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Veguita Falcón y sus "Estampas Guajiras"

Veguita Falcón y sus "Estampas Guajiras"

Cada vez que salgo a la calle no puedo sustraerme a la tentación de entrar a las librerías. Aunque muchas veces salgo de allí con las manos vacías, es para mí casi un acto maníaco entrar y aspirar el olor de la tinta y los papeles que muchas veces exaltan mi pasión y arruinan mi bolsillo. Bueno, si todas las ruinas de un bolsillo se debieran a la culpabilidad de un libro, me parece que viviría la pobreza más feliz.
Llegué una de esas tardes calurosas a la librería "Dionisio San Román", justo a la entrada del bulevar de Cienfuegos y por mera casualidad comentaron de un libro acabado de poner a la venta de mi amigo el poeta y escritor Alberto Vega Falcón. A Veguita, como le decimos sus amigos, se le olvidó invitarme a la presentación que había sido, precisamente, en la mañana de aquel viernes. Suerte que todavía quedaban ejemplares y si bien recuerdo compré más de cinco para, aparte del mío, obsequiar a familiares y amistades. Acertada inversión estival cuando a veces el calor agobiante extingue la paciencia y justo se precisa de una sonrisa.
"Estampas Guajiras", como se titula el libro, es una colección de relatos testimoniales construidos con una gracia literaria que se suma a la jocosidad de sus contenidos. Con el prólogo de quien también es mi amigo, el escritor Alejandro Cernuda, se completa la visión total de lo que el autor se propuso y logró felizmente.
Veguita, además de narrador y cuentero, es un excelente poeta con décimas y sonetos vibrantes. Pero en lo concerniente a "Estampas Guajiras" cuando lo leo me parece que lo tengo frente a mí contándome con su gracia espontánea aquellas historias ingenuas y cubanísimas de las que borbotea un humor sano y genuino.
Lo invité a mi casa y aproveché la ocasión para que volviera a narrarnos el cuento de Los frijoles de Cabrerita y, grabadora en mano, me tomé el atrevimiento de grabárselo para compartirlo con quienes lean esta Blog.
Con el permiso de mi buen amigo, también transcribí uno de los cuentos (todos de la vida real, aunque tocados por el encanto literario de Veguita) a manera de avance.
Aquí sigue la narración, nada menos que una anécdota de la vida del poeta cienfueguero, oriundo de Cumanayagua, Luis Gómez, a quien conocí y cuya amistad disfruté.
Y si visitan la librería "Dionisio San Román" en Cienfuegos y quieren agenciarse un buen libro, no dejen de adquirir las "Estampas Guajiras" de Alberto Vega Falcón.

PUERCO DE CUATRO PATAS
Por Alberto Vega Falcón.

Esta estampa guajira que hoy quiero contarles tiene el sello indiscutible de un hombre, protagonista de una época o de todas. Marcada su existencia por un fino humor, que muchas veces se tornaba en ironía, y otras, casi siempre en una nostalgia inacabable que lo acompañó hasta su último día, cuando en un revuelo de picos y alas se le fue la vida como la había vivido, en una pelea cubana contra los demonios de su largo camino de trovador y bohemio... ¡Ese era Luis Gómez, El Pichón de Cumanayagua, El último Poeta, El rey de la Carvajal!
Cuentan que allá por los años cuarentas en el poblado de Camajuaní, en ocasión de celebrarse las fiestas populares de esa localidad, el Colorao - así le llamaban a un vecino del pueblo - había puesto en la acera de su casa una tarima con un puerquito asado para la venta. Luis se apareció allí con las ropas sudadas y el fango adornándole los bajos al pantalón, el rostro mostrando un inmenso cansancio, y los ojos diciendo sin hablar o hablando sin decir, cuántas ganas tenía de entrarle a aquel manjar desparratado sobre la tártara y en espera de que algún comensal hiciera su primera compra. El Colorao, amigo del poeta y conocedor de que éste no andaba en buena posición económica, le preguntó:
- ¿Tienes hambre?
- ¡Claro! - le dijo el cantor.
Entonces el Colorao le arrancó una de las patas al chancho y se la entregó a Luis, quien rápidamente dio cuenta de ella y así, para no cansarlos, se fue comiendo una a una... Ya el animal no podía salir corriendo. Sin embargo, Luis permaneció de pie, pensativo y con una leve sonrisa escapándose por debajo del bigote...
- ¿Qué te pasa? ¿En qué piensas? - le preguntó el Colorao.
A lo que El Rey de la Carvajal, con esa gracia popular que lo caracterizaba, respondió:
- ¡Qué lástima que este puerco no sea un ciempiés!

