Cienfuegos y sus aborígenes
LO QUE SUPE POR UN VIEJO LIBRO...
Siempre me he interesado por conocer acerca de las comunidades aborígenes que habitaron la antigua comarca de Jagua, hoy Cienfuegos. Hace poco di una ojeada a un viejo libro de texto, de aquellos pocos que conservo y fueron mis inseparables cuando cursaba la Primaria. El libro de marras hace referencia a otro más antiguo aún que ya debe superar el siglo de publicado y que cuenta acerca del tema que me ocupa. En él se hace referencia a un aborigen que vivía en cayo Yana, ubicado en la desembocadura del río Salado. Dicen que aquel hombre de la comarca de Jagua se nombraba Yana, igual que el cayo donde residía. Yana ofreció testimonios de la vida de sus paisanos, algo a lo que también contribuyó una mujer descendiente de aborígenes, bautizada como Doña Francisca de Mendoza. De ella se cuenta que vivía en la casa de un hacendado español llamado Don Sebastián de Jáuregui, en lo que hoy es la calle D’Clouet entre Argüelles y Santa Clara.
Según lo contado por ambos, las familias aborígenes de la comarca de Jagua eran numerosas; se decía que una mujer llegaba a tener entre 15 y 20 hijos, aunque no todos vivían mucho tiempo debido a las epidemias.
En la primitiva religión adoraban al Sol y a la Luna. El Sol era para ellos el padre del primer hombre, y la Luna, la madre de la primera mujer. Ellos llamaban al Sol Huion, y a la Luna, Maroya.
El primer hombre en la mitología aborigen se llamó Hamao, y la primera mujer se llamó Guanaroca. De su unión nació Caunao. En torno a eso existe una leyenda.
Muchos de que vivían en la comarca de Jagua se dedicaban a cazar animales, pescar y recolectar frutos y raíces como medios para subsistir. Además hubo comunidades agro-alfareras que incluían en su dieta el casabe, una especie de pan preparado a partir de la yuca. Además, el cultivo del maíz llegó a ser otra de sus actividades económicas. Los agro-alfareros cocinaban parte de sus alimentos, ellos conocían y aprovechaban el fuego. Usaban conchas de mar para fabricarse instrumentos de trabajo, uno de ellos la gubia, herramienta usada por ellos para talar arbustos y para hacer trabajos en madera. Los aborígenes de Jagua tenían instrumentos para realizar perforaciones en materiales blandos. Y vale decir que en algunos casos fabricaron vasijas de barro.
En la Cueva de los Indios, antiguo sitio funerario aborigen ubicado en Cumanayagua, fue exhumado un esqueleto enterrado con un arete de madera dura.
INDUMENTARIA Y ALGUNAS COSTUMBRES...
Los varones se ponían algo así como un manto o delantal a nivel de la cintura, hecho de guano. Las mujeres usaban sobre sus pechos unos casquetes hechos con güiras y adornados con piedras, que les servían para evitar las picaduras de mosquitos y jejenes.
Por lo general eran personas pacíficas. Enterraban a sus muertos en los caneyes, como llamaban a sus cementerios, aunque también en cuevas, como es el caso de la Cueva de los Indios en Cumanayagua que ya mencionamos. Los ponían dentro de una yagua preparada a los efectos, es lo que les servía de sarcófago, y les ponían como ofrendas los frutos de una planta llamada BAGÁ, que crecía cerca de las costas y en los terrenos pantanosos.
Según contaron algunos sobrevivientes indígenas, las mujeres de la comarca de Jagua eran muy hermosas, y los hombres eran fuertes.
Eran gente pacífica, pero luchaban fuerte cuando venían atacantes de otros lugares que querían robarles sus mujeres y acabar con sus cosechas.
Sus creencias religiosas estuvieron basaban en el culto a los espíritus de los muertos y a objetos naturales, por eso se afirma que eran animistas y practicaban la magia.
En su deseo de influir en el curso de acontecimientos naturales como la lluvia, las buenas cosechas y los huracanes, creían en espíritus que habitaban todos los elementos de la naturaleza, lo mismo en una planta como piedras, ríos, la tierra y el mar. Por ello se afanaban en mantener contentos a los espíritus para ser favorecidos siempre por ellos y evitar su enojo.
De los antiguos habitantes de la comarca de Jagua se conoce por los descubrimientos arqueológicos y estudios antropológicos de sus restos.
LENGUAJE Y ARRIBO DE LOS ARAHUACOS...
Ellos tenían sus dialectos, no conocían la escritura. Su dialecto se basaba en el ARAHUACO, lengua materna procedente de la América del Sur, muy hablada en la selva amazónica; eso significa que las comunidades venidas acá procedían de aquellos parajes y se fueron adaptando aquí. Su lengua originaria cambió, aunque mantuvo la raíz que permitió deducir su antecedente arahuaco.
Aquellas primeras comunidades de arahuacas arribaron a Cuba, primero, por la zona más oriental de la isla. Desde allí se trasladaron hacia el occidente y un buen día ocuparon la comarca de Jagua donde hoy está la ciudad de Cienfuegos.
Cuando los ARAHUACOS llegaron a Jagua, eso NO quiere decir que esta región estuviese deshabitada. Ya existían familias aborígenes aquí dedicadas a la caza y la recolección. Cierto que las migraciones de origen arahuaco tenían más desarrollo al conocer la agricultura y la cerámica.
La comarca de Jagua había estado habitada por aborígenes desde, al menos, 2000 años antes de Cristo. Aquellas comunidades primitivas se dedicaban a cazar y recolectar para subsistir. Como tenían una organización social muy primitiva, todavía no se congregaban como tribus, sino como familias en comunidad. Las familias de cazadores-recolectores vivían por lo general en cuevas; los agricultores-ceramistas, por contar con más desarrollo construían sus propias viviendas llamadas por ellos bohíos, luego adoptadas por los campesinos cubanos.
La mayor parte de ellos dependían del mar para alimentarse.
En lugares como la loma de La Parra, en Cumanayagua; en las lomas de Cantabria y en El Convento en Cienfuegos sí hubo comunidades organizadas en tribus; tiempo después se fusionaron con las más atrasadas, proceso casi consumado a la llegada de los conquistadores.
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Francisco Menendez -