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Cuba Latino

En el Bicentenario del Padre de la Patria

En el Bicentenario del Padre de la Patria

El 18 de abril de 1819, en el pueblito de Bayamo, al matrimonio formado por Manuel Hilario y Francisca les nació su primer hijo al que pusieron por nombre Carlos Manuel Perfecto del Carmen Céspedes y López del Castillo. Para todos nosotros hoy, el Padre de la Patria.

 Abogado de profesión, poeta por vocación, patriota por amor y convicción de que Cuba no podía seguir siendo colonia de España, porque el suelo que lo vio nacer constituía ya una nación con identidad propia y reclamaba su lugar entre las naciones independientes. Desde entonces éramos un país ajeno a España; prueba de ello el trato discriminatorio dado por la metrópoli a los nacidos en esta tierra; el ánimo resuelto de que cubanos son también aquellos cuyos antepasados fueron traídos como esclavos a trabajar en las plantaciones, y sometidos a las más degradantes y crueles humillaciones.

 Al dar el Grito de la Demajagua, Céspedes contaba la edad de cuarenta y nueve años. Desde tiempo antes ya era vigilado y perseguido por las hordas coloniales, conocedoras de sus ideales independentistas. Lo revelaba su forma de expresarse con pensamiento cubano, sus relaciones con hombres y mujeres de ideología afín, el vínculo familiar y de identidad que lo unió al también poeta José Fornaris. Poco más de treinta años contaba Carlos Manuel cuando poéticamente concluyera un poema dedicado a Fornaris con esta estrofa: “En nuestra obra te brindamos parte: / en mejorar la humanidad trabaja. / Para todos el sol su luz reparte, / no a la virtud la oscuridad rebaja, / paga a los hombres tu dolor, amando; / yo tu dolor aliviaré cantando”.

Le correspondió iniciar la Revolución, la única del 68 al 59, la que acabó de celebrar sus primeros 150 años y que sigue perfeccionando a la patria libre, la que nuestros antepasados soñaron y que ahora, como continuidad histórica seguimos haciendo.

 La Revolución independentista y transformadora que comenzó con Céspedes, continuó Martí y culminó Fidel. Revolución única que ha tenido su manifestación propia en cada momento histórico, y que desde su unicidad es por siempre indivisible y eterna.

 Nuestra obra de hoy es la continuidad de la iniciada por el Padre de la Patria y que ha transitado ya siglo y medio de existencia. La de nuestros antepasados venerados que nos legaron alma de gladiadores para pelear con denuedo contra fieras, gigantes y demonios. Nada tan enaltecedor y virtuoso que honrar así a nuestro Carlos Manuel de Céspedes en su doscientos cumpleaños.

 Recordarlo, celebrarlo y amar su memoria con la triunfal Revolución de la Patria; ésta a la cual consagramos nuestras vidas seguros de que, a pesar de sangre y reveses ayer; amenaza y carencias hoy, con ella, por ella y para ella, ¡seguimos venciendo!

Notre Dame, Patrimonio en llamas

Notre Dame, Patrimonio en llamas

La noche fenecía en la capital francesa cuando sorpresivamente gigantescas lenguas de fuego escapaban airadas desde el interior de la Catedral de Notre Dame.


Muchos parisinos regresaban a sus hogares cuando les sorprendió el siniestro; quedó inconcluso el beso de alguna que otra pareja mientras caminaban despreocupados junto al Sena. Inesperadamente se produjo la horrible catástrofe. De las maderas preciosas que forman su interior apenas nada sobrevive. La humareda vertical emulaba, entrada la noche, con la robustez férrea de la torre Eiffel.


Pronto los habitantes de París, presas del desconcierto, se acercaron al lugar. Perplejidad, llanto, oraciones. El siniestro es un gran desastre para creyentes o no.
Junto a reliquias sagradas que venera el Catolicismo mundial, se vinieron abajo hermosos vitrales del rosetón oeste; las torres norte y sur; sus fachadas norte, sur y este; el mayor órgano de Francia, construido en el siglo XVIII; muchas de sus gárgolas artísticamente diseñadas para evacuar la lluvia. Todo venido abajo en pocas horas, junto con el techo y su aguja central.


