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30 de Abril: Día Mundial del Jazz

30 de Abril: Día Mundial del Jazz Cada 30 de abril se celebra el Día Mundial del Jazz. Esta expresión musical es originaria del sureste de Estados Unidos, que con Cuba y Brasil conforman el triángulo fabuloso de la cultura afroamericana.

Cada región, marcada por sus peculiaridades, posee su expresión musical propia con una marcada presencia de los ancestros provenientes del África subsahariana.

Fue en el sureste norteamericano donde nació el jazz, y tuvo como figura inicial a Irving Berlin, a quien se le considera el padre del Ragtime, y es un músico comparable a los europeos del clasicismo.

El Ragtime llegó como una tendencia musical traída por los esclavos en sus bailes y canciones. A pesar de la crueldad extrema de la discriminación racial en Norteamérica, no tardó en cautivar a muchos músicos blancos que lo introdujeron en las élites de la sociedad estadounidense.

El jazz, al paso del tiempo, ha devenido expresión universal; son muchos sus cultores a lo largo y ancho del planeta; regresó al África, se enraizó en Japón en su nueva forma con dotes de mestizaje y dio lugar, dada la base africana de la música en Cuba, Puerto Rico y amplios sectores latinoamericanos y caribeños, al surgimiento de una expresión jazzística netamente regional.

Hoy podemos hablar de un jazz latino y de un jazz cubano propiamente dichos, con figuras de renombre como los habaneros Mario Bauzá, Machito y Chano Pozo, así como el puertorriqueño Tito Puente, un proceso histórico-musical que supera los cien años de existencia.

Desde fechas más cercanas contamos con figuras como Armando Romeo, Frank Emilio Flynn, Felipe Dulzaides, Chico O’Farrill, Emiliano Salvador, Chucho Valdés y su padre Bebo, y Bobby Carcassés.

¿Por qué un Día Internacional del Jazz? En primer lugar, gracias a la universalidad del género, a sus posibilidades de llegar a cualquier punto del planeta, pegar en el gusto popular y adoptar características particulares de cada región. Por ello el jazz constituye un puente de entendimiento entre los pueblos.

Uno de sus atributos: la improvisación, constituye un gesto de libertad, de posibilidades que, lejos de "paralizar" por sus cánones y preceptivas, se abre a la participación de todos.

Otros atributos, está dado por el fraseo capaz de dar a conocer la personalidad de cada músico, y el swing, como cualidad rítmica, lo hacen indefinible, acomodable a cada circunstancia melódica, y es por ello que motiva un margen de libertad de expresión traducida en notas musicales.

La facilidad con que el jazz se ajusta a otras culturas hace de él un ingrediente excepcional para innovar e integrar músicas tradicionales y modernas tomando como base su propia esencia.

Esas posibilidades promueven una comunicación intercultural de amplias perspectivas; incorpora a los más jóvenes y fomenta la unidad de género.

En resumen, en jazz es un camino de paz y entendimiento internacional a través del más universal de los lenguajes: la música.

Por estas razones fue acertado que la UNESCO haya proclamado desde el 2001 el 30 de abril como Día Internacional del Jazz. Sin dudas el jazz nació y evoluciona desde todos y para todos.

