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Zenaida Romeu, una noche esplendorosa al frente de la Orquesta Sinfónica de República Dominicana

Zenaida Romeu, una noche esplendorosa al frente de la Orquesta Sinfónica de República Dominicana

(Tomado de Diario Libre de Santo Domingo, por Alfonso Quiñones)

Tras una entrada alegre y brillante, con “Candide” (Bernstein) servida en su batuta, Zenaida Romeu, primera directora sinfónica de Cuba, enseñó en el primer escenario de República Dominicana -Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional- su estilo enérgico y lírico al frente de una orquesta sinfónica y su profundidad cultural.

“Candide” era el saludo jovial de quien ha innovado al incluir el desenfado y el desencartonamiento gestual, primero con el coro Cohesión y luego con su Camerata Romeu; y también con la imagen física, al proponerse llamar la atención en el Concierto oratorio que dirigió con Michel Legrand al piano y una gran orquesta con coro y varios de los más importantes músicos cubanos del jazz: cabello muy corto y tacones bien altos, con el logro del piropo de Legrand: “Zenaida tiene la maestría de simplificar lo complejo, de hacer fácil lo que es difícil. Estoy muy sorprendido por esta versión del Concierto oratorio, nunca antes dirigido de esa manera”.

El violinista Leonardo Mercado debutó como solista la noche del miércoles, dirigido por Romeu en el Concierto No.1 para violín y orquesta, de Sibelius. Si bien el comienzo fue algo inseguro, sobre todo en el primer movimiento (gestos como rascarse la cabeza en una ocasión lo delataban), ganó en seguridad tras el solo después del pasaje de los chelos y contrabajos. Al entrar las maderas y abrirse el diálogo a las cuerdas, el instrumento central se ahogaba. En el segundo movimiento fue tomando aire y firmeza, y ya el tercer movimiento logró salir airoso de un reto, quizás el mayor que ha tenido en su vida, demostrando su potencialidad como solista, su valentía artística y la necesidad de un instrumento mejor a la altura de retos similares. Ahora sólo falta fogueo y nuevos chances. Sin dudas una excelente política: dar espacio a los jóvenes solistas de la OSN.

La Sinfonía No. 5 de Shostakovich demanda un nivel de profundidad intelectual, capaz de transmitir la riqueza de sentimientos y los malabares que tuvo que hacer el compositor para enmascarar su verdadera intención, en épocas de represión despiadada y de sentirse perseguido por la oficialidad. Pintó una capa realista socialista tras una especie de mea culpa (como 30 años después haría en el Caribe el poeta Heberto Padilla), y debajo expuso esa gama de sensaciones y discursos, incluidos gritos y tristeza, que el pueblo quería expresar y supo encontrar en la obra. Rostropovich contó que la ovación del estreno en San Petersburgo duró unos 40 minutos.

Aquí la intensa y fiel ejecución de la OSN dirigida por Romeu no recibió tantos minutos de ovación, pero la agrupación sonó crecida, cohesionada y espléndida y la directora vino, dirigió y triunfó.

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