Su construcción comenzó a mediados del siglo XII y se concluyó en la primera mitad de la siguiente centuria. Es una de las catedrales góticas más antiguas en todo el mundo, erigida en una época de transición entre lo románico y el gótico, para expresar la magnificencia y el esplendor de una época en que Francia ejercía preponderancia económica y política sobre parte del mundo. Testigo de acontecimientos esenciales para entender la historia europea durante la Edad Media y el siglo XIX.


La destrucción espanta. Es un desastre cultural solo comparado en este siglo con la destrucción de las ruinas sirias de Palmira debido a la guerra contra el terrorismo, y antes de nuestra era con el fuego que destruyó para siempre la Biblioteca de Alejandría con su caudal de sabiduría de la Antigüedad.


Desde hace algún tiempo se clamaba por una reconstrucción de tan emblemática edificación. Es un enigma si finalmente se podrá salvar parte de la Catedral, y restaurar lo ya destruido.


La Catedral de Notre Dame fue el centro inspirador para que el poeta y escritor romántico Víctor Hugo escribiera la novela homónima, más conocida como “El jorobado de Notre Dame”. Salvo por fotos y algún que otro documental, las generaciones venideras jamás podrán caminar sobre los empedrados por donde la gitana Esmeralda echaba suertes y bailaba, se espantaba con la fealdad física del noble y encorvado Quasimodo, y abría sus aterrados ojos ante la codiciante mirada del archidiácono Claudio Frollo con su amor reprimido hacia la muchacha. Personajes todos emanados de la ficción de Hugo, pero representativos de conflictos de una época signada por el prejuicio, de un lado, y la marginación del otro.


Las cubanas y cubanos sentimos intenso dolor ante el fatal suceso parisino de este lunes 15 de abril. Entre muchos connacionales nuestros corre sangre francesa; en ciudades, como Cienfuegos que el próximo 22 de abril arribará a su Bicentenario, la huella francesa es patente a través de edificios, el trazado urbano de su centro histórico y muchos apellidos. Cuba toda ama al pueblo francés cuya cultura admira, al pueblo laborioso y amigo, el mismo que hace años dio su grito de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” mientras cantaba La Marsellesa; el de la Comuna de París en 1871 y que diecisiete años después interpretó por primera vez La Internacional.


Hoy doblan las campanas ante el dolor del pueblo parisino y de toda Francia. A sus lágrimas se unen las nuestras en este momento en que la cultura universal ha contemplado venirse abajo una de sus obras monumentales. Ojalá se restaure lo perdido y quienes un día se acerquen al lugar imaginen a Esmeralda con su cabra adivinadora, mientras Quasimodo alegre trepa a lo alto para con sus tímpanos de otrora destruidos hacer tañer la campana en honor a su gitana.
París, Francia, el pueblo de Cuba está a tu lado en esta hora terrible.

Las campanas de angustia que doblan por ti lo hacen también por esa joya del Patrimonio Universal.

¡Al machete! Cuando el acero se vistió de Patria

¡Al machete! Cuando el acero se vistió de Patria

Nunca antes el filo metálico vibró con tanta altura. El sol brillante del oriente cubano le confirió su lujo, y el  frescor de la manigua cubana se tornó ardoroso, al enardecerse en la bravura de la caballería mambisa.  Siglo y medio distan del  4 de noviembre de 1868. Aquel día el machete cubano entró en la historia. Fue su primera carga redentora.

El acero se forja por la aleación de varios elementos, y al rojo vivo se purifica y condensa como un solo metal. Como el acero mismo se fraguó la cubanía, hecha de blancos, negros, asiáticos y múltiples razas que de esta tierra hicieron su hogar. Somos ellos mismos por origen y únicos como síntesis de sangre y alma que como el acero mismo nos unió. 

La primera carga al machete – aquella del 68 – aconteció en Tienda del Pino, cerca del pueblito de Baire. Los disparos no se oyeron; la pólvora enmudeció. Nuestros hidalgos gladiadores de la manigua aparecieron bajo el mando del General Máximo Gómez, y machete en mano sorprendieron a la horda colonial para asestarle una acerada derrota – con muchas bajas - que desde entonces les anegó de espanto con solo oírla mencionar. 

Machetes contra rifles; machetes contra machetes; cuerpo a cuerpo con la fiereza de machos henchidos de arrojo. Cual poema indomable de hazaña épica, su grito de llamado “¡a la carga!” encendió el temple soberbio de la raza mestiza decidida al combate. 