Buscar la noticia

Buscar la noticia

A casi todos nos encantan las historias, así que voy a contarles una…
Había una vez, en una redacción informativa, un periodista llamado Indolencio Lentino; en verdad que era un tipo buena gente, simpático, guasón y de llevarse bien con todo el mundo. Y era tan buena gente, obediente y comedido que siempre vio muy mal eso de criticar lo que estaba mal hecho, ni siquiera sugerir que algo se hiciera mejor porque para eso están “los que filtran, sus jefes que se las saben todas”.
Ciertamente que Indolencio era un tipo complaciente ¡y caía muy bien!, pues para él todo marchaba perfecto. Sentado en su mesa esperaba con paciencia eternal que se le enviara donde había algún evento para informar, hacer alguna entrevista y regresar con la rimbomba y complacencia que le caracterizaban. ¡Todo era una maravilla, de ahí al cielo! ¡Qué bien, qué belleza! Se conformaba con lo dicho por el jefe del establecimiento, y hasta le preguntaba con su acostumbrado afecto: - ¿Tienes algo más de tu interés que decir? En definitiva eres tú quien le sabes al negocio - . Como recompensa, Indolencio recibía algún que otro regalito, una bolsita con golosinas y de cuando en vez su “buchito” de combustible para echárselo a su motorcito. A todas luces Indolencio era un formidable periodista, al extremo que él no necesitaba moverse de su redacción para buscar noticias: muchos reclamaban su presencia.
Espero coincidan conmigo en que la acomodaticia complacencia de Indolencio Lentino en nada cuadra con lo que debe ser un profesional de la información. Nuestra sociedad reclama la actuación de periodistas que como detectives hurguen hasta en los más mínimos detalles a la hora de realizar su labor. No basta oír la opinión del jefe, ni siquiera del resto del colectivo, mucho menos repetir en la noticia el texto del informe a las asambleas, pues ¡a lo mejor…! No quieren buscarse problemas con su superior o son salpicados con algún beneficio y, tal vez, se les pase por alto cualquier indisciplina.
Un buen periodista, sea de prensa plana, televisión o radio no debe conformarse con lo que le digan, ni siquiera con lo que vea, mucho menos anunciar su visita. Por eso la noticia hay que salir a buscarla, y eso quiere decir muchas cosas.
Salir en busca de la noticia es NO esperar que se nos diga que vayamos a tal o cual fábrica, granja o taller porque ese día celebran el foro tal o se cumple tal o mas cual cosa. Es en su mejor sentido “olfatear” las realidades que nos rodean. En los ambientes que se visitan hay que oír todo lo que se dice, pero también hay que descifrar gestos, detalles y, sobre todo, confrontar porqué muchas veces los resultados que se proclaman no se palpan en la cotidianidad.
Las salas de redacción no son refugios para la hibernación y la espera. Son plataformas de lanzamiento desde donde salen disparados los profesionales de la información para “encontrar” la noticia donde quiera que esté. ¿Que sí se cumplió el plan de producción? ¡Qué bien! Pero… ¿a qué costo? ¿Valió la pena hacer cuanto se hizo? El resultado real no es el número ni el más que manido y aburridor por ciento de cumplimiento, es la correlación entre lo invertido y lo logrado, cuánto costó hacer esto o aquello y de qué modo la población se beneficia y disfruta de los bienes materiales o espirituales que se han creado.
Muchas veces las explicaciones certeras – en ocasiones más interesantes que una noticia en sí misma – son como raíces ocultas en lo hondo de la tierra. El periodista, incluyendo al de radio y televisión, debe tener algo de rayos X para retratar esas raicitas que, a fin de cuentas, son las más fieles portadoras de la verdad.
Por suerte se agotan los “profesionales” a la usanza de Indolencio Lentino. ¡Y eso sí es una buena noticia para todos!

