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Cuba Latino

Noemí Díaz de Villegas y la radio

Noemí Díaz de Villegas y la radio

Los espacios de música sinfónica forman parte de la tradición radial de Cienfuegos. Desde los años 50 en el mismo local ocupado por la antigua Radio Tiempo, también existía “La onda de la música”, emisora dedicada a la música instrumental, principalmente valses y obras que dentro de la música culta han gozado siempre de popularidad.

Los años que siguieron a la nacionalización de la radio redujeron el número de estaciones en las provincias del país. Para entonces, cuando Cienfuegos contaba con por lo menos tres estaciones, quedó solo una, Radio Tiempo, como representativa de la antigua región que formaba parte de la provincia de Villa Clara.

En aquellos tiempos, la  hoy Radio Ciudad del Mar, se caracterizó por una considerable participación popular. La mayor parte de los programas especializados estaban a cargo de instituciones y personas que fungían como colaboradores.

Fue una época muy interesante, ya que muchas personas, entre ellas maestros, profesionales de diversas ramas y aficionados hallaron y descubrieron una vocación que en muchos casos se asumió de manera definitiva. Entonces, como nunca antes, tenía lugar esa necesaria sinergia mediante la cual la radio interactuaba con instituciones y protagonistas sociales del momento.

Entre los más relevantes figura la hoy Biblioteca Provincial “Roberto García Valdés”, que durante décadas acogió junto a muchos lectores, un sinnúmero de escritores y pensadores que se reunían allí para desarrollar sus talleres literarios, tertulias y café-conversatorios.

En cuanto a la radio, sus vínculos con la Biblioteca fueron sólidos; en particular a través del programa de música clásica "Divulgación Musical", que comenzó a difundirse desde 1962  los domingos a las 6 y 30 de la tarde, y luego los martes y jueves.  Aquella primera etapa el espacio se mantuvo a cargo de Noemí Caridad Díaz de Villegas Olascoaga, quien atendía la sala de música de la referida institución.

Noemí se mantuvo como productora y conductora durante 21 años. Y aclaro lo meritorio de esta mujer sencilla y afable, que no recibía un solo centavo por hacer aquel espacio al cual dedicó tiempo y esmero, tanto que hoy muchos la recuerdan.

Es una persona excepcional que a pesar de la distancia geográfica -actualmente reside en Islas Canarias-, mantiene una cercanía afectiva con Cienfuegos, su amada Biblioteca y con la radio.

El quehacer de Noemí abarcó diversas aristas. Su prueba de fuego la tuvo con “Herederos de la Paz”, dedicado a los niños y auspiciado por la Unión de Pioneros de Cuba (UPC), en Cienfuegos, que salía al aire los domingos a la 4 y media de la tarde. Su directora en los inicios -me comentó Noemí-, fue Santa Queijo, y también participaron: Paula y Margot Navarro, Paco Pino y Olga Bielsa. Cuando Santa no continuó por problemas familiares, Noemí pasó a dirigir el programa.

Ella recuerda un personaje imaginario llamado Cucarachita Martina quien tenía un helicóptero para viajar por todo Cienfuegos, y ver el comportamiento de los niños.  Hacía los efectos de sonido con una matraca, y la imaginaria cucarachita recibía llamadas telefónicas de familiares de los niños para que hablara sobre ellos y les aconsejara.

Tiempo después pasó a llamarse “La ronda de los niños”, donde aparecieron los personajes de Lulú y Betty, interpretados por Noemí y Yolanda Cepero, respectivamente.

Fueron tiempos de movilizaciones masivas a la agricultura, y en 1968 Radio Tiempo se fue a la Zafra para hacer su programación desde el Central Azucarero “Pepito Tey”; allá fue Noemí con el colectivo radial para llevar el  ambiente de zafra a las ondas hertzianas.

Otra creación de Noemí fue “La cultura y el pueblo”, cuando ella ocupaba la Secretaría de Cultura en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en la Perla del Sur. Se ofrecían noticias culturales, comentarios de libros y música. Posteriormente, quedó bajo el auspicio de la Biblioteca “Roberto García” y empezó a llamarse "De todo un poco", con secciones tales como: Efemérides del día, Comentarios de Libros, Cine, Música, y Diversos Asuntos de Interés.