A la Patria se le defiende con puños, manos, uñas, a gritos ensordecedores de justa ira contra la ignominia, con fusiles y a filo de machete. Ese fue el sino del acto redentor supremo donde el pecho mismo a corazón latiente enfrentó a la aterrorizada cara enemiga. 

Fue nuestra primera carga al machete, la de nuestros inaugurales hacedores de la libertad, mas no fue la única de aquellas guerras. Nuestra historia de combates registra, entre muchos otros, las cargas al machete de Loma de la Galleta y Palo Seco en aquellos diez años de guerra, como las contundentes del 95 en Palo Seco, Las Guásimas y Mal Tiempo.

Junto con Gómez, bravos de los nuestros como Maceo, Julio Sanguily, Emilio Mola y tantos más, hicieron de la carga al machete una táctica de combate tan eficaz como feroz. 

El machete fue la espada de nuestros próceres, poderosa y contundente como el ideal patriótico que les inspiró a usarla. Aquellos mismos machetes legendarios continúan ceñidos en la cintura mambisa, defensores de la Patria, con su filo brioso, siempre que sea necesario. 

Camilo, la humanidad de su grandeza

Camilo, la humanidad de su grandeza

Es una tendencia natural de todo ser humano mitificar a sus héroes. Las dimensiones de su pensamiento, integridad, coraje y entrega sin límites a los ideales que les impulsaron a exponer sus vidas, son razones para que les veneremos con esa mirada respetuosa y agradecida, para considerarles seres más allá de la condición espacio-temporal a que la existencia material nos limita.

Sin embargo, forma parte de la salud histórica de los pueblos que concibamos a los héroes y mártires, su paso por la existencia y sus motivos de entrega, en el contexto humano latente en cualquier persona, por espontánea y sencilla que parezca, o realmente sea.

Camilo Cienfuegos, el expedicionario del Granma; inseparable y leal a Fidel; aguerrido, disciplinado, de carácter noble y afable, dado a las bromas en el momento oportuno; el hombre de una sonrisa destilante de cubanía inmensa y generosidad sin límites fue, desde la grandeza en que lo recordamos, un ser humano como cualquiera de nosotros. 

Aquel joven hijo de padre y madre emigrados españoles, nació y creció jugando pelota, corriendo, empinando papalotes y estudiando con el ansia de aprender, en la barriada habanera de Lawton. A la edad de 16 años las injusticias de la Cuba de entonces lo impulsaron a la lucha política contra el latrocinio seudorrepublicano y poco después fue a México donde conoció a Fidel, Raúl, el Che y todos aquellos jóvenes con quienes compartió la lucha redentora.

Su historia la conocemos; aun más, la veneramos y nos demuestra cómo entre nosotros, inclusive entre personas cuyos nombres desconocemos, existe un Camilo que trabaja en un taller o en una cooperativa agrícola; es médico en nuestros hospitales y en misiones en otros pueblos, y viste con orgullo el uniforme de soldado de la Patria.

Por eso y mucho más Camilo está en todas partes.Razones más que suficientes para que una de nuestras instituciones forjadoras de soldados revolucionarios lleve el honroso nombre de Escuela Militar “Camilo Cienfuegos”. Allí se forman nuestros “Camilitos”, y cada uno de ellos deviene réplica del “Señor de la Vanguardia” como con merecimiento lo recordamos.

Camilo se manifiesta cada día en la sencillez de nuestra gente; en la manera como un deportista, un joven dado a las bromas, hombre o mujer, ama, trabaja y se supera, y que tocante a la Patria se alista implacable al combate contra el enemigo que intente agredirla; porque esos jóvenes aman a la Patria como se ama a una madre; como en su momento lo hizo Camilo en el Granma, la Sierra Maestra y al frente de la Columna 2 “Antonio Maceo” en la invasión de oriente a occidente.

Jóvenes y quienes no lo son tanto por su edad; lo mismo hombres que mujeres; con un celular al cinto o ante una computadora abriendo más horizontes a su saber; en una pista de baile; en el aula, el surco, el taller, la escuela al campo, hospitales, en el quehacer artístico y la trinchera. En esa humanidad sencilla de haceres cotidianos el hombre de las mil anécdotas pervive y se multiplica a diario.

