Blogia

Cuba Latino

El Segundo Frente Oriental, una estrategia decisiva

El Segundo Frente Oriental, una estrategia decisiva

En 1958 la ofensiva revolucionaria contra la tiranía batistiana era ya incontenible. Las ciudades arreciaban en la lucha urbana, y el centro dirigente de la Sierra Maestra, comandado por Fidel Castro, contaba con autoridad y prestigio a toda prueba.

Se hacía necesario dar pasos para hacer irreversible la consolidación de los territorios liberados. Fue el 11 de marzo de 1958 cuando Fidel encomendó al entonces Comandante Raúl Castro la creación del II Frente Oriental Zona Norte, denominado posteriormente II Frente Oriental “Frank País” (por decisión de Raúl, el 3 de agosto de 1958, mediante la orden 40). Las acciones combativas de Pino del Agua protagonizadas por la Columna 1 “José Martí” en plena Sierra Maestra, dieron lugar a la sabia decisión de Fidel de extender la presencia rebelde en otras áreas de las montañas cubanas. Así el 11 de marzo de aquel año los combatientes del II Frente Oriental llegaron a la zona conocida como Piloto del Pedio en la Sierra Cristal; 78 combatientes rebeldes y poco más de 50 armas largas arribaron con la misión de consolidar la presencia revolucionaria.

Desde el II Frente Oriental los aguerridos combatientes rechazaron la Ofensiva de Verano emprendida por las hordas batistianas y lograron pasar a la ofensiva atacando cuarteles y emboscando las tropas de esbirros en las carreteras que rodeaban las áreas de operaciones rebeldes.

 

Las exitosas campañas del II Frente Oriental bajo la dirección de Raúl favorecieron la consolidación del éxito en todo el Oriente de Cuba; hicieron posible – a partir del 31 de agosto – la orden de Fidel para que Camilo y Che emprendieran la invasión hacia el Occidente del país, otro paso preciso en la liberación de todo el territorio nacional.

Es digno destacar que a la par de su importantísimo rol militar, el II Frente Oriental “Frank País” sirvió para acrecentar la vinculación del Ejército Rebelde con el campesinado; fue un ensayo de lo que a raíz del triunfo del 1º de enero sería el programa social de la Revolución. En los territorios liberados y bajo control del II Frente Oriental se implementó una organización estatal de combate que incluía programas de educación, agrarios, instituciones para impartir justicia, de finanzas, salud, construcciones, comunicaciones y propaganda revolucionaria. Inspirados en la esencia del programa agrario de la posteriormente Revolución triunfante, fue celebrado allí el Primer Congreso Campesino en Armas.

A 58 años de la creación del II Frente Oriental “Frank País” valen destacar su meritoria funcionalidad en el orden militar dentro del contexto de la guerra de liberación; su rol político, económico y social como ensayo de lo que sería el proceso revolucionario luego del triunfo, y la probada capacidad de Raúl como estratega militar en la lucha guerrillera y dirigente político en periodos de paz.

La historia confirma la sabiduría de Fidel al designar a Raúl para aquella misión que constituyó una estrategia decisiva para consolidar y ampliar la lucha que, finalmente, condujo al feliz triunfo de enero de 1959.

Berta Cáceres y el contexto actual latinoamericano

Berta Cáceres y el contexto actual latinoamericano

Las oligarquías latinoamericanas no se resignan a aceptar las luchas por los derechos de las grandes mayorías desposeídas y explotadas. En contubernio con las grandes transnacionales y los grupos de poder político serviles a sus intereses, ponen límites al modelo de democracia representativa y a las virtuales libertades de expresión. Expresar la verdad, denunciar los abusos de poder y defender una causa justa se paga con la muerte extrajudicial como acaba de suceder el pasado 3 de marzo con la líder indígena y ecologista hondureña Berta Cáceres Flores. 


A solo cinco días de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, manos asesinas la orden de eliminarla físicamente. La víctima: una mujer de 43 años cuyo “delito” fue consagrarse a la defensa de las mujeres, los recursos naturales de su país y los derechos de la comunidad indígena lenca, de la cual formaba parte. 