También se entrevistaron a destacadas figuras, entre ellas Mateo Torriente, Benjamín Duarte, Leopoldo Suárez y la escritora Marguerite Duras, autora de Hiroshima, mi amor, obra llevada al cine.

Durante el Primer Festival de la Canción Internacional de Varadero, en 1967, Noemí entrevistó a artistas relevantes como Massiel, Sergio Endrigo, Jenny Luna, Eva Pilarová, Yordanka Krístova y Margaret Pislaru, entre otros, que fueron transmitidas en “De todo un poco”. Las fotos con aquellos artistas fueron exhibidas en la Galería de Arte de la Biblioteca Provincial.

Noemí atesora con cariño estas y otras historias que he tenido la suerte de escucharle, y que merecen darse a conocer, lo cual haré en otro momento.

Por lo pronto vale aquilatar el legado de una época preciosa y la entrega de esta mujer quien, con dos apellidos indiscutiblemente cienfuegueros, dio a su ciudad, su radio y su pueblo una importante cuota de sabiduría y mucho amor.

Zenaida Romeu, una noche esplendorosa al frente de la Orquesta Sinfónica de República Dominicana

Zenaida Romeu, una noche esplendorosa al frente de la Orquesta Sinfónica de República Dominicana

(Tomado de Diario Libre de Santo Domingo, por Alfonso Quiñones)

Tras una entrada alegre y brillante, con “Candide” (Bernstein) servida en su batuta, Zenaida Romeu, primera directora sinfónica de Cuba, enseñó en el primer escenario de República Dominicana -Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional- su estilo enérgico y lírico al frente de una orquesta sinfónica y su profundidad cultural.

“Candide” era el saludo jovial de quien ha innovado al incluir el desenfado y el desencartonamiento gestual, primero con el coro Cohesión y luego con su Camerata Romeu; y también con la imagen física, al proponerse llamar la atención en el Concierto oratorio que dirigió con Michel Legrand al piano y una gran orquesta con coro y varios de los más importantes músicos cubanos del jazz: cabello muy corto y tacones bien altos, con el logro del piropo de Legrand: “Zenaida tiene la maestría de simplificar lo complejo, de hacer fácil lo que es difícil. Estoy muy sorprendido por esta versión del Concierto oratorio, nunca antes dirigido de esa manera”.

El violinista Leonardo Mercado debutó como solista la noche del miércoles, dirigido por Romeu en el Concierto No.1 para violín y orquesta, de Sibelius. Si bien el comienzo fue algo inseguro, sobre todo en el primer movimiento (gestos como rascarse la cabeza en una ocasión lo delataban), ganó en seguridad tras el solo después del pasaje de los chelos y contrabajos. Al entrar las maderas y abrirse el diálogo a las cuerdas, el instrumento central se ahogaba. En el segundo movimiento fue tomando aire y firmeza, y ya el tercer movimiento logró salir airoso de un reto, quizás el mayor que ha tenido en su vida, demostrando su potencialidad como solista, su valentía artística y la necesidad de un instrumento mejor a la altura de retos similares. Ahora sólo falta fogueo y nuevos chances. Sin dudas una excelente política: dar espacio a los jóvenes solistas de la OSN.

La Sinfonía No. 5 de Shostakovich demanda un nivel de profundidad intelectual, capaz de transmitir la riqueza de sentimientos y los malabares que tuvo que hacer el compositor para enmascarar su verdadera intención, en épocas de represión despiadada y de sentirse perseguido por la oficialidad. Pintó una capa realista socialista tras una especie de mea culpa (como 30 años después haría en el Caribe el poeta Heberto Padilla), y debajo expuso esa gama de sensaciones y discursos, incluidos gritos y tristeza, que el pueblo quería expresar y supo encontrar en la obra. Rostropovich contó que la ovación del estreno en San Petersburgo duró unos 40 minutos.

Aquí la intensa y fiel ejecución de la OSN dirigida por Romeu no recibió tantos minutos de ovación, pero la agrupación sonó crecida, cohesionada y espléndida y la directora vino, dirigió y triunfó.

¡Feliz estancia en Cuba, Santo Padre!

¡Feliz estancia en Cuba, Santo Padre!

Su Santidad, el Papa Francisco ya está en suelo cubano. A su arribo tuvo el más cálido recibimiento por parte de las autoridades de nuestro país y pueblo que le admira y le demuestra su hospitalidad y respeto.