Así seguirá siempre, acompañándonos de la manera más hermosa de perpetuarlo en la memoria y afanes de cada minuto. Camilo sigue junto a nosotros, siempre inmortal. Así nos acompaña en la humanidad de su grandeza.

La locución cautelosa

La locución cautelosa

Puede que parezca extraño, pero el término aplicado tiene su razón. El diccionario, entre otros, pone en primer lugar para "cautela" el significado de "precaución y reserva con que se procede".
Tratándose de hablar, sobre todo si leemos en voz alta, nunca faltan motivos para hacerlo con "precaución y reserva"; con la prudencia que aconseja el temor a expresar algo incorrecto si de dirigirse a un gran público se trata, mucho más cuando es una primera lectura. Eso es lógico y, por tanto, normal.
Para visualizar la idea que deseo compartir, imaginemos una persona que camina con los ojos vendados, advertida de que por el suelo hay varios huevos dispersos y debe evitar aplastarlos. Muy parecido a eso es la "locución cautelosa" de marras.
Cada vez se hace más común en programas de radio -insólitamente en los que se graban, porque en ellos menos se justifica- esa forma de leer que denota imprecisión por parte de locutores (as) y que psicológicamente deja en el radioyente una sensación de ignorancia por parte de quien habla.
Los locutores son comunicadores, y su primera cualidad -más que la modulación y proyección vocal, necesarias sí, pero pertenecientes a la forma y no al fondo- es que al transmitir una idea sean ellos y ellas sus más firmes conocedores, y demostrarlo.
¿Por qué muchas veces oímos locuciones en las que se percibe duda, temor a equivocarse, "masticación" de las palabras, casi silabeándolas, convencidos de que son leídas y pronunciadas por primera vez? Al hacer una primera lectura, es natural; pero si estamos transmitiendo ideas, permitirnos hacerlo eso se cae en un disparatado e imperdonable error.
En un programa "en vivo" puede que la pifia pase, aunque tampoco se justifica, pero en un espacio previamente grabado resulta inconcebible.
Sin mencionar casos particulares, la "locución cautelosa" se debe a la ausencia de un ensayo de mesa, la lectura previa de los textos antes de su grabación o salida al aire. El ensayo de mesa es condición "sine qua non" para la calidad del programa y por ende, la "claridad" del mensaje.
Todo el equipo de realizaciónde un programa debe leer previamente y ensayar lo que va a salir al aire; es la ocasión propicia para aclarar dudas, significados y objetivos.
Los locutores -en primerísimo lugar- deben conocer en profundidad el contenido y asimismo apropiarlo, incorporarlo como parte de sí porque ellos son quienes lo darán a conocer.
Deben exigir una redacción limpia, clara, legible, sintácticamente traducible y potencialmente interpretable por quienes los escucharán, cuando de lenguaje escrito se convierta en sus voces en lenguaje hablado.
Impedir la "locución cautelosa" es obligación de todos y cada uno de quienes participan en la realización de cualquier espacio radiofónico; en primer lugar de directores y asesores,que deben conocer el guion o libretoy los significados de cada término por novedoso que pueda ser.
Obviamente, los locutores deben estar convencidos de que el programa es también de ellos y ellas; les incumbe un sentido de pertenencia sumado al respeto propio, ya que son la imagen sonora de un programa y cualquier error aunque sea de otros, se les atribuye a ellos, lo mismo que se les arrogan los aciertos de aquellos y aquellas a quienes no se les oyen sus voces. 
La calidad de un programa, su propósito de comunicar empieza por una exposición clara del contenido, sea noticioso o meramente informativo.
Ese contenido es preciso conocerlo profundamente, apropiarlo al intelecto de quien lo emite, metabolizarlo en las neuronas para que de esa manera sea inteligible a oídos y mentes una vez que llegue el momento de su decodificación.
La "locución cautelosa" debe ser erradicada porque es la enemiga número uno de la calidad de cualquier programa y de la credibilidad de sus contenidos. No queda otra opción al respecto.

La causa del 95, realidad en el 59

La causa del 95, realidad en el 59

El 24 de febrero de 1895 Cuba reinició la guerra por la Independencia. No se trató de una nueva conflagración sino la misma que comenzó en Yara en 1868, seguida brevemente durante la llamada Guerra Chiquita.

