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Fidel y la Paz

Fidel y la Paz

“Paz con dignidad”, una frase que desde la niñez escuché en voz del líder de nuestra Revolución; frase que entraña un significado de profundo valor, tanto para cubanos, latinoamericanos y para el mundo en su totalidad.


“Paz con dignidad” porque no se trata solo de la ausencia de conflictos bélicos. Sabemos que el único camino para una paz estable y duradera consisten en el respeto a la dignidad humana; en el establecimiento de un orden justo y equitativo que dé a todos y a cada ser humano los medios y el ambiente para una vida decorosa. “Paz con dignidad” porque la soberanía de los pueblos y la justicia social constituyen los cimientos más sólidos para la mejor convivencia dentro de cada país y entre todas las naciones.


En cada momento de la Revolución cubana nuestro líder histórico ha mostrado su sincera y militante vocación por la Paz. Su solidaridad con los pueblos que lucharon contra el colonialismo, el Apartheid y nuevas formas solapadas de esclavitud y humillación constituyen la más patente muestra de ese ideal que junto a él profesamos y defendemos. La lucha por la Paz constituye parte de nuestro quehacer nacional, y ese es un sentimiento y propósito aprendido de Fidel con su sabiduría cotidiana.


El 8 de enero de 1959, en su discurso al entrar en La Habana, expresó Fidel: “Una de las ansias mayores de la nación, consecuencia de los horrores padecidos, por la represión y por la guerra, era el ansia de paz, de paz con libertad, de paz con justicia, y de paz con derechos.” Consecuente con ello la Revolución implementó leyes y creó las condiciones para el respeto a la igualdad racial; los derechos de la mujer; el derecho a la salud y la educación, entre otros. En cada jornada empezamos a construir la paz tan deseada como necesaria, aspiración plasmada en el proyecto del Moncada.


Todo el desarrollo de la Revolución cubana ha sido y es trabajar por la paz dentro y fuera de nuestras fronteras geográficas; es que la Paz es un bien universal, tanto como nuestro proyecto es así de alcance universal basado en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y al derecho pleno de la humanidad a una vida con decoro.


Con sabiduría colosal, Fidel nos dio una definición de quiénes son los enemigos y quiénes los amigos de la Paz. Recordemos su discurso del 19 de marzo de 1962 cuando en el Teatro “Chaplin” se le hizo entrega del Premio “Lenin de la Paz”. Aquella ocasión enfatizó: “¿Quiénes son los que promueven las guerras? ¿Quiénes son los que en este momento amenazan a la humanidad con el peligro de la guerra? Los explotadores, los capitalistas, los colonialistas, los imperialistas. ¿Quiénes luchan por la paz? Los socialistas. Y es lógico, porque el capitalismo significa el saqueo, y el socialismo significa el trabajo; los capitalistas quieren vivir del saqueo, quieren vivir de la explotación del trabajo humano, quieren vivir de la explotación del trabajo de los pueblos; y los socialistas aspiramos a vivir del trabajo, de nuestro propio trabajo. El socialismo significa la abolición de la explotación del hombre por el hombre; por eso el socialismo significa la paz.”
En este más de medio siglo de Cuba Revolucionaria, la premisa fundamental de este proyecto humanista ha sido y es edificar la Paz, creando las condiciones para que ésta sea posible.