Frank Fernández: los misterios de un virtuoso

Frank Fernández: los misterios de un virtuoso

Hace años alguien comentó en presencia mía que el piano es un instrumento polícromo. No me ha parecido muy exacta esa definición de atenerme estrictamente a su significado, aunque no dudo que es metafóricamente aceptable. Cierto que el piano es capaz de ofrecer sonidos muy variados, suena casi como una orquesta en sí mismo y nunca cansa.
Una cosa es tocar piano y otra bien diferente es interpretar piezas en ese instrumento musical; mucho más aun si se trata de improvisar, poner el alma de su ejecutante y hacer del ser humano y su instrumento una unidad indivisible.
Esa percepción de ver como se fusionan el pianista y su instrumento la experimento cuando veo a Frank Fernández en sus presentaciones. Este compatriota nuestro vive la pieza; si es de otro autor la interpreta – en mi punto de vista la traduce – y comunica los sentimientos del compositor al público, unidos a los propios. Tratándose de obras creadas por él mismo, entonces la ligazón hombre-piano se vuelve intensa y profunda. Me parece que entra en una categoría de éxtasis de rara definición, imposible de encasillar en un breve concepto.
Su misterio ante el piano es indefinible. Tanto al interpretar a Mozart, Beethoven o Lecuona, como con sus propias obras. Basta con verlo ejecutar su “Zapateo por derecho”. En esa obra desvela con mayor ímpetu lo que deviene en pasión, pieza que me atrevo a definir como parte del Nacionalismo Musical Cubano Contemporáneo. A partir de nuestras más hondas raíces culturales, redimensiona la cubanía musical y entrega un producto nuevo al mismo tiempo vinculado a la tradición.
Lo mismo como solista que acompañado de orquesta – cito como ejemplo la Sinfónica Nacional de Cuba – verlo tocar el piano constituye una experiencia única. De esa forma logra la entrega de su público, sacando el corazón mismo y poniéndolo encima del piano, frente al escenario.
Para desentrañar su secreto, me atreví a preguntarle…
Maestro, ya que tenemos la ocasión de conversar, me gustaría conocerlo más allá del escenario, en su cotidianidad, ensayos, el proceso creacional suyo…
No creo que por mucho que explique se pueda trasmitir en una entrevista el fenómeno del proceso creador porque yo todavía, aún, no puedo explicártelo totalmente consciente. Creo que la mejor cosa que puedo trasmitirle al público es que aunque yo creo en la inspiración, yo trabajo como un “animal”; para que cuando llegue la inspiración me sorprenda trabajando. Yo sé que existe. Sé de momentos maravillosos y lo sé por el silencio del público, más que por los aplausos.
Pero sé que si yo no trabajara con tanto ahínco, con tanto esfuerzo, con tanta humildad ante el arte y ante el público, no se podrían dar esos intercambios de amor entre el público y el artista.
Entonces, ¿en todo eso consiste el rigor de un artista?
Yo creo que el rigor de un artista, y lo he comentado con músicos de la Sinfónica Nacional, es no creerse nunca un profesional, pues la palabra profesional, primero, es muy sagrada, y segundo, es muy difícil de lograr.
¿Se resiste a considerarse a sí mismo un profesional?
Me siento mejor pensando que soy un alumno, pensando que todos los días aprendo y tengo algo nuevo que conquistar; algo nuevo que aprender porque el arte sigue siendo un misterio gracias a Dios, y lo será siempre. Sé que la respuesta no es muy agradable, no es muy clara, pero para mí lo más importante es trabajar, trabajar, trabajar y por mucho éxito que tengas, recordar, como me dijo mi maestra veracruzana Margot Rojas: “recuérdate que por grande que tú seas, por virtuoso que seas, el arte es siempre un poco mejor que tú”.
Maestro, en este proceso actual de integración y unidad Latinoamericana, ¿Renace un Nacionalismo Musical o se redimensiona un nuevo concepto del Nacionalismo en la música, tanto cubana como latinoamericana?
Yo pienso que estamos en medio de una batalla muy feroz y muy dispareja; pienso que el proceso político, supongo que te refieres a eso, al proceso social de democracias populares que enfocan la atención hacia los humildes, en la parte artística estamos poco preparados para esta guerra. En América Latina y en Cuba.
Lo digo con la misma humildad que me presento ante el público. Quizás me equivoque, pero me parece que cuando se habla de guerra ideológica o de políticas o conquistas sociales, no se le da la dimensión tan terrible, tan destructora que puede tener esta desvalorización del buen gusto que está teniendo lugar en todo el mundo, en América Latina y en Cuba también por una serie de cosas que se han puesto de moda a través de los medios imperiales.
Y de pronto cuando uno se expresa, no como inquisidor, que no lo soy ni seré – estoy en contra de la inquisición, estoy en contra de la prohibición - , si voy a ser exagerado seré liberal, pero me gusta ser libre, y no dejo de entender que la Globalización en la parte artística conlleva una pérdida de la identidad nacional, incluyendo a Cuba, y que aquí en Cuba hay muchas personas de altísimo nivel de pensamiento político, histórico, de pensamiento revolucionario que pienso no comprenden el peligro tan grave a que estamos sometidos con la degeneración a través de esas tendencias de chabacanería.
Por suerte Raúl aclaró con esa misma palabra que íbamos a luchar contra eso, pero la realidad cubana en este momento es en un por ciento muy mayoritario de espectáculos y participación de lo vulgar, chabacano, de la mala música, de los malos textos por encima, ya no de las mejores tradiciones cubanas, sino de las mejores tradiciones de cualquier música del mundo. Por tanto el proceso integrador de América Latina en el campo político, creo que hace falta que tratemos de logarlo en el campo de la cultura porque no está logrado.
Se dice que soñar no cuesta nada y en cambio muchos sueños pueden llegar a ser realidad. A menudo sueño con una Suite Cienfueguera, una Obertura Cienfueguera cuyo polen sea grandes composiciones de autores cienfuegueros, y que de ese polen alguien como usted la componga para una de nuestras celebraciones fundacionales.
Creo que ese sueño tuyo corresponde a los grandes artistas cienfuegueros que quizás lo tengan, no lo he averiguado. Lo que sí te puedo prometer es que si hago otra Suite como la de dos pianos que estrené una vez en Cienfuegos, voy a tratar como un acto elemental de agradecimiento, de incluir algo cienfueguero, pero la Suite Cienfueguera les corresponde a los cienfuegueros, que tienen una tradición muy antigua.
Pienso que antes de Eusebio Delfín y antes que la Aragón, que ya estoy hablando de dioses mayores de primer nivel cultural, la pregunta sería: ¿se les da la promoción justa a esos artistas?, ¿reciben el estímulo de los medios?, ¿tienen el apoyo al nivel que merece su tamaño de valor estético y de pertenencia? En todo caso me comprometo a que Cienfuegos, que ya está en mi corazón, trataré de que esté en el próximo trabajo.
Eso es parte de los misterios del arte, uno no siempre puede hacer el homenaje que quiere; hay duendes, hay cosas que nacen en el momento. Lo que sí te puedo garantizar es que esté o no algo como podría ser la Luna Cienfueguera que a mí me impactó con el trío que siempre me acompañaba en todas mis fiestas y que ya no sé dónde está.
El trío Los Bohemios.
¿Siguen aquí?
Sí, están aquí.
Bueno, ya no me los ponen, ya no me los traen, pero bueno… a lo mejor ya no me los merezco. Cuando oí Luna Cienfueguera en un primero de mayo, provocado por Manolito Menéndez Castellanos, en una tarima, y le dije: - “Manolito, está bueno ya de chovinismo” – pero cuando oí Luna Cienfueguera le dije: - “Manolito, perdóname, no es chovinismo, es una bellísima canción”. – Algo así casi seguro estará la próxima vez, y piensa en las preguntas que hice, no solo es un acto de honestidad pues sería una promesa que no estoy seguro de poder cumplir (la composición de la Suite Cienfueguera*) y que incluso no está en mis planes.
Acuérdate que soy oriental, marayisero, pertenezco a Holguín, tengo allá muchas deudas, pude ayudar de manera modesta, no definitiva, a traer un buen piano a Cienfuegos; no lo he podido hacer a Holguín. Y son deudas de mi corazón y de mi deber como cubano.
No sé qué ocurre, si conoce este otro misterio, pero al verlo tocar me parece que lo mismo que yo otras personas tampoco saben dónde comienza el piano y dónde continúa Frank Fernández o viceversa. ¿Por qué usted y el piano se tornan en algo único? ¿Cómo ocurre eso, esa emoción con la que se entrega por completo?
No sé ese misterio, pero sí sé que cuando pasan algunas cosas importantes, casi siempre el público las reconoce rápidamente. No sé cómo sucede, pero sí sucede. Y hay veces que no sé si soy yo o es el piano, si es la música o es mi madre que me acompaña, pero sucede. Otra respuesta triste, no inteligente, pero sí es honesta. Sí sucede. El piano, la música, a mí me salvan, me condenan, me reviven, me dan energía para seguir viviendo, pero no sé cómo sucede; no es a voluntad.
Muchas gracias, maestro.
A usted.

