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Ikebana: arte floral de Japón

Ikebana: arte floral de Japón

Japón es un país que cautiva por muchos motivos. El llamado "país del sol naciente" desarrolló tecnologías de punta a partir de la segunda mitad del siglo XX, tras el final de la Segunda Guerra Mundial cuando se les prohibió el rearme. Allá se puso en práctica el transistor, componente fundamental de la electrónica, tan pronto fue concebido a finales de los años 40s del siglo pasado, innovación que dio al traste con los vetustos equipos operados por válvulas al vacío, y que más tarde cedió el paso a los ultrarápidos microprocesadores. Unido a ese desarrollo que se enraíza en la postmodernidad, el país asiático continúa conservando con celo tradiciones milenarias, que  mantienen su actualidad. Es una característica del espíritu de toda Asia, donde es general el empeño por mantener la esencialidad de sus pueblos, la manera de concebir la existencia, y de vivirla consecuentemente con sus rituales y costumbres.
Más de 127 millones de japoneses - ¡y japonesas! - comparten el territorio patrio con una densidad de población próxima a algo más de 300 habitantes por kilómetro cuadrado, conscientes de su condición de isleños, pues el territorio japonés lo integra un extenso archipiélago.
Mucha gente en Japón desarrolla un arte relacionado con la Naturaleza, y por eso impregnado de esa belleza que no pasa. Ese arte es conocido como Ikebana, y consiste en el arte del arreglo floral.
El origen del Ikebana data de una antigua tradición practicada por budistas chinos para obsequiar flores a Buda. Es un arte del siglo VI de n.e. llevado a Japón por los chinos que visitaban el país con el propósito de difundir el budismo. Durante mucho tiempo mantuvo el Ikebana su carácter religioso, pero con el tiempo fue adoptado como expresión artística, para lo que fue necesario esperar casi nueve siglos.
En el Ikebana, además de las flores, se utilizan otros componentes naturales como hierbas, hojas, ramas, frutas y semillas que no escapan de tan delicada expresión. Casi siempre son aprovechados elementos naturales autóctonos de Japón, aunque se le han agregado otros llevados desde latitudes más lejanas.
El arte floral del Ikebana lo practican mujeres que se inscriben en escuelas especializadas que abundan en el país. Cualquier alumna de Ikebana sabe que lo más importante para desarrollarlo a plenitud tiene que ver con el diseño de la obra. A eso le siguen el color, formas y líneas del diseño. Y...¡algo importante!: En sus primeros tiempos era un arte exclusivo para hombres; fue más tarde que las mujeres hicieron mayoría, aunque hay varones que  siguen practicándolo.
En el Ikebana los colores se toman directamente de la Naturaleza, pero como nada ha podido sustraerse a la modernidad, las nuevas escuelas de ese arte conciben la adición de colores artificiales. Cada material tiene una textura definida, mientras que el factor lineal está dado por las ramas que se aplican a cada obra.
Hoy en día abundan las escuelas de Ikebana en Japón – suman miles – y en ellas se acomodan las corrientes más tradicionalistas con las contemporáneas, que utilizan elementos importados.
Se trata de un arte "sui generis" que como su estilo de vida y cosmovisión encarna una filosofía, un modo de concebir la armonía mediante símbolos únicos que a la vista de cualquiera, sin que sea necesariamente japonés, deviene obra de apreciable valor natural, estético y, por supuesto, humano.

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