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Cuba Latino

Amaury personal, amigo y cercano

Amaury personal, amigo y cercano

Aquella tarde fui directo por la calle San Carlos hasta la Peña del Ateneo de Cienfuegos, que anima el cantautor Lázaro García. El invitado era nada menos que Amaury Pérez Vidal, quien a sus dotes de intérprete y compositor suma la de excelente comunicador.
En todo el trayecto pensaba cómo iniciar mi conversación con Amaury porque uno tiende a pensar que con un artista tan conocido las entrevistas puede que resulten trilladas, de lo que todo el mundo conoce; otra vez la vida me demostró que no es así, siempre hay algo nuevo e interesante, y todo depende de las aristas que se aborden.
Cierto que no me parecía fácil entrevistar a alguien de su talla, tan entrenado él mismo en hacer entrevistas a personalidades diferentes, pero había que atreverse y hacer las cosas. Por supuesto, no me hubiese perdonado dejar pasar la ocasión de conocerlo personalmente y conversar. Mi primera impresión fue encontrar en Amaury alguien amistoso, sencillo y transparente: eso me infundió confianza. El comienzo estuvo a cargo de ese niño que sigue vivo en uno - ¡qué bueno! – y vino a ayudarme para recordar los años en que Consuelito nos llenaba de alegría con “Tía Tata Cuenta Cuentos”, en la Radio, y la ternura aliada de “Amigo y sus Amiguitos” en la pantalla de cristal, otrora en blanco y negro. Así empezamos a dialogar. Con amistad y confianza, Amaury me puso el brazo encima y me dijo: - vamos a conversar, claro que sí - . Qué suerte conocer más de un Amaury que recuerda a sus padres con infinito amor, del padre, escritor y ser humano sensible que es.

Amaury, al conversar contigo siempre vale referirse a personas muy amadas por ti y por todos los cubanos. Debes de imaginar que tienes muchos primos empáticos, pues son incontables incluyéndome yo quienes una vez nos sentimos frente a nuestros radiorreceptores sobrinos de Tía Tata. Me refiero, claro está, al programa “Tía Tata Cuenta Cuentos”. En aquel entonces, cuando todavía eras un niño, ¿qué significaba Tía Tata para ti?

Bueno, tú sabes que conmigo era más complicado, yo siempre sabía que detrás de Tía Tata estaba mi mamá, y que detrás de “Amigo y sus Amiguitos”, detrás del muñeco de Amigo estaba mi mamá; cuando yo era niño trabajaba en esos programas. Entonces para mí, mi mamá siempre fue una actriz que hacía esos personajes, y los hacía con un entrañable cariño pues a mi mamá siempre le gustaba cantarle a los niños, hacer cosas para los niños. Yo siempre la vi haciéndolo, yo estaba ahí, para mí nunca fue Tía Tata, siempre fue mi mamá que hacía de Tía Tata, y en mi barrio donde nací, me crié y adonde yo de alguna manera todavía pertenezco, un barrio periférico de La Habana muy cerca del Aeropuerto, que se llama Fontanar, ese es el que yo considero “mi lugar”, aunque no vivo allí desde el año setenta, y todos mis amiguitos sabían que Tía Tata era Consuelito, aunque en ese momento no le decían Consuelito, sino la mamá de Amaury. Para mí no significó nada especial, pues yo estaba ahí, veía todos los trucos, cómo se hacían, cómo se manejaban los muñecos, o sea, que esa magia no la tuve; tuve la magia de saber desde el principio que mi mamá era una persona elegida, una persona que tenía un don de comunicar como actriz, como conductora, y también como hacedora de algunas canciones. Me acuerdo de Celia Torriente, y que cantaba tantas canciones de Enriqueta Almanza, de aquellas compositoras… mi mamá fue la primera que cantó “Barquito de Papel”, todas aquellas canciones, eso no era un misterio para mí.

Conocemos mucho a Amaury en la música y en la televisión, pero de Amaury y la radio, dime ese don tuyo de comunicador con que tanto nos agradas y capturas, pero… de la radio, ¿has hecho algo?

En La Habana, en realidad, antes de hacer programas de televisión como comunicador, hacía programas de radio. Hice dos programas para Radio Ciudad de La Habana, recuerdo uno que se llamaba “Amaury y los Demás”, era un programa variado de música, yo ponía la música que tengo en la casa,  que después se acabó, el director dejó el programa y se llevó su título, y después había uno más desenfadado que se llamó “Como en Casa”, que también estuvo como dos años al aire. Lo que pasa es que empezó el período especial y junto con el periodo especial, pues las escaseces de gasolina, y la radio era en vivo, había que ir todos los días y yo vivía lejos de la emisora de radio. Aquello se convirtió en un verdadero tormento llegar al programa, conseguir la música, las cosas que yo trataba de poner lo más novedosas posible a los radioescuchas, y yo lo abandoné. No he vuelto por eso, porque la radio, igual que la televisión, lo llevan a uno a trabajar las 24 horas del día. Si uno lo quiere hacer medianamente bien, y no he tenido el tiempo para ocuparme de la radio. El tiempo que me queda, entre la conducción de televisión, hacer música, viajar una buena parte del mundo con mis canciones cantándolas por ahí a quien tenga el interés de escucharme, escribir novelas…

Esa faceta tuya es también importante, antes de la entrevista me enteré, pero quisiera que tú mismo te refieras a eso…

Ya he escrito dos novelas y las he publicado y ahora estoy escribiendo la tercera...

