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Cuba Latino

¡Al machete! Cuando el acero se vistió de Patria

¡Al machete! Cuando el acero se vistió de Patria

Nunca antes el filo metálico vibró con tanta altura. El sol brillante del oriente cubano le confirió su lujo, y el  frescor de la manigua cubana se tornó ardoroso, al enardecerse en la bravura de la caballería mambisa.  Siglo y medio distan del  4 de noviembre de 1868. Aquel día el machete cubano entró en la historia. Fue su primera carga redentora.

El acero se forja por la aleación de varios elementos, y al rojo vivo se purifica y condensa como un solo metal. Como el acero mismo se fraguó la cubanía, hecha de blancos, negros, asiáticos y múltiples razas que de esta tierra hicieron su hogar. Somos ellos mismos por origen y únicos como síntesis de sangre y alma que como el acero mismo nos unió. 

La primera carga al machete – aquella del 68 – aconteció en Tienda del Pino, cerca del pueblito de Baire. Los disparos no se oyeron; la pólvora enmudeció. Nuestros hidalgos gladiadores de la manigua aparecieron bajo el mando del General Máximo Gómez, y machete en mano sorprendieron a la horda colonial para asestarle una acerada derrota – con muchas bajas - que desde entonces les anegó de espanto con solo oírla mencionar. 

Machetes contra rifles; machetes contra machetes; cuerpo a cuerpo con la fiereza de machos henchidos de arrojo. Cual poema indomable de hazaña épica, su grito de llamado “¡a la carga!” encendió el temple soberbio de la raza mestiza decidida al combate. 

A la Patria se le defiende con puños, manos, uñas, a gritos ensordecedores de justa ira contra la ignominia, con fusiles y a filo de machete. Ese fue el sino del acto redentor supremo donde el pecho mismo a corazón latiente enfrentó a la aterrorizada cara enemiga. 

Fue nuestra primera carga al machete, la de nuestros inaugurales hacedores de la libertad, mas no fue la única de aquellas guerras. Nuestra historia de combates registra, entre muchos otros, las cargas al machete de Loma de la Galleta y Palo Seco en aquellos diez años de guerra, como las contundentes del 95 en Palo Seco, Las Guásimas y Mal Tiempo.

Junto con Gómez, bravos de los nuestros como Maceo, Julio Sanguily, Emilio Mola y tantos más, hicieron de la carga al machete una táctica de combate tan eficaz como feroz. 

El machete fue la espada de nuestros próceres, poderosa y contundente como el ideal patriótico que les inspiró a usarla. Aquellos mismos machetes legendarios continúan ceñidos en la cintura mambisa, defensores de la Patria, con su filo brioso, siempre que sea necesario. 

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