* Nota del autor de la entrevista.

Benny Moré cada día canta mejor

Benny Moré cada día canta mejor

Hace 92 años, el 24 de agosto de 1919 nació Bartolomé Maximiliano Moré, quien al paso del tiempo se convertiría para siempre en Benny Moré, “El Bárbaro del Ritmo”.  Nació en cuna extremadamente humilde en un pueblito arrinconado que lleva por nombre Santa Isabel de las Lajas en la antigua provincia de Las Villas, hoy provincia de Cienfuegos. Creció entre trovas callejeras y toques de tambor en el Casino de los Congos, institución lajera muy cercana a su casa.
Este año que celebramos otro aniversario de su natalicio vale pensar cómo un artista de vida biológica tan efímera alcanzó tanta excelencia en la interpretación musical – sin discriminar ritmos – a pesar de que jamás recibió enseñanza académica alguna en tal sentido. No queda otra opción que atribuirlo a su genialidad.
El Benny fue sobresaliente a la hora de cantar sones, mambos, guarachas, guaguancós, rumbas, guajiras, bambucos y boleros. Estoy plenamente convencido de que si hipotéticamente hubiese sobrevivido a la aparición de las baladas, el rap y el mismísimo reggaetón, el bien llamado “Ruiseñor Lajero” habría sido capaz de interpretar dichos géneros con originalidad y maestría.
Fue tan original el “Bárbaro del Ritmo” que el desconocimiento académico de los cánones musicales, lejos de haber sido obstáculo fue la posibilidad para que alcanzara los matices expresivos que siempre lo acompañaron. Esa naturalidad, lo que me atrevo a calificar de “talento innato, silvestre” regalaron a la posteridad un peculiar modo de cantar y hacer la música, al extremo de que cada vez que el Benny interpretaba una pieza más de una vez – como lo hizo en tantas ocasiones – sonaba diferente, aunque siempre con su estilo único y encantador.
Me contó mi amigo el escritor y crítico cienfueguero Román Villotch una anécdota leída por él que ilustra el talento del Benny. En los primeros años de la Revolución, a raíz de la creación del Consejo Nacional de Cultura, el país empezó a ocuparse de la superación de todos los artistas. Benny – como dije antes – no tenía conocimientos de música y por tal motivo se acercaron a él para pedirle que se incorporara a su estudio, algo que él aceptó de buen grado. Pero, caso curioso, uno de los grandes directores de orquesta cubanos, el Mtro. Enrique González Mantici (1912-1974) le sugirió no hacerlo, pues de entrar en los preceptos académicos el Bárbaro del Ritmo podría arriesgarse y perder la pérdida de su don natural de componer y cantar.
En mi opinión personal me parece que González Mantici acertó, y fue una lástima que pocos años después el “Bardo Lajero” dejase de existir. Quién sabe cuántas nuevas creaciones suyas formarían parte hoy de nuestro patrimonio musical.
Cierto es que han transcurrido casi cinco décadas desde su muerte - ¡48 años! – y muchas más desde su nacimiento, como igual verdad que el Benny sigue siendo el alma del rinconcito que lo vio nacer, y por encima de todo emblema y voz musical de Cuba. Hoy es icono excepcional del pentagrama cubano, recordado y actual. Por eso nadie duda al afirmar que a la vuelta de tanto tiempo el Benny canta cada vez mejor, su música no aburre, cautiva a viejos y jóvenes; se renueva a sí misma y alegra el corazón, mientras significa punto de referencia para quienes hoy, como él lo hizo en su tiempo, se consagran al arte musical.
Si Cuba como país asumiera forma humana y cantara, su voz masculina sería la del Benny.