Los lencas son la mayor comunidad indígena de Honduras, con un idioma extinguido a la fuerza durante los siglos de colonialismo español y, ya en el periodo republicano, por el hostigamiento a los niños de la comunidad que se atrevían a hablarlo en las escuelas; en cambio, buena parte de su cultura prevalece fundamentalmente en el arte de la alfarería, cuyas muestras se exportan como piezas ornamentales. Como miles de aborígenes de América Latina, la comunidad lenca padece la marginación y está confinada a las áreas rurales. Cada día se le amenaza privándola de tierras y de agua; defenderlos del despojo fue la causa a la que Berta Cáceres se consagró y que pagó con su vida.


Como luchadora social, Berta fue activista política. Se manifestó contra el golpe militar que derrocó al presidente Manuel Zelaya en junio de 2009; su actitud era una cuenta pendiente a cobrarle por la oligarquía, algo que no le fue perdonado. En su lucha por los derechos de la comunidad lenca fundó y presidió la Coordinadora General del Consejo Cívico Popular Indígena de Honduras COPINH, foro desde el cual desarrolló su lucha que le hizo merecedora de reconocimientos internacionales, como el Premio Shalom en Alemania, en 2012 y el Premio Medioambiental Goldman, máximo galardón, instituido en Estados Unidos para reconocer la labor de activistas que defienden la naturaleza y el medio ambiente. 


Entre los principales focos de interés en la lucha desarrollada por Berta Cáceres Flores estuvo su oposición a los desalojos violentos y a la construcción de la presa de la hidroeléctrica de Agua Zarca en el Río Gualcarque en Santa Bárbara, territorio de la comunidad lenca, obra que robaría y contaminaría las aguas que ellos necesitan para el consumo y la producción agrícola, además de ser considerado como lugar sagrado para los lencas, por la creencia de que los ríos son habitados por espíritus femeninos que se ocupan de su custodia. 


Un total desprecio a la cultura de una etnia nativa y a la vida humana, ya que no solo Berta, sino otros miembros de la comunidad lenca han sido maltratados y amenazados de muerte.


Es de lamentar que a pocos días de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, haya que lamentar tan deplorable y vil asesinato. Es exigencia legítima exigir justicia y el total esclarecimiento de tan horrendo crimen, y que los responsables intelectuales y materiales respondan ante la ley y paguen por tan cobarde acción.


Mientras redacto estas líneas tengo ante mí un libro de cabecera: Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, cuya lectura es continuamente necesaria y de actualidad permanente. El contexto actual latinoamericano y el asedio mediático a las democracias progresistas no excluye acciones repugnantes como el asesinato de Berta Cáceres. Las venas de América Latina siguen sangrando. 

Pablo, periodista consecuente

Pablo, periodista consecuente

El 19 de diciembre de 1936 la sangre cubana fue vertida en los campos de Majadahonda.  Pablo de la Torriente Brau entregó su vida en aras de la República Española. En aquel lejano y turbulento día, un cubano nacido en Puerto Rico enarboló una bandera que años más tarde ha sido retomada por decenas de miles de sus compatriotas, tanto en la solidaridad con otros pueblos por su liberación nacional, como en campañas para llevar la enseñanza y la salud.
El legado de Pablo es, inequívocamente, una realidad consustancial patente en los cubanos y cubanas de nuestro tiempo. En su dimensión cultural fue escritor y periodista, profesiones que desarrolló de manera consecuente con sus principios políticos. Combatió a la dictadura de Gerardo Machado, destacándose en todo momento como un decisivo luchador antimperialista.
Mantuvo una conducta vertical que hubo de pagar con el exilio. Salió un día para España como corresponsal de El Machete, entones órgano de prensa del Partido Comunista Mexicano, y fiel a sus ideales, unió a la pluma el fusil para pelear por la causa justa republicana.
Pablo es ejemplo de periodista militante, y esa conducta coherente lo hace una de las máximas figuras del periodismo cubano en el siglo XX. Con su estilo propio, fue capaz de imprimir una nueva expresión, algo reflejado en los géneros que cultivó, entre ellos los reportajes, las crónicas y las entrevistas.
En todo su quehacer se manifiesta lo personalmente vivencial; el toque humano indiscutible, siempre vinculado a la realidad histórica que le correspondió vivir. La autenticidad que siempre evidenció, lo convirtieron en un escritor y periodista actual para cualquier época. Sin dudas, fue un apasionado en el arte de contar.
Al leerlo, advertimos una incontenible fuerza expresiva; contagiosa e inspiradora, como suelen ser las obras de los clásicos. España, Cuba y Estados Unidos le sirvieron de fuentes nutricias para desbordar imaginación y creatividad muy propias.
En sus cuentos y narraciones, se palpa la presencia de un cubano de pura cepa, caracterizado por su sentido del humor y expresiones propias de nuestro hablar cotidiano. Escritor de vanguardia, su obra es asignatura obligada para quienes se interesen por conocer nuestra literatura nacional.
La obra periodístico-literaria de Pablo de la Torriente Brau permanece actual y desbordante de lozanía; es obligado punto de referencia para quienes deseen indagar en el alma de los cubanos. Es también el testimonio de la coherencia entre arte y vida, una simbiosis necesaria para adjudicar eternidad a una obra.