¿De qué tratan tus novelas?

La primera es una historia que se llama “El infinito rumor del agua”, es la historia de la amistad entre dos mujeres que se conocen siendo muy niñas aquí en Cuba, en una ciudad que no dice exactamente el nombre, es inventada, pero puede ser Trinidad perfectamente. Una de ellas emigra en los años veinte a Estados Unidos cuando se descubre el asma, porque ella se vuelve asmática, y están  sesenta años sin verse. Y hay un reencuentro en un momento. Esa fue la primera. La segunda se llama “10 meses y 29 días”, son los estudiantes de un coro, de un coro por supuesto cubano, de música sacra, es una novela muy religiosa, es la primera novela así, muy católica, que hay escrita, a lo mejor mal escrita, pero que está escrita y se van a Italia y tres de ellos deciden ocupar los 10 meses y 29 días que es el tiempo que permiten las leyes migratorias estar fuera sin considerar que no regresarás. Y son todas las cosas que ocurren en ese tiempo en Roma, lo que hacen esos tres amigos. Y ahora estoy escribiendo una novela de amor que no tiene título todavía, es de dos personas que se van a vivir por voluntad propia, engañando a los médicos, a un manicomio. Se hacen los locos y se van, cada uno por su lado, sin conocerse; ellos se conocen dentro del manicomio, pero el gran conflicto está en que ella sabe en lo profundo que no está loca, que está simulando, pero piensa que él sí está loco. Y lo mismo le ocurre a él, entonces es una novela que me ha llevado dos años de estudios siquiátricos, para poder hablar como una persona demente y a la vez saber que esa persona en lo profundo no es demente, y el lector sabe que no lo es.

Las dos primeras, ¿si están publicadas?

Están publicadas, una por la Editorial Unión, que hicieron una tirada bastante generosa, verdad, porque hicieron como 7 mil ejemplares y ya no hay, y la otra por Letras Cubanas que hicieron 3 mil o 4 mil ejemplares y también se acabaron. Fíjate, que yo ando buscándolas por dondequiera, cada vez que llego a una provincia voy a la librería a ver si queda alguna para comprarla.

Amaury, lo más difícil para ti en tu condición de comunicador, en todo esto, en la misma televisión, ¿qué ha sido lo más difícil para ti? Has entrevistado una cantidad de personalidades nuestras muy diferentes unas de otras, y cada una con una trayectoria muy grande. ¿Haces ensayo de mesa? ¿Te lanzas en directo? A todos nos gustaría conocer de esa interioridad de tu quehacer profesional.

Yo siempre tengo que informarme un poco, sobre todo de las personas que menos conozco, de los que conozco no, fíjate no necesito informarme, por ejemplo, de la obra de Antón Arrufat porque la conozco, la he leído, además somos amigos desde hace muchos años; no me hace falta investigar la vida de Rosita Fornés, he estado a su lado toda la vida o la de Alicia Alonso, que hay tanta información. Las tarjetas que saco ahí en el programa son temas para no perderme porque grabo dos o a veces tres entrevistas diarias, o sea, el programa tiene una dinámica de trabajo mediante una semana, en cinco días laborables, grabo diez, once, doce entrevistas. A veces me toca… Aurora Basnuevo y Eusebio Leal, por ejemplo; son dos personalidades que van por caminos diferentes, y tengo que encaminar esas entrevistas por dos lugares diferentes. Entonces… si me preparo demasiado voy a estar sobreinformado y eso me va a llevar a cometer algún desliz, alguna indiscreción o incluso lo peor, alguna falta de respeto. Yo prefiero ponerme en el lugar del televidente, es lo que yo hago, de un televidente curioso que quiere saber algunas cosas que no conoce y, además, la mayoría de las veces no sé lo que me van a responder. A veces con los años la gente cambia las historias: una historia que habías oído en los sesenta en diferente en los ochenta y diferente en los dos mil, entonces lo que hago es sentarme y atender. De muchas respuestas, la mayoría de las preguntas salen de la respuesta anterior del entrevistado. Eso me hace muy cómoda la entrevista. No me pongo tenso, la verdad tengo que reconocerlo, no sé si es algo genético, pero yo no le tengo terror a las cámaras, quiero decir, yo nací en ese mundo con mi padre dirigiendo televisión, con mi madre trabajando, yo mismo desde chiquito trabajando en la televisión desde que era un muchachito que tenía cuatro o cinco años, hacía comerciales en televisión de productos que mi mamá anunciaba, he estado en esto toda mi vida, para mí es muy cómodo. Para mí es más cómodo hacer preguntas que cantar.

