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Baraguá: Cuando se rompió el corojo

Baraguá: Cuando se rompió el corojo Fue el quince de marzo, hace ya 137 años. El General Antonio se enfrentó al adversario español Arsenio Martínez Campos, para manifestar su inconformidad con el Pacto del Zanjón. El egregio cubano levantó la voz y en ella iba la magna razón de toda una naciente nación resuelta a rechazar cualquier tipo de mediatización o yugo por sutil que fuera. Aquel gesto del Titán de Bronce manifestado en los Mangos de Baraguá en 1878 nos acompaña desde entonces en cada una de nuestras campañas militares y civiles. Con él se puso de manifiesto hasta hoy la intransigencia revolucionaria; carácter y principios que marcan nuestra identidad.

Ha transcurrido más de un siglo, y desde entonces a la fecha las circunstancias nos han empujado a disímiles realidades que han puesto en juego nuestro destino como país; y en cada una de ellas nos acompaña la hidalguía de un Maceo renuente a claudicar. En aquel momento correspondió a él llevar en sí el decoro de muchos hombres, parafraseando el pensamiento del Apóstol. Hubo de enfrentarse el hijo menor de Mariana Grajales a las conductas acomodaticias, sietemesinas y ambivalentes de hombres que – por mediocridad, inmadurez o insensato cansancio – preferían abandonar las armas en pro de la independencia, para pacer como ovejas en el redil humillante del amo hispano.

Cuba se resumió en Maceo aquel día histórico y luego se multiplicó para siempre en cada cubana y cubano que ama la libertad, la soberanía y la independencia de su Patria. Tras la entrevista con Martínez Campos, las huestes mambisas anunciaron que otra vez se rompería el corojo, lo que equivale a decir que nuevamente se reiniciarían las hostilidades, la guerra por la emancipación. Aquel corojo sigue roto, ahí en cada momento que se precisa de él para advertir que somos indomables; que no aceptamos la domesticación ni la tutela acomodaticia de ninguna otra nación por poderosa que sea.

El corojo siguió rompiéndose en la Revolución del 30; en el Moncada; el Granma; la Sierra Maestra; la lucha clandestina. También se rompió en Playa Girón y sigue rompiéndose en las actuales circunstancias como garante de que nuestra soberanía no es objeto de negociación, y que toda relación de amistad – deseada por nuestro país como un principio – está y estará condicionada siempre al respeto a nuestra autodeterminación.

La realidad interna de Cuba es un asunto que corresponde únicamente a los cubanos. Así pensamos y vivimos desde Yara hasta Baraguá; desde el Moncada a Girón, y hasta hoy. El presente y el futuro de Cuba jamás serán negociables; constituyen patrimonio soberano de nuestro pueblo que como herencia irrenunciable conserva la dignidad del corojo.

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