S.O.S., se nos acaba el planeta

S.O.S., se nos acaba el planeta

Hoy 30 de noviembre comenzóen París la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).  Apenas sacudiéndose el polvo del ataque terrorista, la capital francesa se convierte en sede de un evento encaminado a detener otro terrorismo, el de las transnacionales y los grandes poderes que con desenfado hacen oídos sordos a los reclamos de instituciones científicas, personalidades y realidades palpables que alertan ante el evidente y galopante holocausto planetario.
Tal parece que muchos se desentienden de tan pasmosa realidad, en la certeza de que sus bunkers los protegerán del desastre que se avecina, bajo la supuesta esperanza de que:“allá los que poco o nada tienen”.
No es un secreto que el calentamiento global está destruyendo miles de especies animales y forestales y la propia salud y supervivencia humanas. La tala de bosques no se detiene, desintegrándose así los exiguos y fatigados pulmones planetarios.
La Cumbre que sesionará hasta el 11 del entrante diciembre constituye un esfuerzo por reemplazar el exiguo e incumplido Protocolo de Kioto, que tras dieciocho años (1997) fue incapaz de sacarnos a los terrícolas del atolladero sistémico en que está metida nuestra maltratada y decadente aldea global. Aquel antiguo e incumplido Pacto firmado en Japón no incluía a Estados Unidos ni a China; esta vez se pretende incluir a toda la comunidad mundial.
Según expertos en la materia, es otra muestra de voluntad política por parte de la comunidad mundial aunque, debido a la magnitud del daño, cualquier contingencia adoptada ahora no evitarálos dos grados a que se estima ascenderá la temperatura global en las postrimerías del actual siglo XXI.
A la reunión asisten más de 140 jefes de Estado y Gobierno, lo que es uno de los cónclaves mundiales más grandes de la Organización de Naciones Unidas acontecidos fuera de su sede neoyorquina. Esperemos que esta reunión al más alto nivel redunde en la adopción de un acuerdo efectivo y de estricto cumplimiento por parte de cada país miembro.
Hace falta plena voluntad política en la actual circunstancia dominada por el neoliberalismo capitalista, fuerza que en no pocos casos controla el accionar de muchos gobiernos y, en definitiva, deciden qué se hace y qué no en cualquier ámbito; desde el cuidado planetario hasta una declaración de guerra.
El desastre ecológico es, a fin de cuentas, un terrorismo suicida ejecutado por los más ricos. Si el planeta llegara a colapsar, ellos también caerían víctimas de su propia irresponsabilidad; ante un desastre semejante nadie sabrá, entonces, si es mejor continuar vivo o haber muerto.
El planeta se nos acaba, no queda otra que intentar salvarlo. O nos salvamos todos, o todos perecemos. La cordura apunta hacia la sensata opción por que se haga prevalecer la vida.

Che y el trabajo voluntario

Che y el trabajo voluntario

El 22 de noviembre de 1959 fue domingo; el de este año, también. Buena coincidencia para recordar que hace 56 años Ernesto Che Guevara protagonizó la primera jornada de trabajo voluntario en Cuba. Aquello aconteció en la Ciudad Escolar “Camilo Cienfuegos”, en el Caney de las Mercedes, en el centro de la Sierra Maestra.

Hay una histórica foto del Che, sin camisa y carretilla en mano, enfrascado en su labor. Trabajar es un hecho normal y cotidiano para cualquiera, acto que simboliza la condición humana; trabajar voluntariamente representa un hecho mayor de crecimiento, de humanización, colaboración, cooperación y solidaridad. Empeñarse en cualquier tarea – física o mental – por solo una retribución moral, ayudar al mejoramiento colectivo y social, es algo que pone a cada individuo por encima de sí.