El máximo representante de la Iglesia Católica realiza su visita Pastoral como Misionero de la Misericordia, esa virtud de la caridad cristiana de acompañamiento a todo ser humano como testimonio de un amor, más que sentimental, evidencia actitud y compromiso de vida personal y comunitaria.

Días previos a su llegada me atrajo conocer el significado etimológico de la dignidad de Pontífice que hoy ostenta Francisco. Buscando hallé que pontifex es un vocablo latino compuesto por la unión de las voces pontis y facere, que significan respectivamente “puente” y “hacer”; de modo que Pontífice puede ser traducido como “constructor o hacedor de puentes”. Y no necesariamente los conocidos como frutos de la ingeniería civil sino aquellos conducentes al entendimiento y la fraternidad entre naciones y seres humanos, pilares estos donde descansan las bases de la justicia y la paz.

Es sabido el rol del Papa Francisco en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, así como los llamados suyos y de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI para el cese del bloqueo que por más de medio siglo Estados Unidos ha impuesto al pueblo de Cuba. Un sentido de justicia y sentido común desde aquel enero en 1998 cuando Juan Pablo II clamó: “que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”.

La presencia papal por tercera vez en Cuba da fe de las excelentes relaciones entre el Vaticano y nuestro país; de cuánto en la Santa Sede se estima y valora a Cuba y su reconocimiento hacia nuestro laborioso pueblo; de cuánto aquilata el rol desempeñado por este pequeño archipiélago en múltiples áreas del mejoramiento humano, desde la ayuda médica a cualquier confín del mundo por difíciles que sean las circunstancias, hasta la mediación cubana en las conversaciones entre el Gobierno Colombiano y las FARC-EP; la presencia de maestros y maestras cubanos que llevan la luz de la enseñanza a muchas partes del mundo; la Escuela Latinoamericana de Medicina donde también estudian jóvenes de otros continentes, y la voz cubana que se levanta en foros mundiales clamando por salvaguardar el planeta de una catástrofe ecológica.

Al leer Pontífice, se entiende como la Iglesia prosigue en su empeño por tender puentes entre seres humanos sin distinción de nacionalidad, credo, sexo o color de la piel. Un propósito de erigir, a su vez, el puente espiritual que conduce a cada creyente a la presencia de Dios.

Se me ocurre pensar que Cuba, “de facto”, está investida también de un pontificado terrenal con muchos puntos de coincidencia con el proyecto Cristiano. Cuanto hace este país dentro y fuera de sus fronteras no es otra cosa que tender puentes para una vida con mayor calidad y dignidad. Enseñar a leer y a escribir, curar enfermos y promover la Paz son tareas de ese pontificado secular practicado por Cuba, que está resumido en su opción por los más pobres y desposeídos del orbe.

La presencia de Su Santidad Francisco como el primer Papa latinoamericano que nos visita y estos sólidos lazos en común,  hacen posible el éxito de esta visita.  

Nos honra a creyentes y no creyentes su presencia en esta tierra, en la Cuba de la Santísima Virgen María de la Caridad del Cobre. Sin lugar a dudas nuestra Patrona está de fiesta  con tan distinguido visitante.

Estamos convencidos de que al concluir estas intensas jornadas, el Sumo Pontífice partirá con alegría y dejará una parte importante de sí entre nosotros como Misionero de la Misericordia.

¡Feliz estancia en Cuba, Santo Padre!

Treinta y cinco años del vuelo espacial conjunto Cuba-URSS

Treinta y cinco años del vuelo espacial conjunto Cuba-URSS

Recuerdo la tarde de aquel 18 de septiembre de 1980, alrededor de las 5 de una bella tarde cubana. Pusimos el televisor y recibimos la sorprendente noticia: el primer cosmonauta cubano circunvolaba el espacio estelar; le acompañaba un astronauta soviético.

Hacía poco menos de dos horas que la nave despegaba llevando a bordo al cubano Arnaldo Tamayo Méndez y al soviético Yuri Romanenko.

La misión concluyó el 26 de septiembre. Fueron nueve días en que Cuba y Latinoamérica – por primera vez en la historia – tuvieron uno de sus hijos en el espacio.

Arnaldo Tamayo Méndez encarnó, durante aquellas jornadas, a todo un continente multicultural; a sus ancestros y descendientes.