3 de Diciembre: Día de la Medicina Latinoamericana

3 de Diciembre: Día de la Medicina Latinoamericana

Hoy 3 de diciembre  celebramos en Cuba y en América Latina el Día de la Medicina Latinoamericana. Siempre que me he preguntado a priori por profesiones y oficios nobles llegan a mi mente agricultores, constructores, carpinteros, maestros y personas que de alguna manera se dedican a la preservación y recuperación de la salud, sean ellos médicos, estomatólogos, enfermeros, técnicos de laboratorio clínico, de fisiatría, camilleros, auxiliares de primeros auxilios, en fin, que desearía no omitir a ninguno, incluyendo a quienes se ocupan de mantener la higiene en cualquier instalación sanitaria. Son todos, retomando a José Martí: “los que aman y construyen”.
La fecha mantiene una directa relación con Cuba porque hoy celebramos el natalicio del médico y científico cubano Dr. Carlos J. Finlay (1833), descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla.
Gracias a sus investigaciones pudieron atacarse las causas que ocasionaban aquel flagelo. El siglo XIX se despidió con ese trascendental logro científico que dio paso al saneamiento de campos y ciudades en todo el orbe y que por añadidura posibilitó la conclusión de las obras del Canal de Panamá, donde a diario morían decenas de trabajadores víctimas de tan terrible epidemia.
Hace más de un siglo que Finlay dio su genial aporte y es acertado, por el alcance de cuanto representó, considerarlo el primer médico internacionalista cubano. Cierto que no fue, como hacen hoy nuestros compatriotas de la salud, a otras tierras llevando la esperanza de la salud y la calidad de vida, pero el resultado de su genial descubrimiento se extendió más allá de los límites de nuestra Patria; por ello es nuestro primer médico internacionalista.
Con el triunfo de la Revolución en 1959, la preservación de la salud y la recuperación de ésta, según el caso, se convirtieron en un propósito fundamental para Cuba. Desde entonces se ha considerado la prevención contra enfermedades la mejor de todas las medicinas, y por esto existen programas de Educación para la Salud diseminados por cuadras a través de las Policlínicas y consultorios de Médicos de la Familia.
Comenzaron desde entonces los programas masivos de vacunación gratuita, erradicándose como punto de partida la terrible poliomielitis y otras enfermedades que acechaban a los más humildes del pueblo.
En el proyecto cubano para la salud se han invertido y se sigue invirtiendo en cuanta tecnología o recurso coadyuve a los propósitos de prevención y curación de toda clase de patologías. En algunos casos el país se ve limitado en medicamentos, componentes químicos, electrónicos y piezas de repuesto que sólo pueden obtenerse en el mercado estadounidense al cual se impide acceder a causa del bloqueo económico, financiero y comercial.
Muchos recursos conseguidos en otras áreas geográficas tienen que pagarse a precios muy superiores, encarecimiento debido, ante todo, a las grandes distancias.
Los trabajadores cubanos de la salud, frutos de la Revolución en su mayoría los de este tiempo, nacieron y crecieron ya con nuestro proyecto en marcha. Son herederos de la solidaridad y el altruismo propios de un acontecer social y político que pone al ser humano en primer lugar, con una ética que da la espalda al egoísmo y el enriquecimiento; así se pone siempre por delante la vocación de servicio al prójimo. Es por eso que miles de trabajadores de la salud dan lo mejor de sí en los confines más apartados del planeta.
Nuestras misiones médicas se enfrentan a situaciones terribles en tierras lejanas y cercanas, lo mismo enfermedades que en desastres naturales, para así llevar un mensaje de vida y esperanza para miles de seres humanos que lo necesitan. Mientras eso sucede más allá del mar que nos rodea, también se mantiene con la bandera en alto la otra misión, la de sus colegas y compañeros – hombres y mujeres de la salud cubanos – que dentro de las fronteras de la Patria ocupan los lugares de aquellos a quienes la solidaridad, la hermandad y el amor han reclamado para servir a otros seres humanos urgidos de ello. Esa es la otra misión que merece igual reconocimiento.
Este 3 de diciembre es motivo de satisfacción y orgullo para los trabajadores de la salud en nuestro país. Son nuestros médicos, estomatólogos, enfermeros y técnicos – hombres y mujeres del pueblo – mensajeros mundiales de la esperanza y de la vida. Es el más preciado tesoro que Cuba ha creado para sí, y lo comparte desinteresada y amorosamente con todo el mundo.