El genio de Johann Sebastian Bach

El genio de Johann Sebastian Bach

 

El 28 de julio de 1750 dejó de existir el músico y compositor alemán Johann Sebastian Bach, hace exactamente 261 años. Bach es una de las figuras más representativas del barroco musical, del pentagrama europeo y universal. Organista y compositor , perteneció a una de las familias de músicos más destacadas, compuesta por más de 35 compositores y ejecutantes de diversos tipos de instrumentos.
Su reputación como organista y clavecinista resulta legendaria, con fama en toda Europa. Aparte del órgano y del clavecín, también ejecutó el violín y la viola de gamba, además de haber sido el primer gran improvisador de la música de renombre.
Su obra es considerada la cumbre de la música barroca, una de las cimas de la música universal y del pensamiento musical europeo, epicentro de la música occidental, y uno de los grandes pilares de la cultura del mundo, tanto por su profundidad intelectual, perfección técnica y belleza artística, como por la síntesis de diversos estilos de su época y de otras que lo precedieron.
Bach fueel último gran maestro del arte del contrapunto y su máximo exponente, y ha sido fuente de inspiración e influencia para posteriores compositores y músicos desde Mozart pasando por Schoenberg, hasta nuestros días.
A más de dos siglos y medio de su muerte, la obra de Bach permanece imborrable. A la distancia del tiempo sigue siendo uno de los más relevantes arquetipos de la música europea y mundial. Eminentemente clásico, lo cual significa “digno de imitar”, este apelativo nos remite a la singular originalidad de la música que concibió.
Este obituario de Bach me motivó para escribir una emisión de “Con los Grandes de la Música” que saldrá al aire por Radio Ciudad del Mar este 31 de julio a las 7:00 de la noche, es decir, tres días después del aniversario doscientos sesenta y uno de su deceso.
“Con los Grandes de la Música” se transmite por Radio Ciudad del Mar todos los domingos por las frecuencias de 1340 y 1350 Khz de AM y los 99.8 Mhz de FM.
De esa emisión adelanto un fragmento de una de las piezas; se trata del Aria de la Obertura No. 3 en Re Mayor, ejecutada por la Orquesta de Cámara de Stutgart.

Beatriz Márquez: La Musicalísima

Beatriz Márquez: La Musicalísima

Cada vez que Beatriz Márquez se presenta en un escenario cubano o mundial o se le anuncia en Radio y Televisión, es acostumbrado llamarle también “La Musicalísima”, al extremo de que en cualquier lugar de habla hispana, con solo mencionar esas dos palabras es sabida la alusión a esta intérprete cubana que desde los años 60s ha llenado de gloria el pentagrama cubano. Gracias a esas cualidades de su voz privilegiada, muchas de nuestras mejores composiciones musicales se han dado a conocer y gozan de preferencia en el ámbito internacional.
Beatriz Márquez no es un acontecimiento fortuito: cierto que su talento innato y esa voz de la que ella consigue cuanto se propone - ¡y lo consigue brillantemente! - devinieron piedra angular de lo que llegó después, pero junto a esas cualidades hay un entorno familiar muy vinculado con el arte a lo que se suma la consagración desde su niñez.
Aunque nacida en La Habana, es hija de un afamado compositor, intérprete y ejecutante de la guitarra, el remediano  René Márquez, quien formó parte de varias orquestas de prestigio y en un momento dado compuso piezas interpretadas por su propia hija.
Graduada de la Escuela Nacional de Arte, muchos la recordamos cuando empezó a cantar con Los Barba hasta que probó suerte como solista con piezas del repertorio internacional. Todavía resuena su Premio en el Festival de la Canción en Sopot, Polonia.
Mucha gente suspiró, y todavía lo hace, al escuchar piezas tan preciosas como “Sería tan fácil” y “Mejor concluir”, que en su voz adquirieron un sello tal que las hacen indisolubles de esta artista cubana excepcional. Beatriz Márquez se mantiene en sus buenos tiempos, continúa en la plenitud, ahora con esas experiencias vividas a lo largo de su carrera, algo que la capacita más para opinar con autoridad acerca de nuestra música, sus intérpretes y compositores. Por ello aproveché una visita suya reciente a Cienfuegos para conversar un poco sobre estos temas. Nuestra plática transcurrió como sigue…

¿Qué representan para Beatriz Márquez estas décadas exitosas como intérprete de la canción cubana?

-    Representa el reconocimiento de mi trabajo de muchos años, he hecho un recorrido, así como la participación y aceptación del público, son muestras del trabajo que he realizado.

¿Pudiera considerarse que haya que exista "decadencia" en la composición de boleros en Cuba y América Latina?

