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5 de junio: Día Mundial del Medioambiente

5 de junio: Día Mundial del Medioambiente

Desde 1973, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante su Resolución XXVII. El Acuerdo se adoptó en diciembre de 1972 durante la Conferencia que tuvo como sede a Estocolmo para tratar precisamente ese tema. Significa que hace ni más ni menos 37 años que todas las naciones del orbe tienen este día para recordarse a sí mismas, unas a otras y en conjunto, acerca de la necesidad de salvar este planeta que desde fecha ya lejana sufre los embates de la depredación humana.
El término medioambiente siempre ha despertado mi curiosidad; primero, lo confieso, desde el punto de vista idiomático, particularmente a partir del castellano. Ciertamente es redundante, ya que al acudir al Diccionario de la Real Academia encontré, entre sus varias y respectivas acepciones, lo siguiente:

-    MEDIO: Conjunto de circunstancias o condiciones exteriores a un ser vivo que influyen en su desarrollo y en sus actividades.

-    AMBIENTE: Aire o atmósfera.  Condiciones o circunstancias físicas, sociales, económicas, etc., de un lugar, de una reunión, de una colectividad o de una época.

Está claro que son dos términos de significado idéntico, muy al contrario de la terminología inglesa “environment”, ¡muy curioso!, referido al “ambiente natural”. Parece que quienes hablamos el castellano, por lo redundante de la propia expresión, mostramos mayor preocupación por el desastre que sufre la naturaleza, mucho más que quienes se comunican en otras lenguas.
Es lamentable que quienes más responsabilidad tienen – no sólo con la conservación, sino con la contención del desastre – son aquellos que a pesar de mencionar la fecha o pronunciar algo, ignoren la urgencia durante los restantes 364 días. Esto se parece al Cumpleaños de mamá o papá cuando se les hace un regalo, se les da una tarjetica y un beso, y todo el resto del tiempo se olvidan de que existen y que, más que por un día, todo el tiempo, ellos necesitan no de los regalitos, sino del apoyo cotidiano y la comunicación afectiva.
La triste realidad de la Cumbre de Copenhague es un ejemplo, y sólo motivo para el optimismo y la acción lo es la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra convocada por el Presidente boliviano Evo Morales.
¿Cuál es el saldo actual de la crisis medioambiental? Aceleramiento galopante de las temperaturas en el mundo; descongelamiento de los casquetes polares y la consiguiente amenaza de extinción de los osos polares, entre otras especies animales de ese entorno; aumento de la abertura de la capa de ozono; grandes sequías que contrastan con inundaciones y aludes; desenfrenado saqueo de las profundidades terrestres y marinas que provocan bruscos movimientos en las capas tectónicas, causas de los devastadores y repetidos terremotos; deforestación que tiende a dejar sin pulmones naturales al planeta; incremento en el número de huracanes por el calentamiento de la superficie marina; derrames de petróleo como el del Golfo de México que arrasa con la flora y la fauna marina autóctona, al tiempo que contamina a las que sobreviven, y que luego serán consumidas por los seres humanos; luz verde a la continuidad en la emisión de gases de efecto invernadero desde las grandes industrias con sus cargas de arsénico, plomo y amoníaco que serán respirados por toda la diversidad viviente del planeta; explosiones continuadas en los territorios en conflicto bélico, y así tantas y tan deprimentes realidades que inducen a concluir que si en un tiempo urgentemente corto no se les pone coto, la vida planetaria pudiera terminar, lo mismo por extinción gradual acelerada como por una implosión repentina. Eso sin descontar las amenazas de nuevos conflictos y del posible uso “limitado” de la mortífera arma nuclear.
La conservación de lo que queda está comprometida, está sometida cada vez con más fuerza a la capacidad industrial del primer mundo. Las grandes industrias y los más poderosos intereses globales son los responsables de que el planeta sobreviva y que a largo plazo se restablezca; aunque, terriblemente, una vez extinguidas muchas especies, gran parte de los daños serán irreversibles.
Confiemos en que finalmente se impongan sensatez, cordura y sentido común. Este 5 de junio, Día Mundial del Medioambiente, bien sirve para pensar y de hecho accionar en tal sentido. Y a propósito del término “medioambiente” ¡que valga la redundancia!

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