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En el Bicentenario del Padre de la Patria

En el Bicentenario del Padre de la Patria

El 18 de abril de 1819, en el pueblito de Bayamo, al matrimonio formado por Manuel Hilario y Francisca les nació su primer hijo al que pusieron por nombre Carlos Manuel Perfecto del Carmen Céspedes y López del Castillo. Para todos nosotros hoy, el Padre de la Patria.

 Abogado de profesión, poeta por vocación, patriota por amor y convicción de que Cuba no podía seguir siendo colonia de España, porque el suelo que lo vio nacer constituía ya una nación con identidad propia y reclamaba su lugar entre las naciones independientes. Desde entonces éramos un país ajeno a España; prueba de ello el trato discriminatorio dado por la metrópoli a los nacidos en esta tierra; el ánimo resuelto de que cubanos son también aquellos cuyos antepasados fueron traídos como esclavos a trabajar en las plantaciones, y sometidos a las más degradantes y crueles humillaciones.

 Al dar el Grito de la Demajagua, Céspedes contaba la edad de cuarenta y nueve años. Desde tiempo antes ya era vigilado y perseguido por las hordas coloniales, conocedoras de sus ideales independentistas. Lo revelaba su forma de expresarse con pensamiento cubano, sus relaciones con hombres y mujeres de ideología afín, el vínculo familiar y de identidad que lo unió al también poeta José Fornaris. Poco más de treinta años contaba Carlos Manuel cuando poéticamente concluyera un poema dedicado a Fornaris con esta estrofa: “En nuestra obra te brindamos parte: / en mejorar la humanidad trabaja. / Para todos el sol su luz reparte, / no a la virtud la oscuridad rebaja, / paga a los hombres tu dolor, amando; / yo tu dolor aliviaré cantando”.

Le correspondió iniciar la Revolución, la única del 68 al 59, la que acabó de celebrar sus primeros 150 años y que sigue perfeccionando a la patria libre, la que nuestros antepasados soñaron y que ahora, como continuidad histórica seguimos haciendo.

 La Revolución independentista y transformadora que comenzó con Céspedes, continuó Martí y culminó Fidel. Revolución única que ha tenido su manifestación propia en cada momento histórico, y que desde su unicidad es por siempre indivisible y eterna.

 Nuestra obra de hoy es la continuidad de la iniciada por el Padre de la Patria y que ha transitado ya siglo y medio de existencia. La de nuestros antepasados venerados que nos legaron alma de gladiadores para pelear con denuedo contra fieras, gigantes y demonios. Nada tan enaltecedor y virtuoso que honrar así a nuestro Carlos Manuel de Céspedes en su doscientos cumpleaños.

 Recordarlo, celebrarlo y amar su memoria con la triunfal Revolución de la Patria; ésta a la cual consagramos nuestras vidas seguros de que, a pesar de sangre y reveses ayer; amenaza y carencias hoy, con ella, por ella y para ella, ¡seguimos venciendo!

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