-    Yo pienso que debemos tener cuidado en la manera de componer, y creo que no solo aquí, sino en América Latina como decías tú hemos tenido que renacer temas del pasado para que la juventud sepa lo que es un buen bolero, y como en todas las épocas siempre ha existido boleros buenos y boleros malos, o sea, que debemos saber cuáles son los que tenemos que dar a conocer porque eso va a ser así para toda la vida.

¿Por qué tantos artistas actuales retoman viejos boleros para incorporarlos a sus repertorios?

-    Los retoman precisamente por eso, por la calidad que tienen.

Es que muchas veces cuando les escuchamos, sus boleros pertenecen a consagrados de otras épocas, de acuerdo, pero… ¿qué de los nuevos compositores de ese género?

-    Pienso que tienen que haber compositores de boleros jóvenes que sean buenos, lo que también si no se les da la posibilidad de dar a conocer su música, no puede llegar a los intérpretes y hay que apoyar eso también, tenemos que hacer un estudio para saber qué hacen los nuevos valores y a partir de ahí darles la posibilidad de que su música también se pueda dar a conocer.

En su opinión, ¿qué aporte hacen los festivales Boleros de Oro al género tanto en Cuba como en Latinoamérica?

-    Lo principal es apoyar el género que, como sabes, es importante para nuestro patrimonio, para nuestra música cubana. El bolero nació en Cuba.

¿Qué pudiera decirme acerca de la fusión del bolero y la canción con otros géneros, ¿es una buena estrategia para identificar a los más jóvenes con el bolero?

-    Todo está en la forma como se escriba y se haga, no importa que sea una fusión; yo soy una persona ya mayor, pero me gusta la fusión bien hecha, todo está en la manera en que se escriba, o sea, el trabajo que haga un arreglista o un intérprete; todo va en la calidad y en el resultado del trabajo.

De sus compositores preferidos, cubanos y extranjeros, algunos nombres…

-    Eso es una pregunta muy difícil para mí porque son tantos, llevo una carrera muy extensa y amo mucho los compositores de nuestro país y también otros géneros de la música internacionales como el jazz, y hasta un son cubano, ¿por qué no? Todo está en la calidad que tengan.

¿Qué opina en cuanto a la identificación entre el intérprete y el compositor? Esa empatía que pudiera o debiera existir…

-    Pienso importante que el intérprete tome la obra y un poco que sueñe y se ponga en el lugar de la creación, del personaje que está escrito en la canción, para que el número llegue al corazón de las personas, para poder transmitir, eso es muy importante. La interpretación es importante para el creador.

¿Se ha dado el caso de algún compositor que haya creado algo específicamente para usted?

-    Sí, son muchos, de verdad que sí.

¿Recuerda algunos?

-    Mi padre René Márquez, Juan Almeida Bosque, Rembert Egües, Rolando Vergara… Hay otros también que quizás no sean muy conocidos, pero me han llevado canciones muy lindas, y sigo esperando porque le doy la posibilidad a los jóvenes también.

Acerca de alguna experiencia o detalle inolvidable en su vida artística.

-    Bueno, he tenido muchas experiencias, yo creo que he sido una intérprete de mucha suerte, lo que he sido desde niña, a los ocho años, muy estudiosa y he tenido la dicha de estar en festivales internacionales, de los Guzmán donde he salido a defender obras en esa etapa de mi vida que fue muy importante, y en que a mí me gustaba realmente competir, me gustaba mucho eso y tengo muy buenos recuerdos.

Cómo se autodefine en su condición de intérprete: ¿bolerista, del filin o de la cancionística en general?

-    De la cancionística porque la cancionística abarca todos esos géneros.

¿Cree que el bolero algún día pueda extinguirse lo mismo que otros géneros arrinconados en las antologías como piezas museables?

-    No, el bolero es filin, es sentimiento, es lo que vive en el corazón de todos los seres humanos, y pienso que va a existir siempre.

¿Qué pudiera decirme acerca de la cancionística cubana y de su futuro a mediano o largo plazo?

-    Acerca de la cancionística puedo decir que trato de darles un consejo a los jóvenes intérpretes, que escuchen nuestras raíces, que cuando se habla de la canción, como te decía, son muchos géneros: la trova tradicional, la trova nueva, el danzón, una balada… la canción abarca muchos géneros y pienso que deben escuchar las raíces y a partir de ahí pueden hacer fusiones, pero sobre todo entender el valor que tiene nuestra música.  

Soy un convencido de que los artistas más jóvenes son afortunados al contar con un paradigma musical como Beatriz Márquez, de quien pueden aprender para luego, con sus peculiaridades, crecer en su arte; como afortunados nosotros todos los cubanos, por seguir disfrutando las interpretaciones de quien es figura emblemática de la cancionística en nuestro país.

