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Simón Bolívar, un ideario en marcha

Simón Bolívar, un ideario en marcha

El 24 de julio de 1783, en una casona ubicada en el caraqueño solar de San Jacinto, María de la Concepción Palacios y Blanco, mujer fina y sensible de origen muy distinguido dio a luz al cuarto hijo de su matrimonio con Juan Vicente Bolívar Ponte-Palacios, a quien pusieron por nombre Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Aquel recién nacido se convertiría a la vuelta del tiempo en Simón Bolívar, El Libertador de Nuestra América.


Del escritor y político venezolano Andrés Bello, así como del filósofo y educador Simón Rodríguez, recibió el pequeño Simón José Antonio lecciones que contribuyeron en grado elevado a la formación de su personalidad. Lentamente, al paso del tiempo, Caracas primero y luego Europa perfilaron la formación del joven que llegó al viejo continente a la edad de 19 años tras cursar estudios militares y con graduación como oficial. Desde aquellos momentos ya pensaba en la independencia de su Patria y de todos los territorios que ocupaban a la sazón el virreinato de la Nueva Granada. En Londres se entrevistó con Francisco de Miranda, El Precursor, y decidió emprender regreso a la tierra que le había visto nacer.


El 25 de julio de 1812, un día después de haber cumplido 29 años, publicó la Memoria a los ciudadanos de Nueva Granada, documento que exhortaba a sus compatriotas a acompañarlo en la lucha por la emancipación de Venezuela. Bordeando todo el río Magdalena hizo retroceder a las hordas coloniales, y el 6 de agosto de 1813 llegó triunfal a Caracas habiendo dejado a su paso un puñado de ciudades liberadas.


Toda la historia de Simón Bolívar estuvo matizada por triunfos y reveses; incomprensiones de su propia gente y las mil y una dificultades. Fue Bolívar de esos hombres que, al decir del Apóstol: “cual monstruo de crímenes cargados, todo el que lleva luz se queda solo”. (1)

El camino hacia la independencia total no era ni ha sido nada fácil, él lo supo siempre; lo sabemos hoy todos los latinoamericanos. La Patria Grande ha tenido que enfrentarse a pretensiones imperiales que, junto con el lastre de un colonialismo divisor y respaldado por terratenientes y oligarcas, hadado lugar a un trayecto tortuoso de avances y retrocesos. Sabemos que las causas de los pueblos – por justas que sean – no poseen, necesariamente, una linealidad continuada y progresiva; ha sido preciso andar cuesta arriba, rectificando continuamente cada nuevo paso y muchas veces volviendo una y otra vez a comenzar.


La vida y la historia de Simón Bolívar, el inspirador de todas las causas nobles de Nuestra América, nos legó esa experiencia. De ella bebió Martí, quien en su relato Tres héroes publicado en el primer número de la revista La Edad de Oro, escribió: “…porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar y a todos los que pelearon como él porque la América fuese del hombre americano.” Ese precepto martiano lo han seguido muchos más que heredaron el ideal de lucha del Libertador; lo siguió nuestro líder histórico Fidel Castro desde los primeros momentos al proclamar el carácter latinoamericanista de la Revolución Cubana, y también el Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías liderando la Revolución Bolivariana en la propia tierra que vio nacer al Libertador.


Si entre muchas una gran virtud destaca en el pensamiento bolivariano es su autoctonía. Leamos el discurso pronunciado por Martí el 28 de octubre de 1893 en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, conmemorando el aniversario 17 de la inhumación de los restos del Libertador en el Panteón Nacional de Venezuela. Entonces Martí afirmó: “La independencia de América venía de un siglo atrás sangrando; ¡ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América, sino de sí misma!”. De esa forma prosigue todo este continente su andar hacia la soberanía definitiva.


En el siglo XXI nacieron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA-TCP y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC; organizaciones encaminadas a la integración económica, cultural y al ejercicio soberano y plural de una e indivisible patria grande que corre del río Bravo hasta Tierra del Fuego, incluyendo al Caribe insular. A 233 años del nacimiento del Libertador, sigue Nuestra América su andar para sacudirse definitivamente las cadenas que por siglos la han amordazado.
A lo largo de estos más de dos siglos del nacimiento de Simón Bolívar, su estrella nos sigue guiando y decimos con Martí como en aquella velada memorable: “¡Así, de hijo en hijo, mientras la América viva, el eco de su nombre resonará en lo más viril y honrado de nuestras entrañas!”.  


Poema “Yugo y Estrella”, José Martí, Versos Libres.

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