Ya que lo mencionaste, la influencia de tu papá como director de televisión…

Toda, toda, mi papá era un sabio, la verdad, era un genio, una persona muy osada, muy atrevida, innovador hasta el delirio. En algunos de los viajes que he podido hacer a los Estados Unidos en los últimos tiempos, me he encontrado una cantidad de información videográfica de los programas que mi padre dirigió, tanto los que dirigió antes de la Revolución como después y encuentro cosas verdaderamente osadas para la época y osadas todavía. Ya quisiéramos nosotros tener una televisión como la que tuvimos, incluso, en los primeros diez años de la Revolución, donde estaba la fuerza patriótica, además, la fuerza la Revolución triunfante con la sapiencia, el oficio adquirido en la televisión pre-revolucionaria, que era una televisión muy buena. Ese grupo de talentos… hablo de Joaquín M. Condall, Manolo Rifat, de Pedraza Ginori que llegó después, y Amaury Pérez, esos cuatro llegaron e hicieron un gran trabajo, realmente.

Es una lástima que ya no podemos contar con ellos por ley de la vida, aunque mi papá murió muy joven, pero olvídate… yo siempre me pregunto cuando estoy en el programa, cuando tengo un problema con una luz, con la iluminación, un ángulo de cámara con el que no me siento cómodo, yo siempre me digo: “¿cómo mi papá resolvería esto?” Y siempre recuerdo de una cosa que me decía: “los problemas más graves se resuelven con calma”. En calma se resuelven las cosas, no haces nada gritando, ni poniéndote histérico, ni nada, sólo te haces daño tú. Hay que salir a buscar las soluciones a los problemas, y se presentan problemas en una grabación, aunque yo he trabajado “Con 2 que se quieran” con un equipo, realmente es un privilegio para mí trabajar con el equipo que he trabajado, de profesionales extraordinarios, miembros del cine, todos son trabajadores del cine, no de la televisión.

De cierto modo, ¿has sentido en tu trabajo la presencia de ellos, de tus padres acompañándote en la labor?

¡Siempre! Bueno, todo el mundo aquí en Cuba sabe que yo soy católico practicante, todo el mundo sabe eso, por tanto no es un secreto y yo siento siempre la presencia de ellos, claro, la he sentido muchísimo, tengo muchas anécdotas, pero sería muy largo contarte…

Casi entonces haríamos un “Con 2 que se quieran” y me dejas a mí preguntarte de todo eso.

¡Claro! Ahí en el Estudio hay gente que los ve, pasan cosas realmente extraordinarias; yo creo que se hicieron sentir, y todo el tiempo que yo filmé, sentía la presencia de los dos en el Estudio. Muchas soluciones, algunas encrucijadas de edición, de coloración, de los planos y eso… salieron porque me venían por la noche durmiendo. O sea, que yo creo que ese programa se hizo por ellos, se hizo para ellos, en primera instancia, y se hizo a través de ellos.

Amaury, ¿en qué momento consideras que está la música cubana, hoy?

No estoy muy al tanto, la verdad, yo vivo… ¡no en una torre de cristal, por supuesto que no!, pero yo vivo un poco ajeno porque sigo escuchando como… las cosas que escuchaba, es decir, soy tan fiel en todos los sentidos, que sigo oyendo a los mismos artistas que escuchaba antes. A veces mis hijos, por ejemplo, me traen algunas cosas que ellos consideran interesantes… “papá, oye esto”, entonces lo oigo, y si les encuentro valor lo reconozco.

¿Cuántos hijos tienes?

Dos, ya grandes. Un varón que tiene 31 años y una niña de 28. Una niña, le digo yo.

Claro que una niña, para nosotros los padres siempre son como niños.

Así es. Nunca crecen, nunca crecen. En cuanto a música no estoy muy al tanto de la realidad, no tengo nada contra ningún género musical pero, por supuesto, no me interesa el reggaetón, no me interesa el hip-hop ni el rap, pero eso no quiere decir que no sean importantes, no voy a meterme en eso, simplemente no escucho esa música, no la consumo, creo que no es música cubana y que no hay ninguna forma de cubanizar una cosa que no se hizo aquí. No oigo rock en español, por ejemplo, no me gusta tampoco. Me parece que el rock es en inglés, como la gran balada romántica es francesa, en fin, como los grandes boleros son cubanos y mexicanos, no he escuchado un bolero cantado en inglés que sea mejor que un bolero cantado por un artista cubano en español. El rock en español es como cantar canciones de mariachi en japonés. No me parece que eso es orgánico.

¿Cuándo vas a atraparnos de nuevo con otra temporada “Con 2 que se quieran”?

Volvemos en el primer trimestre del año que viene.

Amaury, un millón de gracias.

A ti.   

Cuando concluí la entrevista se lo comenté a la Dra. Mirta Luisa Acevedo, profesora de la Universidad de Cienfuegos e investigadora de la obra de Martí. Ella me dijo que cuando vio a Amaury por primera vez en “Con 2 que se quieran”, vio allí al Amaury total, al que ella, en su opinión, soñó Consuelito. Si es así – como también lo creo – la Tía Tata del niño que un día fuimos, lo observa satisfecha desde la Eternidad, con maternal y complacida sonrisa.

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