Caturla irrepetible

Caturla irrepetible

El músico y compositor Alejandro García Caturla (Remedios, 7 de marzo de 1906) es un ícono en el pentagrama cubano. Si existiese la posibilidad de una nueva definición, me atrevería a llamarle el hombre que hizo de la música cubana el más profundo objeto de estudio. Con agudeza rayana en lo científico, este hombre eminente aplicó la abstracción y penetró lo más hondo de nuestra identidad musical. Sumemos a eso la virtud de haberlo hecho en circunstancias históricas difíciles cuando el antecedente africano, componente indispensable para concebir nuestro pentagrama, padecían el ostracismo racial de una época en que el negro cubano y su herencia cultural eran menospreciados.
Caturla es un músico difícil al oído; muchos de sus trabajos en la composición requieren de una aplicación inteligente, seguirlos con agudeza sin esperar la melosidad a la que el órgano auditivo tiende su búsqueda.  Caturla compuso con elocuencia y genialidad en la síntesis. Sus obras sinfónicas hurgan eso nuestro que se hunde en la transculturación dada por el folklor popular, a partir esto de una raigambre profunda entre lo hispano y lo africano. A partir de Caturla se expanden horizontes al proceso creacional de nuestra música, que llegan hasta nuestros días. Toda su obra pone en perspectiva, a partir del siglo XX, las posibilidades de un Nacionalismo Musical Cubano genuino y pleno.
Entre las muchas virtudes del genio “caturliano” cuenta esa mezcla concebida por él entre la tradición nacional y la perspectiva futura como expresiones de lo universal, involucrado todo en el pentagrama cubano. El tríptico orquestal “Tres Danzas Cubanas” resulta obligada escucha para cualquier compositor que en nuestro país se proponga, aun con nuevas sonoridades, la fidelidad a lo mejor de nuestro patrimonio sonoro. Su “Berceuse Campesina”, tanto como los “Motivos de Danza” y la “Danza del Tambor” conducen por los más insondables elementos de la esencia musical de nuestro país.
Alejandro García Caturla fue un músico de vanguardia a partir de los elementos que integran la identidad cubana. No paraliza, no detiene, al contrario: abre la perspectiva de búsqueda y composición. Más que su vida, de por sí cautivante y rebelde, es su obra lo que junto a lo biográfico precisa conocerse como un todo.
Por si pareciese poco, este hombre que fundó y dirigió orquestas, compositor, arreglista, ejecutante del violín y acucioso musicólogo formó parte de una generación ávida del reencuentro con lo autóctono. Su arte se incorpora al de Wifredo Lam, Nicolás Guillén y Rubén Martínez Villena al manifestar el descontento y la urgencia de una generación truncada en una etapa histórica convulsa, contradictoria y marcada por la frustración. No fueron ellos ni Caturla los frutos de aquella frustración, sino fuerzas propulsoras que con ímpetu incontenible dieron a Cuba los redentores sostenes de su porvenir cultural.
Este año se conmemoran siete décadas de su muerte prematura, víctima de un homicidio (12 de noviembre de 1940). Al tronchar su existencia una mano asesina se privó a nuestra cultura de quién sabe cuántas obras más como las que legó con su genial riqueza. Caturla, en resumen, es irrepetible. La búsqueda de lo nuestro en el entorno musical exige su relectura, volver a conocerlo y no olvidar jamás lo que tanto debemos a su consagrado quehacer.

Los Novo, cronistas musicales

Los Novo, cronistas musicales

Los hermanos Pedro y Roberto Novo nacieron y viven en Cienfuegos. Dedicados a la composición e interpretación musical desde hace alrededor de tres décadas, han sido galardonados en varias ocasiones en certámenes nacionales. Muchas de sus canciones son cantadas y escuchadas dentro y fuera de Cuba.

Cultivan diversas temáticas en sus contenidos, desde el amor de la pareja, con una carga poética singular y propia de ellos, hasta composiciones que pueden calificarse como verdaderas pinturas musicales de lugares y gente de su ciudad natal.

Por eso es que no dudo en calificarlos como cronistas musicales de Cienfuegos, virtud insertada en su condición de trovadores. Las prosas y los versos de sus letras entrañan una poesía que se extiende desde lo meramente ceñido a las formas, como a la profundidad en imágenes y sentimientos.

Cuanto he dicho muchos lo saben. Tal vez lo que pocos conozcan acerca de ellos es que, a la par de sus quehaceres en la música, Pedro y Roberto han sido seres entregados a la Radio. De Roberto recuerdo que por el año 1984 escribía el guión de un programa para niños – Buenos Días Pionero – en Radio Ciudad del Mar. Algo más de una década más tarde, Pedro fue jefe de la sección de música en la misma radioemisora, oportunidad privilegiada para los directores-realizadores que pudimos contar bien de cerca con las experiencias y el talento de uno de los más brillantes músicos cienfuegueros contemporáneos.

A cada rato me encuentro con ellos, conversamos y participamos juntos en peñas musicales y tertulias. La amistad que nos une desde hace tiempo me motivó a decirle un día a Pedro que quisiera hacer pública una de esas pláticas, y como ni Roberto ni él me dirían que no, aquí sigue lo que esa vez conversamos.

¿Crees que haya alguna diferencia sustancial entre la Trova Tradicional y la Nueva Canción Cubana?

- La trova cubana es una, desde Sindo pasando por Silvio y Pablo a  la misma que ahora hacen los más jóvenes trovadores, cada uno cantándole a la realidad que les tocó vivir, cada uno cronistas de su tiempo. El  hombre piensa y actúa según vive y en las canciones de los trovadores esta lo cotidiano, sus necesidades y sus relaciones dentro de la sociedad, siempre bajo un aliento poético y un trabajo musical que los caracteriza y distingue, en el que juega un papel fundamental la guitarra. Por supuesto, que no son iguales los escenarios ni toda la estructura comercial y publicitaria que acompaña al fenómeno artístico en nuestros tiempos, pero la motivación y la creación siguen siendo las mismas, afortunadamente.

