la muerte se ponía fin a una alternativa de cambio social.Una historia repetida al estilo del derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemalaen 1954; la invasión a República Dominicana en 1965; la frustración demovimientos cívico-militares como el del Gral. Juan Velasco Alvarado en Perú(1968) y el del boliviano Juan José Torres derrocado en 1971 y asesinado cincoaños más tarde. Sumemos las dictaduras militares en Uruguay, Argentina yBrasil, así como los muy extraños y misteriosos “accidentes” aéreos en 1981 deJaime Roldós Aguilera y Omar Torrijos Herrera, presidentes progresistasrespectivamente de Ecuador y Panamá. Amargas historias repetidas en versionesmás o menos parecidas para una América Latina que sangra desde hace siglos por susvenas abiertas; pero la historia provee también enseñanzas sus lecciones.  Hace 40 años, aescasas horas antes de inmolarse en cumplimiento de su deber como PresidenteConstitucional de Chile, Salvador  Allendevaticinó…”La historia no se detiene nicon la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este esun momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será delpueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de unavida mejor”. Una firme convicción de líder cuando exactamente a las 9:10 dela mañana llegara a expresar: “...Tienenla fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales nicon el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Han transcurrido cuatrodécadas y millones de chilenos y latinoamericanos no han podido borrar de surecuerdo las pesadillas de las dictaduras militares y su secuela de crímenes, perocomo expresara el Presidente Salvador Allende: …”La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, y Nuestra Américaprotagoniza hoy la alborada de su independencia definitiva. Venezuela, Bolivia,Nicaragua, Ecuador, Brasil, Uruguay, el propio Chile, ya no son los mismos queayer. Un despertar de soberanía nacional e integración regional se abrió paso yse fortalece. El inolvidablePresidente de Chile Salvador Allende adelantó para su país lo que sería unrenacer de nuestros pueblos en la conquista de su emancipación: “…Sigan ustedes sabiendo que, mucho mástemprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase elhombre libre, para construir una sociedad mejor”. Las grandesalamedas se abrieron definitivamente para toda América Latina en su andar gigantede pueblos libres. Un futuro mejor, justo, emancipado y sustentable avanza porgrandes y nuevas alamedas. A cuarenta años de aquel episodio triste ysangriento no existe mayor tributo de recordación para Salvador Allende y suscompatriotas caídos que éste.

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