Los cubanos y cubanas, en primer lugar, experimentamos la emoción de contar con un compatriota en el espacio cósmico; así seguimos de cerca cada instante de aquella travesía a bordo del complejo orbital Saliut 6-Soyuz 37, que contaba también con sus dos tripulantes, los cosmonautas Leonid Popov y Valeri Riumin.

Junto a Tamayo también viajó al cosmos la ciencia cubana, ya que entre los propósitos de la misión estuvo la realización de varios experimentos pensados por científicos cubanos, encargados también del diseño y la construcción de los equipos destinados a aquel fin.

La ciencia cubana estuvo representada aquella vez por el Instituto de Investigación Técnica Fundamental, la Universidad de La Habana, el Instituto de Geofísica y Astronomía, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, el Instituto Técnico Militar, el de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar, y el INDER.

Nuestro compatriota ocupó el número 97 entre los seres humanos que hasta la fecha habían salido a explorar el Universo, y Cuba se convirtió en el noveno país a escala mundial en contar con un cosmonauta.

Este acontecimiento está inscrito en nuestros anales científicos; también en nuestra historia como nación porque hubo importantes premisas que posibilitaron su realización.

Arnaldo Tamyo y Yuri Romanenko protagonistas del Vuelo Espacial Conjunto Cuba-URSS;Arnaldo Tamyo y Yuri Romanenko protagonistas del Vuelo Espacial Conjunto Cuba-URSS;En primer lugar la condición soberana de Cuba, gracias al Triunfo de la Revolución, abrió las puertas para el desarrollo de la investigación y experimentación científicas – propósitos que hoy muestran logros indiscutibles en los campos de la biotecnología y la medicina- y, como cuestión igualmente innegable, el desarrollo de sólidos vínculos de hermandad y solidaridad con la ex Unión Soviética; relaciones que se mantienen con el pueblo ruso y con las repúblicas que formaron parte de aquella gran unión de naciones concebida por Vladimir Ilich Lenin.

El tiempo no borrará jamás las horas y años gloriosos de aquella amistad; nuestra gratitud prevalece y vence la prueba del tiempo. Es un pasado que no debemos olvidar, porque pertenece a nuestra memoria histórica.

Y es muy cierto, la historia no se detiene, todo avanza de manera contínua, independiente de nuestras conciencias y voluntades.

Cada día nos ofrece retos y realidades renovadoras; los tiempos cambian como también las circunstancias, no así los principios, sellados estos bajo el signo de la gratitud merecida, así como de las experiencias pasadas que constituyen un valioso aprendizaje.

Es por todo esto que el aniversario quince del Vuelo Espacial Conjunto Cuba-URSS debemos festejarlo con toda la dignidad, orgullo y satisfacción que por siempre merecen.

Radialistas eficientes y efectivos

Radialistas eficientes y efectivos

Tal vez parezca una paradoja el título de este comentario, pero no es así. Conozco radialistas que son eficientes, pero no efectivos; también conozco quienes son lo contrario. No soy aficionado a los juegos de palabras, si hacerlo no entraña un significado; en este caso, sí.

A lo largo de mi vida en la radio he tenido la suerte de observar cómo la reclamada eficiencia tiende a tornarse algo insípido porque bien poco vale si tras ella no existen resultados.

Los radialistas eficientes son aquellos que con heroicidad y estoicismo aparentes asumen cuantos programas les asignen en su plan de trabajo. Unos lo hacen porque con la mejor fe desean abarcarlo todo, están contagiados por el incurable virus del radialismo – aquí si inventé una palabra porque sí, y punto -, la más sublime de las virosis que pueden aquejar a quienes un feliz día abrazamos alguna de las profesiones vinculadas a la radio.

Hay radialistas eficientes para "quedar bien", decir que sí a todo y no ser vistos con "caritas" por sus superiores en el medio; estos son de quienes se dice: "fulanito o menganita, eso sí es un ejemplo de amor al medio y a su trabajo". Un tercer grupo lo acepta todo en un desmedido afán por engrosar el bolsillo, aspiración legítima siempre y cuando haya un resultado, ¡eso!, un resultado. A ese grupo pertenecen los radialistas efectivos.

No escasean quienes desean hacer oír una y otra vez su nombre.