¿Se autodefinen ustedes como trovadores, cantautores, poetas que musicalizan, músicos que poetizan…?

- Aunque preferimos no definirnos y le dejamos esa tarea a los estudiosos de la música y los investigadores, creo que somos dos compositores que les gusta cantar  sus canciones, que son portadoras de todo cuanto creemos, profundamente comprometidos con esta ciudad que nos vio crecer, con sus gente y su historia, algo así como dos trovadores de su ciudad.

Y esa pasión para cantarle a Cienfuegos, inspirados en los viejitos del Parque Martí, el doctor Alfredo Espinosa, el Padre Panchito, a tantas personas y lugares que son íconos de la cultura local, ¿no cabe lo de pintores o cronistas musicales? ¿Cómo sienten eso?

- Esto de cantarle a la ciudad en la que vives diariamente tiene muchos riesgos, y uno de ellos es el compromiso que asumes con los que te rodean y  ven en ti la canción necesaria y oportuna en cada momento; eso lleva una alta responsabilidad, por eso todas las temáticas que abordamos, hasta las más sencilla, más que un reto son un acto de fe, y con esa voluntad la asumimos, siempre con una gran carga de amor.

Pedro, lo mismo tú que Roberto han hecho Radio alguna vez. En la segunda mitad de los 90s atendiste la sección de música en Radio Ciudad del Mar. A partir de aquella experiencia, ¿qué importancia le atribuyes a este medio como difusor de la cultura musical?

-    La radio, dentro del arte de la comunicación, es la musa de la imaginación, no hay otro medio que te haga soñar  como ella. Nuestros inicios estuvieron muy vinculados a una emisora que sin muchos recursos técnicos y con un gran equipo de realizadores-amigos, nos hicieron creer que nuestras canciones servían para algo, y así vivimos la inolvidable experiencia de oír grabadas nuestras voces por vez primera y luego hicimos programas y hasta escribimos música para estos, por eso siempre que nos invitan nos sentimos como el que regresa a casa y disfruta de su familia. A la radio, su inmediatez y alcance la sitúan como un importante medio para la difusión de nuestros valores culturales.

Aprovecho el título de una canción de Silvio, haciendo “llover sobre mojado”, así que con toda intención vuelvo a preguntarte si ustedes aceptan ser llamados los cronistas musicales de Cienfuegos…

- Si tener la suerte de nacer y vivir en una de las ciudades más lindas y bondadosas del mundo, rodeados de su gente que la quiere con sano y notorio orgullo, y tener una familia especial y una profesión noble no es suficiente y la vida te da la tarea de cantarles y hacer canción su historia, bendita responsabilidad, gracias a Dios de ser “los cronistas de la ciudad”   

Los Novo se ganaron ese título. Es su obra la que, sin proponérselo ellos mismos, les ha hecho acreedores. Conocidos también en el extranjero, con frecuentes visitas a España., Brasil, Venezuela, Belice, Perú, Nicaragua y México, dejan por donde pasan ese sello que los ha hecho únicos.

Canciones dedicadas a  los populares coches de la ciudad, como al barrio que los vio crecer, a Nano el antológico tresero del Conjunto Los Naranjos, hasta piezas laureadas como “Vamos amor”, “Te vengo a amar” y “Decirte cosas de amor”  así como muchas más, son obras que avalan mi afirmación de que Pedro y Roberto Novo, por su autenticidad y simbolismo, también merecen que alguien se inspire y les dedique una canción.

Los mil regalos de Augusto Blanca

Los mil regalos de Augusto Blanca

Cuando se hacen programas de radio de corte sentimental o intimista, muchas canciones de Augusto Blanca se adecuan a ese motivo. A la hora de cantar lo que antes escribió, hay algo que define a este compositor como alguien único.
 
Augusto Blanca Gil, uno de los más famosos trovadores cubanos, nació en Banes en 1945. Si me piden mencionar tan solo una de las muchas virtudes que lo identifican como cantautor, sería la pasión, el sentimiento que pone en su arte de componer y cantar; buena parte de su música tiene corte romántico y es para él su esposa la musa inspiradora.
Resulta que Augusto vino a Cienfuegos, donde se sintió muy a gusto, y aproveché para sentarnos a conversar. Algo llamativo es que sus primeras inclinaciones fueron hacia las artes plásticas, sin embargo, él considera que todo le llegó de una sola vez.
 
-    Desde chiquitico yo cantaba, según mis padres, porque yo no me acuerdo, y me pusieron un maestro de guitarra: Pedrito Rodríguez, hermano de Peruchín. Este maestro no me funcionó porque yo era muy niño, entonces él se me aparecía y yo me escondía debajo de la cama hasta que decidió no darme más clases. Ya cuando tenía como once o doce años, me pusieron una maestra, la hermana de los Cotán, de Mayito Cotán. Esa sí me fascinó, pues era una mulata preciosa con cola de caballo y, además, me enseñaba a tocar la guitarra a partir de canciones, y aquello me motivaba más. Y te digo que todo salió a la par porque mi madre era profesora de artes plásticas y yo pintaba junto con ella, y me gustaba el teatro. En un taburete desfondado yo hacía mis obras de teatro para mí mismo, hice un grupito de teatro con los muchachos del barrio, o sea, todo fue gestándose al mismo tiempo. Ya cuando tuve dieciséis años mi madre decidió mandarme para Santiago de Cuba.

