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El Moncada y nuestra cotidianidad

El Moncada y nuestra cotidianidad

Este 26 de julio celebramos 61 años de los asaltos a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Hace seis décadas Cuba volvió a levantarse en armas para completar su guerra de liberación; no solo contra la tiranía de Fulgencio Batista, también contra el hegemonismo extranjero y el dominio de la gran oligarquía nacional que engullían las riquezas del país, cerrando el paso a una distribución equitativa en favor de la gran mayoría de los cubanos y cubanas. Hace seis décadas Cuba padecía una realidad marcada por un elevado índice de desempleo, analfabetismo, deficiencia en los escasos servicios de salud existentes, prostitución institucionalizada, crímenes políticos, delincuencia y otras lacras que mancillaban la dignidad nacional. Fue la Generación del Centenario quien tuvo sobre sus hombros el despertar de todo un pueblo para conquistar y forjar una Patria independiente y decorosa. Aquellas jornadas de sacrificio extremo son y serán inolvidables para quienes reconocemos que la memoria histórica es piedra angular para jamás perder lo que con tanta sangre generosa fue conquistado. Hoy todo es diferente a como hace sesenta y un años. La Revolución en su devenir ha transitado por otras etapas y momentos no menos heroicos que el Moncada demostrando su fortaleza y voluntad irrenunciables de mantenerse consecuente con los principios que la inspiraron aquel día. La Revolución Cubana ha sobrevivido a los avatares de un mundo globalizado, y lo ha conseguido porque el proceso de nuestro país nunca fue resultado de un nuevo reparto del mundo posbélico ni de una ocupación en el entonces mundo bipolar, y sí fruto de una transformación autóctona de honda raíz popular. Ese es el gran secreto, la respuesta sencilla y clara a una pregunta que algunos todavía se hacen con no poca perplejidad y asombro. Es la autenticidad de un proceso político, económico y social que incorpora a la inmensa mayoría de sus ciudadanos y ciudadanas en condición de protagonistas activos, lo que los hace invencibles. No por ello en las actuales circunstancias podemos llamarnos al acomodamiento ni a un relajamiento complaciente. El mundo de hoy muestra sus retos; conocerlos, afrontarlos y adaptarlos a nuestra propia realidad también exige una heroicidad semejante a la del 26 de julio de 1953; esta vez sin armas de fuego y sí con las armas de la sabiduría, las ideas y la experiencia acumulada durante años. Cuba trabaja en su proceso de actualización económica que, invariablemente, conlleva la aparición de nuevas formas de pequeña y mediana propiedad perfectamente compatibles con el proyecto socialista; es más, estas nuevas formas constituirán, junto con la propiedad social, garantes de un socialismo próspero y sostenible. Contrario a lo que algunos piensan y comentan, la actualización económica no significa por concepto alguno el regreso al sistema capitalista, basado en la explotación; a los privilegios de una pequeña clase o casta sobre la inmensa mayoría del pueblo. Las formas elementales de pequeña y mediana propiedad ya existían antes de la aparición del capitalismo y de su forma más cruel e inhumana: el neoliberalismo. El proceso de actualización marcha de modo dinámico y prudente; así será posible corregir a tiempo cualquier error inherente a la naturaleza humana. En el plano ético las circunstancias reclaman, además, la observancia de cada medida y comportamiento. La vida enseña que en cualquier momento histórico no escasean elementos oportunistas y distorsionadores prestos a aprovechar ciertas coyunturas en beneficio propio, actitud diametralmente opuesta a los principios inspiradores de nuestras transformaciones. En su diario quehacer la Revolución evoca la heroicidad de los combatientes y mártires del Moncada, una hazaña que hoy se traduce en la más firme voluntad, unida a la consecuencia con los principios y una mentalidad nueva. Como toda transformación adentro, esta tiene sus significantes externos partir de una nueva forma de relacionarnos con el mundo, principalmente con los países hermanos del hemisferio y con economías que emergen y se muestran dispuestas a invertir en el país de forma constructiva y mutuamente ventajosa. De esas nuevas economías es saludable referirnos a las del grupo BRICS, reunidas recientemente en Fortaleza, Brasil, quienes en su Declaración “…proponen una mayor coordinación macroeconómica entre las principales economías, en particular en el G-20, como un factor fundamental para el fortalecimiento de las perspectivas de una recuperación efectiva y sostenible en todo el mundo.” (1)

De dicha Cumbre surgió la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo, así como “…la firma de un Tratado para el establecimiento de un Fondo Común de Reservas de Divisas para situaciones de contingencia, con un tamaño inicial de 100 mil millones de dólares”. (2)

Afines con una ética consecuente, las naciones pertenecientes al grupo de los BRICS “Reiteraron su condena del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, dondequiera que ocurra; y expresaron preocupación por la continua amenaza del terrorismo y el extremismo en Siria, a la vez que llamaron a todas las partes sirias a que se comprometan a poner fin a los actos terroristas perpetrados por Al-Qaeda, sus afiliados y otras organizaciones terroristas”. (3)

Junto con la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el Mercosur y la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el surgimiento y la buena voluntad de los miembros del grupo de los BRICS abre las puertas para el surgimiento y consolidación de nuevas inversiones, así como a un intercambio sentado en principios de respeto a la soberanía de cada país, relación que sustituye al corroído intercambio desigual impuesto hegemónicamente por siglos a los países menos desarrollados. El grupo de los BRICS, liderado por Rusia y China, echa abajo la amenazante unipolaridad económica y geopolítica para abrir espacios y oportunidades a los países que soberanamente emprenden sus modelos respectivos de desarrollo. Nuestro país es uno de ellos. Las transformaciones económicas en el aspecto interno están signadas por otras no menos importantes en las reglas del juego de nuestros intercambios comerciales e inversiones. Ambas – internas y externas – requieren sabiduría, patriotismo, amor y sentido de la responsabilidad ante el presente y el futuro. Ambas reclaman una heroicidad que se caracteriza por la sabiduría y la ética; es esta la forma que el Moncada asume a 61 años de su realización. Desde esta nueva realidad histórica, asumida con sentido de la hora actual es como el Moncada, sus mártires y combatientes heroicos se hacen presentes en nuestra cotidianidad.

(1) Es hora de conocer un poco más la realidad. Fidel Castro, 22 de julio del 2014, 5:27:41 CDT, http://www.juventudrebelde.cu/especiales/fidel-castro/reflexiones/2014-07-22/es-hora-de-conocer-un-poco-mas-la-realidad/

(2) Ídem.

(3) Ídem.

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