Con deseos de esclarecer conceptos – dejando margen a mi propio error – busqué en el diccionario de la Real Academia Española RAE el significado de ambos términos y hallé lo que transcribo a continuación.

EFICIENCIA: Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado.

EFECTIVIDAD: Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.

He ahí el problema, diría Shakespeare.

¿Qué opinan ahora?

Para mí lo más importante es ser efectivos, que se alcance el objetivo propuesto, siendo la eficiencia el mejor punto de partida, pues sin ella la efectividad no es posible. Opino que una eficiencia desmedida, por querer abarcar empeños gigantescos, puede dar al traste con la efectividad.

Vale el esfuerzo por buscar y encontrar la justa medida entre ambos conceptos. Tal vez algunos piensen que lo escrito, más que otra cosa, sea una abstracción etimológica de poco valor a la hora de actuar. A mí me parece diferente, algo a tomar en consideración muy en serio.

La eficiencia y la efectividad no siempre coinciden. La segunda no puede prescindir de la primera; pero si la primera no cuenta con la segunda, se malgasta tiempo.

Ojalá no demoren en llegar sus propias apreciaciones sobre este tema.

Giustino Di Celmo vivirá por siempre en Cuba

Giustino Di Celmo vivirá por siempre en Cuba

Cuando la noche del primer día de septiembre se posaba sobre la Isla, una noticia dolorosa sacudió a Cuba. Giustino Di Celmo, el padre de Fabio, entraba en el eterno descanso,  tras 94 años de una actividad intensa y cruelmente lastrada por el indescriptible dolor ante la pérdida de un hijo.

Dio su último adiós exactamente tres días antes de conmemorarse 18 años de uno de varios actos terrorista perpetrados en La Habana que costara la vida a su hijo.

Cuánto dolor para aquel hombre sencillo y noble, ya entonces de edad avanzada quien experimentó semejante sacudida tan inesperada como cruel.

Manos asesinas, en su empeño por sembrar el terror en Cuba, buscando a toda costa dañar la actividad turística internacional se ensañaban entonces – práctica habitual de hordas mafiosas –contra puntos seleccionados de nuestra ciudad capital.

Actos así contra nuestro país los registra la historia por decenas: La Coubre, en marzo de 1960; el incendio de la tienda por departamentos El Encanto, en 1961; la voladura en pleno vuelo de una nave de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976, y el 8 de mayo de 1980, el incendio contra el Círculo Infantil Le Van Tan, en Marianao, que puso en peligro las vidas de quinientos setenta niños y niñas.

Esa sanguinaria historia se repitió una y otra vez en muchos lugares de nuestro país, un mismo método asesino para hacer que el terror se apoderase de cubanos y extranjeros que nos visitaran.

En tantos años durante los cuales tuvimos que defendernos, los métodos mafiosos no cambiaron; tampoco cambiaron la integridad y el valor de nuestro pueblo y su Revolución para hacerles frente con toda energía.

Quienes por todo ese tiempo se alimentaban del odio, querían beber la sangre de sus víctimas y las lágrimas de sus seres amados.

A Giustino le tocó dolorosamente ver derramada la sangre de su hijo Fabio, un joven lleno de sueños como a lo que todo ser humano tiene derecho, y que manos asesinas se los arrancaron para siempre. A Giustino le tocó ser uno más de quienes con lágrimas pagaron una inmerecida cuota de dolor.

Al leer la noticia y conocer la integridad de este hombre, caracterizada por su vocación de paz, algo demostrado por su participación en la lucha contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, entendemos claramente todo su posterior actuación en la lucha por el regreso del niño Elián González  con su padre, en aquellos años secuestrado por la mafia terrorista miamense, y por la liberación de nuestros cinco hermanos antiterroristas prisioneros de manera injusta en cárceles de los Estados Unidos y hoy felizmente en nuestra Patria como símbolos de que la lucha por la paz es larga pero valedera.

Su plena identificación con la Revolución Cubana y su proyecto social le hicieron merecedor de la militancia del Partido Comunista de Cuba, considerándose su otorgamiento a petición suya, como condición excepcional, pocos días después de haber perdido a su hijo.