Ese día el Che nos dio una enseñanza, algo que durante años hemos vivido y con la cual hemos crecido cronológica y humanamente a su calor. Es lógico que cada ser humano trabaje por una retribución, y que el pago recibido sea proporcional al esfuerzo y resultado del mismo. Es elevado, en cambio, cuando esfuerzos y resultados se entregan al bien común.

El trabajo voluntario educa y ennoblece. No contradice al quehacer cotidiano, tan justo como necesario para el sustento y también, claro que sí, para una vida más digna, confortable y mejor. Sería aberrante absolutizar uno u otro; al contrario, lo humanamente aceptable es armonizar la coexistencia de ambos. Uno, el que busca el sustento y crecimiento económico personal y familiar, constituye una necesidad material, y es en sí un derecho legítimo; es la manera honrada de crecer. El trabajo voluntario por su parte, como nos lo enseñó el Che, es la forma de ascender en nuestra condición humana.

Cuando el Guerrillero Heroico protagonizó aquella primera jornada, hacía poco que la Revolución había triunfado – menos de un año – y el gesto devino símbolo de la inspiración humanista de nuestro proyecto social. Desde entonces y hasta la fecha, cubanos y cubanas mantenemos aquella impronta y la manifestamos de muchas formas, tanto en centros laborales, de estudio, en la familia,como en labores comunitarias entre vecinos. Es por ello que tantas personas que visitan Cuba quedan admiradas con el espíritu de cooperación de nuestra gente. Eso lo heredamos del Che y de su ejemplo.

Hemos tenido y tenemos por costumbre ser solidarios unos con otros  - y otros con unos – como estilo de vida. Esperemos que los nuevos tiempos cuando se abre paso el legítimo y necesario espíritu emprendedor, importante para el bienestar de todos; que esos tiempos conciban también el espíritu de cooperación voluntaria que impide la irrupción de tendencias egoístas, deshumanizadoras y rapaces.

Confiamos en la generosidad que ha identificado siempre a nuestro pueblo, y también al legado que nos ha dejado el Che con su primer trabajo voluntarioaquel domingo 22 de noviembre de 1959.

Fidel y la IX Cumbre Iberoamericana

Fidel y la IX Cumbre Iberoamericana

Hace 16 años, los días 15 y 16 de noviembre de 1999, Cuba fue sede de la IX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Iberoamericanos, con la presencia de 17 mandatarios.  El tema central de la cita fue: “Iberoamérica y los grandes riesgos de una crisis económica globalizada”. La ocasión sirvió para un análisis profundo de la globalización y su repercusión, principalmente, sobre los países en vías de desarrollo; un fenómeno que ataca directamente sus situaciones financieras en el contexto de una economía globalizada.

Una vez más los dignatarios reunidos manifestaron su rechazo enérgico a las medidas de alcance extraterritorial aplicadas contra Cuba por las administraciones norteamericanas.

En su intervención, Fidel destacó la importancia de estas cumbres, y al referirse al factor de la unidad, señaló: “Tenemos hoy la posibilidad de defender unidos nuestros intereses vitales y negociar en común los temas cruciales de nuestra época. Actuando separados, uno a uno, podríamos ser todos devorados; juntos, nadie tendría poder para devorar a ninguno de nosotros.”

La visión del líder histórico de la Revolución Cubana enfatizó el valor de la unidad para enfrentar los desafíos de un mundo globalizado y dominado por el capitalismo neoliberal. Asimismo, elogió la pertinencia de los encuentros iberoamericanos para dirimir conflictos entre los estados, incluidos los de carácter fronterizo “…ya centenarios como los de Perú y Ecuador, y los alcanzados entre Argentina y Chile”.

Al enunciar los vínculos de los países iberoamericanos con el Viejo Continente, señaló que “…España y Portugal se han convertido en sólidos e imprescindibles puentes con la Europa que se une y se integra; los lazos con el Caribe se desarrollan y estrechan.”

Durante las sesiones fueron debatidas las estrategias para fortalecer el sistema financiero internacional, en pro de un funcionamiento estable de la economía mundial, tomando en cuenta a los países en desarrollo y sus necesidades.

Un logro trascendental fue la aprobación formal de la constitución de la Secretaría de Cooperación Iberoamericana (SECIB), con sede en Madrid, España.