Cuba celebra Día del Locutor

Cuba celebra Día del Locutor

La locución y la radio son inseparables; ninguna puede prescindir de la otra. Es por eso que en Cuba celebramos cada 1º de diciembre el Día del Locutor. Son las voces de hombres y mujeres que hacen de nuestro recurso telecomunicativo, sea en Radio o Televisión, un medio para la información y la comunicación. Sin locución no existiría la Radio, al menos de la manera como hasta hoy la conocemos.
La locución es una profesión inherente al campo de la Radio; nació con ella. Al surgir la Televisión, el componente principal de ese nuevo medio lo son las imágenes en movimiento, posean o no una voz que las sustente. Un buen programa de televisión, en mi concepto, requiere ser entendido a través de imágenes animadas que prescindan de la voz. Si la historia que se cuenta a través de la televisión es comprendida sólo con imágenes en movimiento y gestos, entonces estamos frente a un producto legítimamente “televisible”. Por eso debemos distinguir entre lo “transmisible” – que lo es todo – y lo “televisible” y lo “radiable”, categorías ambas que dependen del cumplimiento de los códigos propios de cada medio en particular.
En el caso de la televisión, colocar un locutor o locutora, presentadores, entrevistados y entrevistadores frente a las cámaras, sin recursos como la ambientación, gestos y una escenografía adecuada, no es otra cosa que “hacer visible la radio”, aunque admito que pueden decirse cosas muy interesantes. Lo anterior se puede, siempre y cuando esté bien justificado. Un locutor ante las cámaras que da una noticia, no es otra cosa que “radio televisada” si no hay imágenes que la sustenten: ellas son las protagonistas. La Radio, en cambio, descansa cardinalmente en las voces, mientras otros recursos como música y efectos constituyen sonidos de apoyo. Son las voces de sus locutores encargadas principales de sugerir imágenes, y si no lo consiguieran, tampoco en su caso el propósito se cumple.
El Día del Locutor que celebramos este 1º de diciembre es motivo de satisfacción para la Radio Cubana. En estos ya más de 88 años de existencia heredamos talentos de la palabra que justifican nuestro orgullo. Tendríamos muchos que mencionar como Germán Pinelli, Consuelito Vidal, Ibrahim Urbino, Bellita Borges, Dinorah del Real y tantos de ayer y hoy, como otros, aunque menos conocidos a nivel nacional, marcan pautas en municipios y provincias del país.
Hace años que celebramos este día, y la satisfacción crece con la noticia de la reciente creación de la Federación de Locutores Hispanoamericanos, obra en ciernes que declaró el 27 de julio como Día de la Locución Hispanoamericana.
Además del justificado regocijo, la fecha exige aceptar nuevos desafíos. La profesión de locutor debe ser respetada siempre en toda su dignidad, y ese respeto comienza por casa. ¿Por qué? Son los locutores – hombres y mujeres – de hoy los encargados de que sea así. La constancia y el amor a su profesión, así como el afán por superarse son sus divisas fundamentales.
La Radio en Cuba desarrolla desde hace mucho tiempo cursos de habilitación y perfeccionamiento a los cuales se destinan recursos y expertos. Eso es loable, aunque el interés por la superación debe partir siempre de los propios locutores. Es imprescindible desterrar los “protagonismos vocales” y priorizar – para que crezca más – la calidad de la locución, que es buena, pero siempre puede y debe ser mejor. No es mero asunto de insistir o caer atrás para que se asista a conferencias y talleres, sino a la inversa buscarlos y cada día tratar de conocer algo nuevo, además de procurar actualización en todos los campos posibles del saber.
En todo quehacer humano la autocomplacencia daña. Creer que se es “lo máximo” detiene y anquilosa, genera un concepto de autosuficiencia que no existe – a pesar de que erróneamente algunos se refieren a los “autosuficientes suficientes”, calificativo que considero un disparate - pues siempre hay algo por aprender, incluso de los menos conocidos o famosos. La mejor escuela es la vida, la práctica, la superación como tendencia natural, el contacto con la gente que siempre enseña mucho.
No se me señale como hipercrítico, pues no es esa mi intención. Razones suficientes tenemos para enorgullecernos – no sobradas como algunos acostumbran decir, pues la razón, la verdad y lo bueno nunca sobran – y esas razones asumen mayor sentido y legitimidad si en lo profundo descansa la convicción de que cada día podemos lograr una locución cualitativamente mejor.
¡Feliz Día a la locución cubana!