En otro momento de aquel trascendental discurso esclareció Fidel: “…la lucha por la paz significa luchar por salvar a la humanidad de una destrucción apocalíptica, significa luchar por salvar a cientos de millones de vidas de hombres, de mujeres, de jóvenes, de ancianos y de niños; para salvar a la humanidad de cientos de millones de inválidos, de mutilados, de lesionados por una guerra atómica; para salvar a la humanidad de incalculable destrucción.” En un momento tan temprano de la Revolución, ya se daba por sentado el accionar de Cuba por el desarme, la eliminación de las armas de exterminio masivo y la conservación del medioambiente. Desde aquel momento Fidel previó el daño que la dilapidación de los recursos naturales y su contaminación representaría como amenaza a la paz, provocando conflictos y migraciones masivas hacia territorios menos inhóspitos.
Fidel de ayer, hoy, mañana y siempre demuestra su consecuente lealtad a los principios que un día lo llevaron a la lucha armada por la definitiva independencia cubana. El 3 de septiembre del 2010 el líder histórico de la Revolución Cubana pronunció un discurso ante estudiantes de la Universidad de La Habana, en el cual abordó aspectos referentes a los peligros a los que se enfrenta la especie humana, ante la posibilidad de una guerra nuclear. Aquella vez se dirigió al mundo entero al expresar: “Hago un llamado, a todos los países que hoy se encuentran involucrados en conflictos militares. Por favor, piensen siempre en lograr una paz verdadera, que es lo que nos conviene a todos. Nuestros hijos, nuestros nietos y seres humanos del mundo, todos se lo vamos a agradecer. Necesitamos vivir en paz y seguros en un planeta que cada día es menos habitable.”


En otro momento de aquella intervención, nuestro líder histórico señaló: “Hoy enfrentamos dos grandes desafíos: la consolidación de la paz mundial y salvar el planeta del cambio climático. Lo primero es lograr una paz duradera sobre bases sólidas, la segunda es la de revertir el cambio climático.” En otro momento dijo: “Nadie tiene el derecho de usar la violencia contra ningún ser humano, país o nación. Nadie puede cortar un árbol si antes no plantó tres. […] No podemos estar de espalda a la naturaleza. Todo lo contrario, debemos permanecer siempre abrazados a ella. Porque nosotros mismos somos naturaleza, formamos parte de ese abanico de colores, de sonidos, equilibrio y armonía. La naturaleza es perfecta.”


Todo el quehacer de Cuba en cada ámbito lleva el signo de la Paz. Contribuir como mediadora para la Paz en Colombia; ser la capital del diálogo inter religioso e intercultural; colaborar en cuanto proyecto mundial favorezca el mejoramiento de la convivencia humana; llevar la asistencia médica a cualquier confín del mundo; ofrecer sus experiencias en salud y deportes: todo ello constituye nuestra vocación por la Paz que con su ejemplo Fidel nos ha inculcado.
Para concluir, dos máximas de nuestro líder aquel memorable 3 de septiembre del 2010: “La única verdadera victoria está en ganar la paz.” “Si quieres la paz, prepárate para cambiar tu conciencia.” Ambos resumen un ideal y una actitud a la que todos y cada uno estamos llamados. Por esta celebración de su 90 Cumpleaños, nada tan importante como ser consecuentes con su pensamiento.

El 10 de agosto ecuatoriano

El 10 de agosto ecuatoriano

Cada pueblo tiene sus horas grandes, y la primera para la hermana República del Ecuador fue el 10 de agosto de 1809, cuando resonó en los Andes su grito de independencia. Aquella mañana el cóndor remontó su vuelo más alto que de costumbre. Pleno de dignidad anunciaba solemne el amanecer de una nueva nación en el concierto de la patria grande de latinoamericanos y caribeños. El volcán Cotopaxi, con sus casi 6 mil metros de altura, presenciaba el acontecimiento saludándolo con sus incesantes fumarolas.   

Hartos del dominio colonial y la correspondiente expoliación de las riquezas de su suelo, un puñado de ecuatorianos con su decoro patriótico emprendieron los primeros pasos hacia la libertad. Ocho días antes, el día 2, la valiente población de Quito intentó el rescate de varios patriotas detenidos, de quienes se decía serían ejecutados. El intento por excarcelar a los patriotas fue ahogado en sangre; murió mucha gente y, como consecuencia, no se hizo esperar el ensañamiento contra los prisioneros lo que costó la vida a varios, entre los cuales estuvieron Juan de Dios Morales y Manuel Rodríguez de Quiroga.

 Llegó el día 10 y aprovechando la confusión en la metrópoli por la invasión y ocupación de Napoleón Bonaparte, acontecimiento que dio al traste con el reinado de Fernando VII, los adelantados independentistas ecuatorianos decidieron iniciar el camino de su redención nacional.  La Junta Suprema colonialista que entonces presidiera Juan Pío de Montúfar se fue abajo y por primera vez Ecuador respiró la brisa fresca y pura de la independencia. Fueron días gloriosos luego conculcados por las tropas de los virreinatos vecinos que sin demora se lanzaron a contener aquel foco de rebeldía que para ellos constituía una amenaza. Los patriotas pagaron con sus vidas la osadía de atreverse a conquistar la libertad.