Lo que aconteció hace 122 años tuvo continuación en 1953 con el "Moncada" y la Guerra de Liberación porque las campañas anteriores habían sido conculcadas por una recurva histórica: cuando los mambises tenían ganada la contienda, se nos impuso una intervención foránea ni pedida ni deseada. Se sucedieron años frustrantes de humillación, dolor y sangre.

Con grandes razones, Fidel Castro expresó al respecto: "Nuestra Revolución, con su estilo, con sus características esenciales, tiene raíces muy profundas en la historia de nuestra patria. Por eso decíamos, y por eso es necesario que lo comprendamos con claridad todos los revolucionarios, que nuestra Revolución es una Revolución, y que esa Revolución comenzó el 10 de Octubre de 1868".

Las primeras descargas de la fusilería mambisa, con su sonido bravío y ensordecedor, no fueron otra cosa que el eco del grito audaz de Maceo en Baraguá 17 años antes. Aquellos hombres y mujeres, como quienes les continuaron unidos por José Martí con el Partido Revolucionario Cubano (PRC) como fuerza organizadora y programática, se lanzaron de nuevo a la manigua.

Allá estuvieron, como la otra vez, Calixto García, Maceo, Gómez, Juan Gualberto, Mayía Rodríguez y muchos más hermanados a la nueva generación patriótica liderada por Martí.

La Guerra del 95 fue el fruto de un sacrificio amoroso de los cubanos de adentro y de afuera; de los humildes tabaqueros de Tampa, como los cubanos emigrados de Cayo Hueso que, centavo a centavo y padeciendo el espionaje colonial apoyado en cómplices del Norte, sufragaron el nuevo empeño por la libertad.

"Es conocida la falta casi total de auxilio desde el exterior. Es conocida la historia de las divisiones en el exterior, que dificultaron y por último imposibilitaron el apoyo de la emigración a los cubanos levantados en armas. Y sin embargo, nuestro pueblo -haciendo increíbles sacrificios, soportando heroicamente el peso de aquella guerra, rebasando los momentos difíciles- logró ir aprendiendo el arte de la guerra, fue constituyendo un pequeño pero enérgico ejército que se abastecía de las armas de sus enemigos". (1)

Martí tuvo que vencer aquello y más. Hubo de enfrentar incomprensiones y cuestionamientos desde todos los bandos y por diversos motivos. Los descalabros de la Guerra del 68 habían servido para la maduración del sentimiento independentista, unido entonces a la conciencia del carácter revolucionario que se abrió paso.

Si las campañas emancipadoras de América Latina de comienzos del siglo XIX tuvieron como fin supremo desasirse del yugo colonial, el momento relativamente tardío de forja de la nacionalidad cubana imprimió a igual anhelo el del cambio social, de una renovación en la estructura y el concepto de nación. La opción por los pobres había aflorado en la conciencia nacional cubana.

Parte de la prensa norteamericana arremetía entonces contra el ideal martiano, aduciendo la demora de Cuba en irrumpir en el escenario del concierto de naciones. Sin duda, un movimiento de la prensa amarillista para deslegitimar nuestra causa e injuriar al pueblo cubano, dando posibilidades al intervencionismo foráneo.

Oportunamente, en su documento "Vindicación de Cuba", enviado por nuestro Héroe Nacional al director del diario "The Evening Post", Martí escribió: "No somos los cubanos ese pueblo de vagabundos míseros o pigmeos inmorales a que “The Manufacturer” le place describir; ni el país de inútiles verbosos, incapaces de acción, enemigos del trabajo recio que, junto con los demás pueblos de la América española, suelen pintar viajeros soberbios y escritores". (*)

Más adelante expresó el más brillante de todos los cubanos: "Acaba "The Manufacturer" diciendo "que nuestra falta de fuerza viril y de respeto propio está demostrada por la apatía con que nos hemos sometido durante tanto tiempo a la opresión española". (*)

Años después de aquel pronunciamiento martiano, al celebrarse el Centenario del Grito de La Demajagua, Fidel hizo una valoración de aquellos tiempos; intérprete consecuente del pensamiento del Apóstol, el líder histórico de la Revolución Cubana esclareció: "los dueños de las riquezas eran, en primer lugar, los españoles; los dueños de los negocios y los dueños de las tierras. Pero también había descendientes de los españoles, llamados criollos, que poseían centrales azucareros y que poseían grandes plantaciones. Y por supuesto que en un país en aquellas condiciones en que la ignorancia era enorme, el acceso a los libros, el acceso a la cultura lo tenían un número exiguo y reducido de criollos procedentes precisamente de esas familias acaudaladas.