Luz y color en la sombra visual de Eladio Reyes

Luz y color en la sombra visual de Eladio Reyes

Quienes conocimos a Eladio G. Reyes Arias (San José de los Ramos, Matanzas, 1952  - La Habana, 2009) sabemos cuánto captó con el sentido del alma, tan capaz de apreciar lo que a simple vista se oculta al ser humano común.

Hombre elocuente y de una excentricidad plena de elegancia por su sencillez, Eladio fue además de pintor, fotógrafo, actor, director de teatro, guionista y promotor teatral del barrio habanero de Cayo Hueso, un filósofo. Formado en técnica de fotografía y cine, la ausencia del sentido de la visión le hizo desarrollar a plenitud esa intuición creadora, toda intencional y bien lograda. ¿Cómo explicarse que una persona no vidente captara con su cámara – y con su pincel – realidades sorprendentes con perspectiva que asombra?

Eladio tuvo una vida breve que no fue obstáculo para dejar una obra amplia y diversa, de singular riqueza expresiva, resultado que ejemplifica cuánto son capaces de realizar alma, talento y sentimiento cuando van de la mano al unísono, prestos a recorrer el camino, a veces crudo, pero siempre deseado de la existencia.Acerca de él pudiera y debo escribir en una ocasión próxima, pero no puedo dejar pasar las horas sin referirme a la exposición de sus fotografías y reproducciones de sus cuadros que fueron presentados en el Centro de Arte de Cienfuegos, frente al Parque Martí, el sábado 17 de julio.Allí, para ilustrar y explicar la obra de Eladio, estuvo la siempre bienvenida presencia de la Lic. Soledad Benages Amorós, Presidenta de la Asociación de Cooperación Internacional “Peñagolosa-Escambray”. Soledad es catedrática en su natal Castellón, Valencia, y desde allí viene a frecuentar Cuba, y en particular Cienfuegos, apasionada por el atractivo cultural de la mayor de las Antillas. En uno de esos viajes conoció a Eladio, con quien estableció una gran amistad. El visitó España en dos ocasiones, donde permaneció cinco meses en la segunda ocasión; fue la oportunidad en que se consolidó su relación con la Asociación "Peñagolosa-Escambray". A la luz de su condición de poeta – pues Soledad también lo es – encontró esas dimensiones ignotas del hombre que es capaz de hacer poesía con el pincel y la cámara fotográfica igual que con el verso, pues en definitiva, ¿qué es la poesía, sino un canto del alma que no necesita ojos para ver lo que el corazón muestra?
Por eso la obra de Eladio confirma  su filosofía poética cuando una vez expresó: “En fin, olvida si veo o no veo. Recuerda qué hago, y que minusválidos somos todos”. Afirmación cierta cuando quienes tenemos el don de la visión física no sabemos apreciar los diarios amaneceres, las flores que en su colorido engalanan los campos ni los matices de la noche.
La exposición “Raíz y Esencia” que toma su nombre a partir del poemario escrito por Eladio y publicado por la Asociación en el 2009, contiene, además, retratos de Eladio tomados por la Lic. Soledad Benages pocos años antes del deceso del artista.
Este encuentro tuvo como invitados especiales a miembros de la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales (ANCI) en Cienfuegos, quienes por primera vez disfrutaron de una exposición plástica explicada en Braille por el también ciego - valenciano -  Ximo González, amigo personal del artista. Todo culminó con una emotiva velada poético-musical y, lo más importante es que abrió nuevos caminos en la colaboración entre culturas tan cercanas como las de Cuba y España. El acontecimiento marcó una nueva perspectiva de colaboración entre la ANCI y el Consejo de las Artes Plásticas de la Perla del Sur para emprender proyectos conjuntos de exposiciones explicadas en Braille.