Fue necesario esperar hasta 1820 cuando las hordas coloniales sufrieron una irrecuperable derrota en Guayaquil. Dos años después, en 1822, en la gloriosa Batalla de Pichincha, el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre dio culminación a aquella etapa emancipadora.

El camino ecuatoriano, como el de toda Nuestra América, ha continuado su andar. Hoy marcha con el proyecto social de Revolución Ciudadana liderado por su actual Presidente Rafael Correa. Ecuador se integra cada vez más a la necesaria unidad latinoamericana; son estos tiempos de unidad, solidaridad y búsqueda de una integración económica basada en la complementariedad.

Es el Ecuador hermanado a Cuba a partir de sus próceres Eloy Alfaro (1842-1912) y José Martí (1853-1895). El primero caracterizado por su pensamiento opuesto al conservadurismo y de pensamiento radical; el segundo, por un ideal de unidad latinoamericana y antiimperialista.

A 207 años del Grito de Independencia la República del Ecuador, a la mitad del mundo como fiel de una balanza geográfica, honra a sus héroes primados en la certeza de que aquel comienzo marcó un andar que llega hasta nuestros días. 

Bolivia: 191 años de su independencia

Bolivia: 191 años de su independencia

Las cordilleras Occidental y Real son las dos bifurcaciones con las que penetran los Andes en el territorio de Bolivia. Aquellas montañas con picos nevados fueron testigos de los combates de las fuerzas independentistas durante el siglo XIX. Hace hoy 191 años, los bolivianos alcanzaron la condición de país soberano.

Tierra de la Alpaca y del Gallito de Roca; la de los hidrocarburos, el estaño y la sal. La de las culturas de Tiahuanaco y la Inca; es también la Bolivia del lago Titicaca con sus más de 8 mil kilómetros cuadrados de superficie. Potosí, una de sus más célebres ciudades, fue la más poblada en toda Nuestra América durante la segunda mitad del siglo XVI.

Al año de proclamar su independencia de España, en 1826 le fue otorgada por El libertador Simón Bolívar su primera Constitución, llevada a votación y aprobada por el Congreso de Chuquisaca, ocasión en que fue elegido su primer presidente, cargo que recayó en El Gran Mariscal de Ayacucho, el General Antonio José de Sucre.

Con el advenimiento de la república se sucedieron conflictos internos que parecían interminables. La aristocracia burguesa y los intereses de otras potencias funcionaron desde aquellos lejanos tiempos como fuerzas de poder económico que manipularon el poder político, dando la espalda a las aspiraciones de los próceres. Uno de los grandes problemas que azotó a la realidad boliviana fue hacer oídos sordos a los justos reclamos de una mayoría indígena plurinacional cuya población indígena ocupa el 62 por ciento del total de habitantes.

Las élites dieron la espalda a los derechos de tan considerable mayoría indígena, a la cual no permitían integrarse al concierto nacional al tiempo que se les negaban sus derechos elementales.

El presidente Evo Morales en la sesión de honor por 191 aniversario de Bolivia, en el hotel Los Parrales. (Fotos: Freddy Zarco)Es la misma Bolivia a donde marchó el Guerrillero Heroico a mediados de los años 60s del siglo XX; la misma que eligió como Presidente, en el 2005, por mayoría absoluta al líder sindical, activista y dirigente indígena Evo Morales. Fue cuando finalmente se erigió con su legítimo nombre de Estado Plurinacional de Bolivia.

Miembro del ALBA-TCP, Mercosur y la CELAC, este hermano país celebra hoy su fiesta nacional. Nuestros hermanos y hermanas de Bolivia están de fiesta y toda Cuba les felicita compartiendo su alegría.

Bolivia, junto con Cuba, Venezuela y los pueblos latinoamericanos que redimen su independencia contra el injerencismo foráneo y las oligarquías nacionales, continuarán en marcha apretada como la plata a las raíces de los Andes.