La IX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Iberoamericanos, que tuvo como sede La Habana, evidenció el espíritu de cooperación y solidario de Cuba, su apertura a la colaboración internacional y su vocación de paz.

No existe nada que temer

No existe nada que temer

El pueblo de Cuba comenta en muchos de sus espacios de reflexión sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Muchos afirman que al fin hubo un presidente en el país norteño con la valentía suficiente para echar abajo una política hostil que tanto daño hizo a la gente común de ambas orillas.

Cierto que el proceso hacia la total normalización es un camino largo; no es posible curar de un día para otro, todas las heridas que dañaron la piel y el alma nacionales.

Sin los descalabros de las anteriores administraciones de Estados Unidos, nuestro proyecto social habría avanzado más; los gastos para salvaguardar la integridad territorial y la soberanía de Cuba provocaron que fuerzas, recursos e inteligencia se ocuparan en la defensa.

Puede que aquellos obstáculos levantados en contra nuestra sirvieran para inmunizarnos contra las patologías ideológicas y pseudoculturales que continuamente han tratado de inocularnos.

A pesar de todo, hoy las cubanas y cubanos disfrutamos de una nación que – con necesidades, sí, no lo negamos – muestra índices de salud elevados, más que muchos países desarrollados; nuestras niñas y niños tienen escuelas; los índices delictivos no son un problema.

Más aún: somos un país soberano. Hemos alcanzado un nivel de sabiduría y conciencia como pocos países, y ello gracias a la Revolución.

Y en este paradigmático devenir, la cultura se irguió como escudo y espada, tomando como referentes el apego a una tradición  artística, patriótica e independentista,  sembrada por Perucho Figueredo en las notas de nuestro Himno Nacional.  

Dentro de unas décadas más -cuando se escriba desde la lejanía del tiempo nuestra historia-, quienes vivamos entonces sentiremos el orgullo de haber sido protagonistas de un brillante capítulo que jamás se cerrará sino que con energía renovadora va a prevalecer en continua renovación.

Pertenecemos a una generación que siente cerca a Martí, Fidel, Raúl, Camilo, Che; a los Cinco Héroes; a los internacionalistas cubanos que ofrendaron sus vidas por la libertad de pueblos hermanos del África; a los que hoy llevan la salud y la luz del saber a lugares distantes.

Hay muchos de estos héroes anónimos entre nosotros; igual que nosotros mismos nos sentimos representados por ellos.

El futuro, el mañana, eso que hacemos un día tras otro muchas veces provoca involuntarias dudas, incluso temores. En cada individuo, lo mismo que en grandes conglomerados, la incertidumbre por el “que pasará” forma parte del pan cotidiano.

Al mismo tiempo vale pensar que en ocasiones los miedos a los demonios  provocan más daños que el demonio mismo. Un proceso de entendimiento como el que hoy experimentamos es algo difícil, seriamente complicado.

De un día para otro no pueden sanar heridas que, por antiguas, no dejan de ser profundas y en muchos casos, traumáticas.

No debemos olvidar - ni jamás lo haremos-, nuestro pasado glorioso; recordarlo siempre servirá para salvaguardar la patria, es el antídoto esencial contra los males que pueden irrumpir desde afuera, y también desde adentro.

En cambio, vale considerar que una vía a la normalización de las relaciones implica, en primer lugar, desprendernos -sin dejar de ser cautos-, de la imagen de un enemigo acechante, ladino y malvado. Si mantenemos como divisa principal los resquemores y las dudas, difícilmente podamos edificar una nueva realidad de convivencia.

Existen temores en no pocos acerca de la penetración cultural. Al respecto nuestra nación siempre deberá mantenerse a la ofensiva en la preservación de su patrimonio material e inmaterial;  mas tampoco llegar al clímax de miedos paralizantes. Si no, vayamos a la historia.

Desde 1902 nuestro pueblo enfrentó el neocolonialismo cultural, y hubo figuras que se alzaron contra los desmanes de entonces.

La Generación del Centenario nació y se forjó en una república mediatizada y penetrada por un modo de vida impuesto desde afuera, sin que ello fuese impedimento para erigirse portadora de los valores, la dignidad y el orgullo patrióticos.

¿Cómo será  posible que hoy, con un fruto y una obra -palpables y para bien de todos-, puedan ser peores y más efectivos los intentos que pretendan destruirnos?.