Al mencionar a Giustino vemos en él la imagen de luchadores internacionalistas de otros países, solidarios con Cuba, y recordamos seres de la talla de Henry Reeve y tantos más. Giustino Di Celmo se suma a esa incontable lista de personas generosas y de paz que dentro o fuera de Cuba se han mantenido junto a nosotros. Por razón tan poderosa, Giustino vivirá por siempre en Cuba.

Gracias, Giustino, por haber amado tanto a Cuba. Descanse en Paz.

La Patria, ese amor infinito

La Patria, ese amor infinito

Cuando se está geográficamente lejos de la tierra natal se aquilata en mayor dimensión el valor de lo propio y cuánto se ama aquello a lo cual pertenecemos. Nos dice la historia que para los cubanos de la etapa colonial el peor castigo a recibir era el destierro, algo equivalente  o peor que la pena de muerte. Todos los que alguna vez nos hemos ausentado temporalmente del archipiélago entrañable, conocemos cuánto nos une a la Patria, cuánto de ternura y de dulce lazo ata y atrae. 

Duele imaginar la decisión de personas que por diversos motivos, a través de los siglos, optaron por la emigración.

En estos días tan significativos para la historia cubana, como lo será el aniversario 58 del levantamiento popular de marinos y civiles el 5 de septiembre de 1957, no puedo evitar escribir lo que llega a mi mente máxime por ser una fecha que me toca de cerca en lo patriótico, en lo de cienfueguero y lo afectivo.

Estar una temporada lejos aunque en tierra como México, cercanamente afectiva y rodeado de amistades, no evita en lo más mínimo experimentar la añoranza de lo propio: Familia, vecinos, amistades, compañeros y compañeras de trabajo y esos paisajes incomparablemente hermosos de la arquitectura de la Perla del Sur que tan armoniosamente se combinan con la indescriptible belleza de nuestra bahía y toda la naturaleza que le rodea. Ese amplio Prado que corre de sur a norte invitando a quienes lo andan al disfrute y el sosiego.

Hace varias semanas, moviéndome en medio de las redes sociales, pude contactar con alguien conocido que partió de Cuba hace más de treinta años; uno del terruño quien, a diferencia de la mayoría de cienfuegueros y cienfuegueras que desde las coordenadas del espacio y el tiempo siguen amando a Cuba, me manifestó desinterés por regresar un día – ni siquiera de visita – a la tierra que le vio nacer.

Su partida fue decisión propia, cuestión que respeto; soy de quienes reconocen que cada uno es dueño de asumir actitudes responsablemente, y no se tiene derecho a juzgar. Pero – lo confieso – me caló en lo profundo el dolor de pensar cómo un ser humano sea capaz de llegar al extremo de negar sus raíces. No sentí desprecio por su modo de expresarse; más bien experimenté pena y lástima porque la Patria es un valor supremo que rebasa cualquier modo de concebir la vida, pensar y sentir. Su negación equivale a blasfemar de sus antepasados; incluso de los desconocidos que un día lejano llegaron provenientes de Europa, África, el Medio o Lejano Oriente y formaron la familia de la cual cada uno de nosotros es parte.

Tal vez por cierta dosis de orgullo no lo admita, pero quizás en el encuentro consigo mismo, cuando nadie le oye ni le ve, no pueda evitar una lágrima sincera que bañe sus recuerdos.

Qué bueno, en cambio – siento, pienso y escribo – que sean pocos los que se desentienden de su pasado, ¡que sigue siendo un presente!, y que muchos dentro y fuera de Cuba seguimos amando la tierra que nos vio nacer.

¡Cuánta alegría ver tantos compatriotas nuestros que regresan al suelo patrio y se abrazan con los de dentro! Familias, amigos, antiguos vecinos, las casitas donde nacieron y crecieron; las mismas donde formaron un hogar y que continúan siendo algo trascendental en sus vidas. Nada tan hermoso como el abrazo sincero que simboliza nuestra cubanía.

Próximos al aniversario 58 del Levantamiento Popular del 5 de septiembre de 1957, no puedo menos que levantar mi frente agradecido de aquellos patriotas, en su mayoría jóvenes, que no cejaron en el empeño del bien nacional y entregaron sus vidas.

Este año los recordaré en la misma tierra donde Fidel, Raúl y un grupo de jóvenes aguerridos prepararon la expedición del Granma para culminar la Guerra de Liberación contra la tiranía de Batista y por nuestra definitiva Independencia.