Todos somos 26

Todos somos 26

El acontecimiento protagonizado el 26 de julio de 1953 con los asaltos a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, marca una trascendencia nunca antes vista en la historia de Cuba.

Fidel, Raúl, Abel y los jóvenes que les acompañaron en la gesta protagonizaron una acción que constituye, junto con la significación efectiva en sí misma como acción de combate, un símbolo que desde su consumación marcó para siempre el pensar, sentir y actuar de todos los cubanos y cubanas, una generación tras otra.

La gesta del año del Centenario del Apóstol fue el renacimiento del ideal martiano; aquel día Antonio Maceo, Máximo Gómez y el glorioso Ejército Mambí volvieron a vestir de soldados para irrumpir con su tradicional bravía en los campos de la patria.

No hay un solo acontecer de la sociedad cubana desde entonces hasta la actualidad, que no lleve la luz del Moncada. Aquel día se resumieron muchos días de la historia pasada y del devenir presente: las guerras del 68 y el 95; la cuenta pendiente de la Revolución del 30 con su carácter eminentemente antiimperialista y nacional-liberador.

En el ideario moncadista, reflejado en La Historia me Absolverá, alegato histórico pronunciado por Fidel en su autodefensa, la nación cubana redimía su historia patentizando el decidido propósito de conquistar la independencia definitiva al precio que fuera necesario.

Junto a todo eso, el Moncada marcó también la antesala de un nuevo proyecto de nación. No solo la soberanía nacional, sino con ella una transformación política, social y económica que diera al traste con la corrupción, el latrocinio, los abusos y la injusticia social imperantes otrora.

Cuando evocamos y hablamos del 26 de Julio, resulta ineludible evocar y hablar de un presente y de un futuro. La Revolución nos enseñó la lección de que su obra es continua y eterna. Revolución es cotidianidad más allá de una etapa de lucha armada y luego triunfal. Por ello cada uno de nosotros junto a Fidel, Raúl y nuestro Partido somos actualización de aquel día inolvidable y glorioso que sigue enérgico y dinámico en cada circunstancia de la construcción de nuestro proyecto social.

Los más jóvenes y los no tan jóvenes que nacimos y crecimos desde el Moncada a la fecha, somos hijos de aquel acto supremo de la patria; somos parte de él. Con la inspiración revolucionaria que aquel día llegó a su punto cimero, hoy cada día somos réplica que vibra orgullosa, y más allá de ella nos inviste la responsabilidad de serle fiel y obrar en consecuencia con ella.

El Asalto al Cuartel Moncada tuvo su inmanencia aquel día hace 63 años; en cambio, sigue y seguirá orientándonos como brújula para saber que a las nuevas generaciones toca la responsabilidad de defender su vigencia y continuidad cuando en cada jornada salvaguardamos y profundizamos sus sagradas conquistas.

La unidad revolucionaria, la cohesión en torno a Fidel, a Raúl y al Partido son la traducción actual del espíritu del Moncada. Así pensamos, actuamos y luchamos. Por ello nuestros internacionalistas son también combatientes moncadistas, como lo fueron los milicianos de Girón y de la Crisis de Octubre; como gloriosamente se erigieron en baluartes de la patria nuestros Cinco Héroes que pagaron el precio de la prisión a cambio de defender la patria.

El Moncada late en el corazón de cada cubano y cubana dignos de merecer la condición de hijos de este país, que con hidalguía viril enfrentan cualquier dificultad y la vence. Está en cada obrero, campesino, ama de casa y en nuestros niños, cuyas sonrisas son como los rayos del sol que ilumina a todo un pueblo.

Esta es nuestra inspiración, razón de ser y rica herencia. Es por ello que en cada segundo de nuestras vidas, todos somos 26.

Simón Bolívar, un ideario en marcha

Simón Bolívar, un ideario en marcha

El 24 de julio de 1783, en una casona ubicada en el caraqueño solar de San Jacinto, María de la Concepción Palacios y Blanco, mujer fina y sensible de origen muy distinguido dio a luz al cuarto hijo de su matrimonio con Juan Vicente Bolívar Ponte-Palacios, a quien pusieron por nombre Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Aquel recién nacido se convertiría a la vuelta del tiempo en Simón Bolívar, El Libertador de Nuestra América.