Hoy contamos con una obra que es resultado de sacrificios, sudores y sangre; una obra coprotagonizada por el pueblo de Cuba a cuya vanguardia han marchado y continúan los fundadores de nuestro proyecto de nación.

Si hoy contamos con un legado histórico-cultural y una realidad palpable, los cantos de sirena no harán mella sobre la indestructible armadura de nuestros valores y principios.

Debemos, necesitamos y queremos defender nuestra identidad nacional; no como actitud reactiva ante desafíos futuros, sino como gesto proactivo y de principios que nos acompaña en cada jornada.

En todo momento habrá desafíos, pero nada hay que temer. Sí debemos alzar la guardia contra errores y desaciertos propios a los que la realidad contemporánea puede inducirnos.

Un proceder sabio, actuación inteligente, fidelidad y consecuencia ante principios y valores patrios que jamás serán negociados; eso sí, no el temor a lo que la otra parte pudiera pensar.

Evaluemos y juzguemos acciones, no intenciones. Evaluemos, reflexionemos y asumamos las decisiones más sabias. Poseemos una reserva moral evidente en la práctica y el actuar de cada día.

Afrontemos la realidad sin temores. Somos un pueblo de héroes y heroínas; hemos sido capaces de forjar un proyecto más grande que nosotros mismos y esa tan atrevida y valiente realidad disipa todo temor.

La fuerza de nuestras ideas como principios innegociables constituye el más poderoso antídoto para cuánto de dañino o adverso pueda parecer el día de mañana.

La realidad cubana es irreversible; nuestra soberanía nacional se acrisola ante cada reto, en cada victoria.

Sin pecar de ingenuos, no hay nada a qué temer. Confiamos en todos y cada uno de nosotros, ahí está nuestra fuerza principal.

20 de octubre: Evocación de lo cubano

20 de octubre: Evocación de lo cubano

Es el Día de la Cultura Nacional Cubana. La fecha nos invita a repasar aspectos significativos que nos definen como hijos de este país, y pertenecientes a una realidad de la cual sentimos orgullo.

Entender la cubanía es ante todo respetar, amar y preservar los símbolos que identifican nuestra naturaleza. La defensa de la identidad se expresa de varias formas; su punto de partida es la honrosa aceptación de las raíces y su riqueza diversa. Sentir lo cubano por ningún concepto representa unicidad, sino aquilatar el arcoiris del que formamos parte.

Como cubanos, somos un gran ajiaco: mezcla de nutrientes diversos que sin renunciar a su particularidad, aportamos sentido policromo al rico y variado espíritu nacional.

Cuba es una mezcla; al mismo tiempo, no una masa amorfa. Somos como las partes del cuerpo humano, cada una con su función e interdependientes para complementarse unas con otras. Nadie es más; nadie, menos. En la unidad integramos el alma de la Nación.

Por todo esto somos iguales y diversos, para tributar el polen propio y propiciar una miel tan dulce como irrepetible.

Somos un país dichoso. Gente de todas partes ha llegado a estas playas durante generaciones aportando laboriosidad, maneras de pensar, cantos, bailes, tradiciones y costumbres. Hemos acrisolado esos componentes añadidos que articulan tan bien con lo que desde antes existió. Esto se explica por la universalidad del alma cubana.

Somos patriotas, nación identificada con sus valores; también puerta y ventana que se abre a todo lo nuevo y noble del mundo, capaz de dar; presta a recibir.

Hace 147 años nuestros adelantados próceres cantaron por primera vez el Himno Nacional. Desde el 22 de agosto de 1980 adoptamos este día para celebrarlo con todo lo hermoso de nuestro pasado y presente, y lo que depara el futuro.

Nada ni nadie nos hará renunciar al honor de sabernos, pensar y actuar como hijos e hijas de este país. El arraigo de la cubanía prevalece en cualquier parte; las distancias geográficas no cuentan porque lo afectivo puede más.

Tierra, ríos, palmeras, cielo, bandera, himno, escudo, gentes… ¡ahí estamos!.

Todos y cada uno somos Cuba en cualquier parte, a cualquier hora, ante las más disímiles circunstancias; Cuba es patria, madre, amor, sentido de pertenencia y razón para que esta grandeza amada siempre sea ara y nunca pedestal.