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Manifiesto de Montecristi: principios y visión

Manifiesto de Montecristi: principios y visión Corría el mes de abril de 1894 cuando José Martí y Máximo Gómez se reunieron en Nueva York ante la necesidad de precipitar los preparativos para la Guerra Necesaria. Posteriormente, el Apóstol de nuestra Independencia emprendió una gira por varias naciones latinoamericanas con el propósito de obtener más recursos para el empeño libertario.

Al siguiente año, en enero de 1895, una delación abortó la expedición de tres barcos con pertrechos de guerra que zarparían del puerto de la Fernandina en el Estado de la Florida; aquello, a pesar de haber constituido un serio revés para la campaña, no impidió que a finales del mismo mes el propio Martí firmase la orden de alzamiento en la isla, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano.

Cuando se iniciaron las hostilidades el 24 de febrero de 1895 Martí se encontraba en República Dominicana donde residía el Generalísimo, y juntos firman lo que la historia reconoce hoy como el Manifiesto de Montecristi, extensa y profunda proclama dirigida al pueblo de Cuba, la cual destaca las razones de la guerra por la independencia, así como importantes lineamientos para la Cuba futura.

Aquel Manifiesto fue firmado por ambos patriotas – en representación respectiva de los poderes civil y militar – en la localidad dominicana de Montecristi, en medio de una sencilla ceremonia en la casa de Máximo Gómez.

Es imprescindible la lectura y estudio de este importantísimo documento de nuestra historia patria para comprender toda la dimensión del propósito independentista iniciado en el último lustro del siglo XIX; en primer lugar, su carácter eminentemente revolucionario como experiencia de los descalabros que dieron al traste con la campaña de 1868, así como de la realidad posterior a la independencia de las hermanas repúblicas latinoamericanas, que en buena parte por regionalismos y divisiones implantados desde el anterior estatus colonial impidieron la unidad regional y la concepción republicana del ideal libertario.

El Manifiesto de Montecristi patentiza una causa en plena madurez liderada por un solo Partido unificador de ideales y voluntades; exhibe la guerra como una situación que forma parte de una realidad mayor: como un medio y no como un fin; proscribe rotundamente de su perspectiva cualquier sentimiento de odio o venganza. Constituye en sí un llamado a la concordia nacional, a la hermandad entre los pueblos del continente y a la más absoluta redención nacional. Deja en claro que la guerra no es contra el español neutral u honrado, ni contra España, sino contra el gobierno español que mantiene a Cuba en la esclavitud; contra la discriminación e inferiorización racial de los negros; por el establecimiento de una república democrática, y por la confraternidad y amistad entre los pueblos de América Latina y el Caribe, principio patentizado cuando se expresa que "... cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo."

Martí, Gómez y los patriotas del 95 tuvieron clara la misión de aquella Guerra Necesaria "...de fusión sublime, y en las prácticas modernas del gobierno y el trabajo, para salvar la patria desde su raíz de los desacomodos y tanteos, necesarios al principio de siglo, sin comunicaciones y sin preparación en las repúblicas feudales o teóricas de Hispano-América."

La Cuba por venir, aún distante en aquel entonces de la realidad, se perfiló plenamente proclamando "...una guerra digna del respeto de sus enemigos y el apoyo de los pueblos, por su rígido concepto del derecho del hombre, y su aborrecimiento de la venganza estéril y la devastación inútil".

A las cubanas y cubanos de hoy nos asiste el derecho de apropiarnos con sano orgullo cada letra del Manifiesto de Montecristi. Como hace 120 años sigue siendo parte imprescindible de esa luz larga con que a diario andamos nuestro camino nacional y solidario con América Latina, el Caribe y el mundo. Si se quiere conocer nuestra postura de hoy, en ese valioso Manifiesto reside su origen. Ahí estamos, esos somos.

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