Del escritor y político venezolano Andrés Bello, así como del filósofo y educador Simón Rodríguez, recibió el pequeño Simón José Antonio lecciones que contribuyeron en grado elevado a la formación de su personalidad. Lentamente, al paso del tiempo, Caracas primero y luego Europa perfilaron la formación del joven que llegó al viejo continente a la edad de 19 años tras cursar estudios militares y con graduación como oficial. Desde aquellos momentos ya pensaba en la independencia de su Patria y de todos los territorios que ocupaban a la sazón el virreinato de la Nueva Granada. En Londres se entrevistó con Francisco de Miranda, El Precursor, y decidió emprender regreso a la tierra que le había visto nacer.


El 25 de julio de 1812, un día después de haber cumplido 29 años, publicó la Memoria a los ciudadanos de Nueva Granada, documento que exhortaba a sus compatriotas a acompañarlo en la lucha por la emancipación de Venezuela. Bordeando todo el río Magdalena hizo retroceder a las hordas coloniales, y el 6 de agosto de 1813 llegó triunfal a Caracas habiendo dejado a su paso un puñado de ciudades liberadas.


Toda la historia de Simón Bolívar estuvo matizada por triunfos y reveses; incomprensiones de su propia gente y las mil y una dificultades. Fue Bolívar de esos hombres que, al decir del Apóstol: “cual monstruo de crímenes cargados, todo el que lleva luz se queda solo”. (1)

El camino hacia la independencia total no era ni ha sido nada fácil, él lo supo siempre; lo sabemos hoy todos los latinoamericanos. La Patria Grande ha tenido que enfrentarse a pretensiones imperiales que, junto con el lastre de un colonialismo divisor y respaldado por terratenientes y oligarcas, hadado lugar a un trayecto tortuoso de avances y retrocesos. Sabemos que las causas de los pueblos – por justas que sean – no poseen, necesariamente, una linealidad continuada y progresiva; ha sido preciso andar cuesta arriba, rectificando continuamente cada nuevo paso y muchas veces volviendo una y otra vez a comenzar.


La vida y la historia de Simón Bolívar, el inspirador de todas las causas nobles de Nuestra América, nos legó esa experiencia. De ella bebió Martí, quien en su relato Tres héroes publicado en el primer número de la revista La Edad de Oro, escribió: “…porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar y a todos los que pelearon como él porque la América fuese del hombre americano.” Ese precepto martiano lo han seguido muchos más que heredaron el ideal de lucha del Libertador; lo siguió nuestro líder histórico Fidel Castro desde los primeros momentos al proclamar el carácter latinoamericanista de la Revolución Cubana, y también el Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías liderando la Revolución Bolivariana en la propia tierra que vio nacer al Libertador.


Si entre muchas una gran virtud destaca en el pensamiento bolivariano es su autoctonía. Leamos el discurso pronunciado por Martí el 28 de octubre de 1893 en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, conmemorando el aniversario 17 de la inhumación de los restos del Libertador en el Panteón Nacional de Venezuela. Entonces Martí afirmó: “La independencia de América venía de un siglo atrás sangrando; ¡ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América, sino de sí misma!”. De esa forma prosigue todo este continente su andar hacia la soberanía definitiva.


En el siglo XXI nacieron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA-TCP y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC; organizaciones encaminadas a la integración económica, cultural y al ejercicio soberano y plural de una e indivisible patria grande que corre del río Bravo hasta Tierra del Fuego, incluyendo al Caribe insular. A 233 años del nacimiento del Libertador, sigue Nuestra América su andar para sacudirse definitivamente las cadenas que por siglos la han amordazado.
A lo largo de estos más de dos siglos del nacimiento de Simón Bolívar, su estrella nos sigue guiando y decimos con Martí como en aquella velada memorable: “¡Así, de hijo en hijo, mientras la América viva, el eco de su nombre resonará en lo más viril y honrado de nuestras entrañas!”.  