En aquellas primeras décadas del siglo pasado, cuando ya el resto de la América Latina se había independizado de la colonia española, permanecía asentado sobre bases sólidas el poder de España en nuestra patria, a la que llamaban la última joya y la más preciada joya de la corona española. Fue ciertamente escasa la influencia que tuvo en nuestra tierra la emancipación de América Latina”. (1)

El camino fue largo; también fructífero. El carácter social de la contienda de 1895 se hizo parte inseparable del pensamiento independentista impregnado en el alma cubana.

Todo el acontecer explica por qué el triunfo de 1959, además de culminar un proceso independentista tardío, incorporó a su agenda un proyecto que por la profundidad y el alcance sería del todo irreversible.

La agonía y deber martianos culminaron con el pensamiento y la acción de Fidel al frente de la Revolución Cubana de mitad del siglo XX. El dolor y los reveses fecundaron la semilla de una Cuba nueva, dotada de realidad impar en un continente hasta entonces a medias irredento.

Cuba se puso al frente con su ejemplo. Nuestro faro de plena soberanía y justicia social es una realidad que germinó en el 68, maduró en el 95 y se hizo realidad en el 59.

Fuentes consultadas:

• Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el resumen de la velada conmemorativa de los Cien Años de Lucha, efectuada en La Demajagua, Monumento Nacional, Manzanillo, Oriente, el 10 de octubre de 1968. Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario.

(*) Vindicación de Cuba, José Martí, Antología Mínima, págs. 83 y 87, Tomo I Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, 1972.

La integración: nuestro único camino

La integración: nuestro único camino

El 25 de enero culminó En Punta Cana, República Dominicana, la  V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).  El cónclave reafirmó el propósito de sus estados miembros de consolidar lo hasta hoy alcanzado y continuar el proceso de integración a partir de la diversidad.

La Cumbre dio inicio con un minuto de silencio en honor a Fidel, “quien fuera precursor de la CELAC y un firme creyente durante toda su vida de una América Latina unida en la senda del progreso” en palabras textuales de Darío Medina, Presidente del país anfitrión, durante la ceremonia inaugural del segmento de alto nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, en la que estaba presente el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de nuestro país. Fidel junto con Chávez, inspirados por Bolívar y Martí, constituyen paradigmas de la independencia y la unidad latinoamericanas y del Caribe.

América Latina y el Caribe enfrentan hoy serios desafíos. La globalización neoliberal impuesta desde hace décadas por el sistema capitalista mundial es ahora incapaz de dar respuesta interna y externa a las contradicciones generadas por ese mismo modelo;  como consecuencia se abre paso una etapa de aislacionismo proteccionista en Estados Unidos, un cierre de fronteras y la cancelación de tratados de libre comercio. La economía más poderosa del mundo se retrotrae y deja a los países en vías de desarrollo que un día se afiliaron a sus cánones en un estado de orfandad, sin un punto al cual mirar. 

El neoliberalismo – en franca crisis endógena – empieza a borrar su propia brújula para con ello también borrar coordenadas y puntos de referencia. El corolario final es un aturdimiento general en muchas partes del mundo.

Las naciones de América Latina y el Caribe no tienen más alternativa que mirar hacia sí mismas y con toda la voluntad política que precisa, poner en marcha el proceso de integración – tantas veces postergado y, ¿por qué no? subestimado por algunos estratos influyentes del capital nacional – como única vía para una prosperidad y desarrollo sostenibles que conlleven el bienestar económico y la justicia social de sus respectivos pueblos, contando con el debido respeto que merecen a su autodeterminación: Al respecto el Presidente cubano Raúl Castro expresó allí en su discurso: “Sería deseable que el nuevo gobierno de Estados Unidos opte por el respeto a la región, aunque es preocupante que haya declarado intenciones que ponen en riesgo nuestros intereses en las esferas del comercio, el empleo, la migración y el medio ambiente, entre otras.”

