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Previsiones del escritor en la radio

Previsiones del escritor en la radio

Tengo la costumbre de leer en voz alta todo cuanto escribo para la radio. Quien me oiga hacerlo y no me conozca, pudiera sorprenderse por lo que tal vez considere un comportamiento poco normal. Al sincerarme con ustedes, confieso que eso de leer en voz alta es uno de los procedimientos más infalibles para caer en la cuenta de si nuestros textos son o no verdaderamente radiables. Existe una razón primera y esencial: las ideas que compartimos por la radio en forma de texto llegan a los radioyentes como sonidos, independiente del contenido y la complejidad.

La palabra en radio es un sonido más –  muy esencial – y debemos darle el tratamiento que corresponde a su doble categoría de idea-hecha-sonido. Al leer en voz alta percibimos si palabras, sintaxis, orden de las ideas y la construcción general se avienen al sonido potencialmente hablado que todo eso va a ser. Mientras más se aproxime el vocabulario escrito a ese otro usado por la mayoría de la gente, será mejor; ello con independencia de los contenidos.

Acerca de las complejidades léxicas, creo fundamental el uso de las más fáciles de entender por un mayor número de personas. Puede que en ocasiones el tratamiento de un tema exija apelar a vocablos especializados – de ser así – hagámoslo. No sin luego aclarar “qué quisimos decir”, “qué significa eso”. Para la buena salud del programa de radio, quien lo escribe debiera de ser el primero en conocer lo que significa cada término usado.

Resultó triste cuando cierta vez presencié cómo una asesora, muy perspicaz, inquirió a un guionista acerca del significado de una palabra de poco uso utilizada por él, y de qué manera sonrojándose no supo responder.  No son los más, pero vale la aclaración en esta era de textos digitales cuando, ¿para bien, para mal?, los “copia y pega” se convierten en tentaciones para simplificar lo que, sin justificación, algunos pudieran calificar como “duro trabajo”.

Con la lectura en voz alta hallaremos palabras que no pertenecen al lenguaje coloquial y pudieran convertirse en ruidos obstructores de la decodificación de cuanto pretendemos comunicar. Otra ventaja es que sirve como recurso para detectar las cacofonías, esos sonidos que por parecidos – sobre todo por su recurrencia vocálica -  hacen del texto radiofónico una sarta monótona hasta el cansancio y de mal gusto.

Acerca de las previsiones del escritor de radio queda mucho por decir y me agradaría hacerlo en otra ocasión. De momento espero que ejerciten con la lectura en voz alta mientras escriben. Les garantizo que no tardarán en percibir resultados. 

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