Poema “Yugo y Estrella”, José Martí, Versos Libres.

Bonifacio Byrne: poeta de la Patria y la bandera

Bonifacio Byrne: poeta de la Patria y la bandera

Con suficientes razones la ciudad de Matanzas es calificada como la "Atenas de Cuba". Allí, como en toda la tierra yumurina, nacieron, crecieron y crearon importantes gestores de nuestra cultura nacional. Fue en el Liceo de Matanzas donde Miguel Faílde estrenó en 1879 "Las alturas de Simpson", primera muestra del danzón, desde 1959 reconocido como el Baile Nacional.

Allí, en la hermosa Matanzas que se yergue frente al mar, la de los puentes majestuosos, calles amplias e interminables tertulias, nació Bonifacio Byrne. Su vocación literaria comenzó a manifestarse desde la más temprana juventud; por eso, no resulta nada extraño su continuada presencia en el llamado Círculo Literario de otro grande de nuestras letras, Domingo del Monte.

Además de la poesía, cultivada por él con amplia fecundidad, el periodismo fue otra de sus formas de expresión, por lo cual fundó en su ciudad natal los periódicos "La Mañana" y "La Juventud Liberal".

En una y otra forma de expresarse -poesía y periodismo- Byrne denotó su vocación independentista, ideal que le llevó al exilio en 1896 en los Estados Unidos, donde sin descanso prosiguió en su quehacer patriótico; se desempeñó como lector de tabaquerías y secretario del Club Patriótico de Tampa, del cual fue fundador. El hombre de letras estuvo directamente vinculado al accionar emancipador de su patria, lo que abrazó como razón de vida.

Poemarios suyos, como "Sonetos patrióticos" y "En medio del camino" se suman a una valiosa lista donde el lirismo va de la mano con sentimientos claros de la existencia, incluyendo en privilegiado lugar el amor patrio. Durante su prolongado destierro también escribió para el periódico "Patria", órgano del Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí.

En 1899 regresó a la patria, y desde aquel encuentro reveló el profundo dolor cuando, al aproximarse a las costas cubanas, vio ondear la bandera del norte y no la propia. ¡Tanto sacrificio para semejante ignominia!. Aquel sentimiento prevalece en las conciencias de cubanos y cubanas que, posteriormente, lucharon y dieron sus vidas por completar la soberanía nacional alcanzada, ¡al fin!, en enero de 1959.

Hoy 5 de julio se conmemoran ocho décadas de su muerte, acaecida en la bella ciudad que 75 años antes le había visto nacer. Bonifacio Byrne está inmortalizado por la vocación patriótica manifiesta en su vida y obra.

Razón para que en octubre de 1959, el legendario Comandante Camilo Cienfuegos retomara la última estrofa de su poema "Mi Bandera" para expresar el sentimiento patriótico de tan eminente poeta y de todo un pueblo: "Si deshecha en menudos pedazos / llega a ser mi bandera algún día… / ¡nuestros muertos alzando los brazos / la sabrán defender todavía!".

Pushkin, alma literaria del pueblo ruso

Pushkin, alma literaria del pueblo ruso

Decenas de obras en verso y prosa integran el patrimonio literario del artífice de la literatura rusa moderna, Alexander Pushkin. Novelas como La hija del capitán; el poema épico Ruslán y Liudmila; El prisionero del Cáucaso y Eugenio Oneguin -personaje paradigmático y punto de partida para la creación de héroes literarios posteriores-, nos remiten al sentir de la Rusia de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.  Las dos últimas mencionadas, versionadas posteriormente para la ópera, la primera con música de César Cui, y la segunda de Piotr Ilich Tchaikovski, ambos compatriotas suyos, nos llevan de la mano hasta la vieja Rusia de los zares.
Pushkin fue un precursor en el uso de la lengua rusa en sus obras, capaz de concebir un estilo narrativo donde se combinaron lo dramático, la sátira y el romance. Su estatura fue tal que literatos rusos posteriores a él no pudieron sustraerse a su influencia. Mencionemos solo los nombres de León Tolstoi y Fiodor M. Dostoievski.


