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25 de Mayo: Día Mundial de África

25 de Mayo: Día Mundial de África Desde 1963 cada 25 de mayo se celebra el Día Mundial de África. Hace hoy 52 años, 32 líderes de estados africanos reunidos en Addis Abeba, capital de Etiopía, tras la disolución de la Unión de Estados Africanos, constituyeron lo que hoy es la Unión Africana, que en un principio se denominó Organización de la Unidad Africana. El acontecimiento marcó un punto de giro en la historia del continente; comenzó con él una historia concebida bajo el signo de la diversidad nacional, de culturas y sociedades.

A poco más de medio siglo, el ideal panafricano sigue siendo un sueño. Las causas de esto radican en el subdesarrollo desigual exportado allí por las viejas potencias europeas a sus antiguas colonias, la penetración de las transnacionales capitalistas y la desigualdad impuesta dentro de cada etnia y nación. Durante siglos África fue la fuente de materias primas y fuerza de trabajo esclava. Jamás pueblo alguno – al sur del Sahara – sufrió tanto desgarramiento humano y afectivo como un gravamen más, inhumano y cruel, al ya en demasía soportado por la presencia colonial y neocolonial.

Resulta paradójico admitir que el continente más rico del planeta sea también el más pobre y humillado. Con las riquezas que se le arrebataron se construyeron palacios y rascacielos; escasas familias acaudaladas rebosaron sus arcas, y encima de ello los nacionales africanos resultaron discriminados en su propia tierra como nadie lo hubo sido jamás.

En el aspecto cultural el mundo le debe mucho al África. En la cuenca hidrográfica del Tigris y el Éufrates reposa el comienzo de la historia humana. Desde allí el homo sapiens se extendió por el mundo, reproduciéndose y diversificándose. África es cuna de las tres grandes religiones monoteístas, y sin el menor escrúpulo los grandes intereses del capital internacional las utilizan para enfrentar entre sí a su gente.

Si hace siglos África fue la principal fuente de trabajo esclavo y materias primas, hoy su región septentrional es la principal víctima de discordias inducidas para mantener la división interna y hacer más fácil la penetración foránea.

Luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, y con la debilitación de las viejas potencias coloniales de Europa, se desarrollaron los movimientos de liberación nacional que dieron al traste con muchos estatus coloniales, tanto en la zona septentrional como meridional del continente. En algunos casos surgieron gobiernos de corte progresista; en otros se sustituyó un yugo por otro más sutil, pero no menos implacable.

En la década de los 70s del siglo XX países como Angola y Etiopía vencieron – el colonialismo uno, el sojuzgamiento imperial entreguista otro – y con la presencia internacionalista cubana se coadyuvó a su consolidación; con una elevada cuota de sacrificio se alcanzó la independencia de Namibia y Zimbaue, y finalmente se dio al traste con el ominoso estado de apartheid impuesto en Sudáfrica.

A pesar de tantos avances en materia de soberanía nacional, al continente africano le queda un largo camino a recorrer, ahora que es independiente; sus diferencias étnicas y culturales necesitan transformarse en factores de unidad, en lugar de manzanas de la discordia. Es un camino difícil, pero posible. Puede que mientras más difícil parezca, más imperioso y necesario sea que se materialice la unidad africana desde su diversidad, no vista como contradicción sino como riqueza que todos deben apreciar, en primer lugar los propios africanos.

Como antes en los momentos difíciles durante las luchas por la liberación nacional, cuando sangre cubana fertilizó tierras argelina, congoleña, angolana, etíope y de otras naciones, hoy en la paz el internacionalismo cubano está presto y atento, con una mano amiga extendida para el acompañamiento en el desarrollo de la salud, la educación, los deportes y muchas ramas de la colaboración económica y cultural.

El 25 de mayo, Día Mundial de África, invita a la reflexión y a que todos los pueblos del mundo reconozcamos que nuestra identidad cultural y nuestra propia sangre son portadoras de un significativo componente africano, que la sensatez y el sentido de justicia impiden obviar. La celebración es de todos; el compromiso, también. De alguna manera todos somos África y estamos en deuda con ella.

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