La unidad en la diversidad; la integración y la complementariedad productiva y comercial en el minuto actual no son una cuestión de buenos deseos; es en primer lugar un imperativo vital para la región y para cada país en sí. A tenor con esta necesidad, Raúl dijo: “Por tanto, es imprescindible establecer cursos de acción comunes y hacer más efectiva la gestión de la CELAC.”

Fueron temas relevantes, entre los muchosabordadosdurante el desarrollo de la Cumbre: la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos de América contra Cuba; el reclamo por la devolución a Cuba del territorio que ocupa la base naval de los Estados Unidos en Guantánamo; la continuación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, declaración firmada por los Jefes de Estado y Gobierno en La Habana en enero de 2014; el apoyo a la paz en Colombia; el respaldo al diálogo en la hermana República Bolivariana de Venezuela y, como enfatizó Raúl, “el apoyo de Cuba a las hermanas naciones caribeñas ante los intentos de privarles del acceso a recursos financieros, en el enfrentamiento al cambio climático, y en su reclamo legítimo de reparación por los daños del colonialismo y la esclavitud.”

Cuba también ratificó  en voz de su Presidente, su voluntad “de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, y de proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el nuevo gobierno del presidente Donald Trump.”

Caminar unidos en la diversidad con la proa enfocada hacia la integración económica, la equidad y la protección del medioambiente constituyen retos que América Latina y el Caribe necesitan aceptar ante una realidad desafiante. Ello se resume en palabras de Raúl Castro cuando afirmó: “Nunca ha sido más necesario marchar efectivamente por el camino de la unidad.”

Previsiones del escritor en la radio

Previsiones del escritor en la radio

Tengo la costumbre de leer en voz alta todo cuanto escribo para la radio. Quien me oiga hacerlo y no me conozca, pudiera sorprenderse por lo que tal vez considere un comportamiento poco normal. Al sincerarme con ustedes, confieso que eso de leer en voz alta es uno de los procedimientos más infalibles para caer en la cuenta de si nuestros textos son o no verdaderamente radiables. Existe una razón primera y esencial: las ideas que compartimos por la radio en forma de texto llegan a los radioyentes como sonidos, independiente del contenido y la complejidad.

La palabra en radio es un sonido más –  muy esencial – y debemos darle el tratamiento que corresponde a su doble categoría de idea-hecha-sonido. Al leer en voz alta percibimos si palabras, sintaxis, orden de las ideas y la construcción general se avienen al sonido potencialmente hablado que todo eso va a ser. Mientras más se aproxime el vocabulario escrito a ese otro usado por la mayoría de la gente, será mejor; ello con independencia de los contenidos.

Acerca de las complejidades léxicas, creo fundamental el uso de las más fáciles de entender por un mayor número de personas. Puede que en ocasiones el tratamiento de un tema exija apelar a vocablos especializados – de ser así – hagámoslo. No sin luego aclarar “qué quisimos decir”, “qué significa eso”. Para la buena salud del programa de radio, quien lo escribe debiera de ser el primero en conocer lo que significa cada término usado.

Resultó triste cuando cierta vez presencié cómo una asesora, muy perspicaz, inquirió a un guionista acerca del significado de una palabra de poco uso utilizada por él, y de qué manera sonrojándose no supo responder.  No son los más, pero vale la aclaración en esta era de textos digitales cuando, ¿para bien, para mal?, los “copia y pega” se convierten en tentaciones para simplificar lo que, sin justificación, algunos pudieran calificar como “duro trabajo”.

Con la lectura en voz alta hallaremos palabras que no pertenecen al lenguaje coloquial y pudieran convertirse en ruidos obstructores de la decodificación de cuanto pretendemos comunicar. Otra ventaja es que sirve como recurso para detectar las cacofonías, esos sonidos que por parecidos – sobre todo por su recurrencia vocálica -  hacen del texto radiofónico una sarta monótona hasta el cansancio y de mal gusto.

Acerca de las previsiones del escritor de radio queda mucho por decir y me agradaría hacerlo en otra ocasión. De momento espero que ejerciten con la lectura en voz alta mientras escriben. Les garantizo que no tardarán en percibir resultados.