Para conocer y explicarse la historia y realidad rusa, es preciso leer y entender la literatura pushkiniana, marcada sin lugar a dudas por un carácter esencialmente romántico.


Alexander Pushkin nació en Moscú el 6 de Junio de 1799 y murió en San Petersburgo el 10 de febrero de 1837; dos ciudades emblemáticas de la esencialidad del espíritu ruso.


Podemos afirmar que el alma de Rusia palpita en toda la obra de este poeta, novelista y dramaturgo de dimensiones extraordinarias, donde historia, ficción y pasiones se amalgaman para entregarnos un panorama a todo color de la gran nación euroasiática que es su patria.

Chuquisaca en la historia boliviana

Chuquisaca en la historia boliviana

El 25 de mayo es una fecha trascendental para los bolivianos. En 1809, sucedió el acontecimiento más importante que ha tenido lugar de la América indígena. Tocaron a rebato las campanas para reclamar la libertad del doctor Jaime de Zudáñez defensor de los pobres. Aquella madrugada sonó enérgica la Campana de la Libertad, como es conocida desde entonces la del Templo de San Francisco. Ante el llamado, todo el pueblo acudía al reclamo, y se iniciaba el gran episodio de la lucha por la independencia de Bolivia.


El Grito de Chuquisaca es la gesta que destituyó al gobernador colonial español; gesto protagonizado por la Real Audiencia de Charcas, apoyada por profesores universitarios y fuerzas independentistas. Aquel mismo día se constituyó una junta de gobierno.La revuelta sufrió una represión violenta y el movimiento nacido en Chuquisaca terminó cruelmente ahogado, pero sirvió para extender la rebelión a la ciudad de La Paz, donde fue constituida la Junta Tuitiva, que presidió el coronel Pedro Domingo Murillo.


Cabe al pueblo boliviano la gloria de haber protagonizado el primer grito de América por su independencia; sin duda, el primer movimiento independentista latinoamericano encaminado a zafarse del yugo hispano. El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre,ordenó posteriormente la conmemoración pública de los acontecimientos de 1809, y personalmente rindió homenaje a los revolucionarios de Charcas, primeros en proclamar la independencia de América.


Es cierto que aquella contienda escenificó rivalidades de orden monárquico, ya que en principio denotó fidelidad al rey Fernando VII de España, cuando se rumoraba la entrega del territorio a la infanta Carlota Joaquina de Borbón; no obstante, el movimiento puso en acción a los sectores que abogaban por la independencia.
Los acontecimientos posteriores en Cochabamba, Oruro, Potosí y otras ciudades, adquieren su plena comprensión, a partir de la gesta revolucionaria de acontecida en la boliviana Chuquisaca, ciudad hoy llamada Sucre.


En días recientes visitó Cuba el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, compañero Evo Morales, quien hubo de entrevistarse con el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz y con Fidel, líder histórico de la Revolución.Durante su visitarecibió la Orden José Martí, máxima condecoración otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba. En su visita el mandatario boliviano abordó con su par temas de la integración latinoamericana y caribeña, así como las tentativas imperiales por revertir los procesos progresistas en nuestra Patria Grande.


De acuerdo con la información suministrada por el sitio web Cubadebate, “antes de llegar a La Habana, el dignatario inauguró en Sucre, capital constitucional de Bolivia, la X Cumbre Hemisférica de Alcaldes, evento al que asisten mil 700 delegados de una veintena de países”.


Resulta significativo que haya sido Sucre, antes Chuquisaca, la ciudad seleccionada para dicha Cumbre. La presencia, a su vez, de Evo Morales en Cuba reafirma los sentimientos de unidad de América Latina y el Caribe; su irrenunciable vocación de soberanía y la decisión de seguir luchando para que los más pobres de esta región mantengan en pie las conquistas alcanzadas con los gobiernos progresistas latinoamericanos, contra los que actualmente se urde una conspiración global por parte del imperialismo y sus serviles oligarcas.


Chuquisaca, más que historia, es un símbolo de que América Latina y el Caribe jamás renunciarán a su soberanía ni a los ideales inspiradores de la justicia social