Me regocijo en la alegría de volver en pocos meses a mi Patria y a mi Cienfuegos natal; por seguir disfrutando el amor de mi familia y “con todas esas cosas pequeñas, silenciosas” – apelando a la inspiración de Pablo Milanés con las que yo me quedo –, resumidas en una realidad tangible y querida.

Mientras tanto, desde aquí estaré junto a todos y antes de concluir el año emprenderé el regreso a la Patria, ese amor infinito.

Laura Inclán: la certeza de saber

Laura Inclán: la certeza de saber

Laura Inclán Narbona habla de música con plena autoridad. Siempre que escucho sus programas en CMBF Radio Musical Nacional o en Habana Radio, percibo confianza ante una conocedora de cuanto expresa.

En cada comentario vislumbro esa entonación y dicción características de ella, que imprimen un aire de indudable certeza. Al referirse a la música sinfónica, evidencia la dignidad de un magisterio. Su voz clara trasmite una pedagogía amena.

Esta radialista cubana que tiene como divisa la excelencia no llegó a este punto cimero desde la improvisación. Tras su facultad natural para comunicar sus amplios conocimientos musicales subyacen años de estudio y una ejercitación consecuente del quehacer musical.

Laura nació en Santa Clara el 22 de febrero de 1950, y desde joven recorrió el camino de una formación académica; según me confesó, siente el orgullo de haber sido alumna de piano de la Maestra Margot Rojas. Cursó estudios en el Conservatorio Amadeo Roldán, en La Habana, y después durante más de un curso en la Escuela Nacional de Arte.

En su vida laboral se mantuvo durante dos años en la Orquesta Sinfónica Nacional como pianista, aproximadamente en 1970, sustituyendo nada menos que a la Maestra Pura Ortiz, quien a la sazón presentaba problemas de salud. Posteriormente trabajó en el grupo Ocuje, bajo la dirección de Roberto Blanco, así como en algunas grabaciones que le solicitaron para la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM).

Su llegada a la Radio es algo curioso; Laura trabajaba en el Museo Nacional de Bellas Artes como Licenciada en Filología, y un día a la hora de la merienda se encontró con Calixto Álvarez, amigo de muchos años quien ya trabajaba en CMBF como asesor, quien necesitaba apoyo para poder realizar otras actividades como compositor.

Laura accedió enseguida, pues su pasión musical le motivó su entrada a la radio, y empezó a trabajar en CMBF como asesora. Poco después, en 1976, comienza su labor como radialista y recuerda que una de los primeros programas que hizo fue el dedicado al aniversario 60 del Maestro Harold Gramatges, a quien le unió una gran amistad.

Así, conocedora de tan eminente músico, empezó a escribir acerca de él, preparó la producción musical y logró una serie dedicada a Gramatges que duró una semana entera. Confiesa que entonces no tenía experiencia en este quehacer, por tanto se hizo radialista de modo empírico; ella apeló a la lógica y a partir de sus amplios conocimientos musicales pudo perfeccionar su quehacer.

De su vida en la Radio, Laura recuerda el espacio "Intérpretes Cubanos" que en un tiempo no se elaboraba como en estos momentos. En aquel entonces acudía a un locutor que leía en vivo el texto escrito por ella.

Un día llegó el momento feliz en que Laura Inclán Narbona comenzó a conducir los espacios radiofónicos escritos por ella. Fue así como la radioaudiencia cubana – hoy también internacional gracias a Internet – puede gracias a ella disfrutar y conocer la vida y obra de grandes figuras del pentagrama cubano y universal.

Curiosamente no es locutora; sí evaluada como hablante, pero dotada de una gracia y encanto que solo es posible cuando proviene de alguien que goza de un talentoso caudal como ella. Agradecida y humilde como es, no olvida la gratitud que debe a muchos de sus maestros y profesores, en particular al Maestro Ángel Vázquez Millares quien tanto apoyo le ha brindado.

Por todas estas razones – y seguidor de sus espacios - desde hace tiempo me propuse conversar con ella. Todo lo que emite su voz es inmanente a su saber; de ahí la elegante pedagogía con que lo hace.

Laura Inclán Narbona vive lo que dice, pues cuanto expresa y enseña en sus comentarios de música, reflexiona sobre parte de su vida. Laura en la Radio, más que dar, se entrega plenamente a sí misma. He ahí su mayor mérito