¿A estudiar música?

-     No, realmente yo iba a hacer una prueba de escenografía cuando la ENA (Escuela Nacional de Arte), todavía no existía el ISA (Instituto Superior de Arte). Estaban haciendo unas pruebas en Santiago de Cuba para diferentes manifestaciones de las artes plásticas. Yo quería estudiar escenografía y ser pintor, pero ¡afortunadamente!, llegué tarde a la prueba, y decidí quedarme en Santiago, donde vivía mi tía, y mis primos que estaban armando una orquesta. Entonces matriculé en la Escuela de Artes Plásticas de Santiago de Cuba, conjuntamente comencé a trabajar con aquella orquesta, que era una orquesta típica charanguera: La Típica Juventud. Y a la par haciendo mis propias canciones “extrañitas”, ¿no?

Quieres decir que te quedaste en Santiago, ¿fue así?

-    Afortunadamente me quedé allá porque si me hubiera ido para La Habana no hubiera pasado por la experiencia, la mejor universidad que tuve siempre, que fue la Casa de la Trova de Santiago de Cuba y conocer en vida a los grandes trovadores, que era lo que yo quería ser cuando fuera grande.
 
¿Cuáles de ellos conociste?

-    Conocí a Sindo, a Miguel Matamoros, menos a Pepe Sánchez que ya había muerto, pero a todos, a todos, a Emiliano… bueno, al trío Matamoros completo. Yo vivía allí, me metía en la Casa de la Trova a las 12 del mediodía y me daban las 5 de la tarde, que tenía que ir para la escuela. A veces regresaba de la escuela y me quedaba con ellos allí hasta el amanecer. Allí, fue, te digo, mi encuentro con la canción. Ya te dije que antes hacía mis propias canciones “raritas”, “extrañas”.

Háblame un poquito más de esas canciones “raritas”.

-    Pues yo decía que eran de un loco que había en mi pueblo.

¿Por qué las defines así?

-    Es que eran una especie de fábulas, leyendas y pequeñas historias raras, eran cosas surrealistas… Por ejemplo, refranes. Yo me hacía una historia de don Juan de los Palotes, por ejemplo, que es una frase, como decir: “este es un don Juan de los Palotes”, entonces hacía una leyenda imaginaria a ese personaje, a la Carabina de Ambrosio, Genaro tumbó la mula… digo, la mula tumbó a Genaro…entonces todas esas cosas no tenían nada que ver y la gente me preguntaba y yo decía: “no, un loco que hay en mi pueblo”, hasta que en 1967 veo por televisión un programa: “Pero mientras tanto”, a Silvio Rodríguez, y me di cuenta que había más locos que yo, y entonces ahí empecé, confesé que esas canciones “raras” eran mías y me puse en contacto inmediatamente con Silvio, con Noel, y desde ahí empezó a nacer ya, como sucedió con la Nueva Trova, que fue saliendo espontáneamente en toda la isla, como en Cienfuegos Lázaro, en Holguín Ramiro Gutiérrez, en Camagüey Miguelito Escalona, hasta que nos reunimos, como tú sabes en el año 1972 en Manzanillo y organizamos el Movimiento de la Nueva Trova como tal.
 
En cuanto a tu discografía, los álbumes titulados REGALOS…

-    A mí me gusta mucho trabajar siempre en grupos, creo que hay tres grupos fundamentales que yo pienso que son la génesis de mi trabajo: Los Regalos, que son canciones de amor muy cortas, que la mayoría empiezan con la palabra “quiero”. Otro grupo que son las Trovadas, como pequeños homenajes a la Trova Tradicional tratando un poco de recrear la manera de los trovadores, una cosa “soneada”, del bolero trovadoresco cubano, tengo como dieciséis Trovadas de esas. Y Poblinas, sobre todo, que son como especie de estampas o viñetas que hablan de mis recuerdos de infancia. Poblinas es una palabra inventada, y tiene que ver con poblano, pueblerino, y esas sí con como diecinueve. Hay otras que son las fábulas, los refranes, pero estas tres vertientes son las que más he trabajado. Y mucha música para teatro que hago.
 
¿Puedes referirte un poquito de esa intimidad como compositor? A la hora de motivar, de inspirarse, si los momentos más tristes, más alegres…
 

-    Yo pienso que cada canción tiene sus propias leyes. A mí, en general, me gusta hacer las dos cosas al mismo tiempo. Para musicalizar, lo hago como oficio, digamos que tomo un texto de Lorca, por ejemplo, y le pongo la música, pero cuando ya se trata de mi trabajo no me gusta primero hacer la letra. A veces lo he hecho, un texto que después le he puesto la música. Pero lo que más me gusta es ir armando las cosas al mismo tiempo.
 
¿Tienes horarios fijos para componer?

-    Del horario, yo no tengo un horario específico. Pienso que lo que hay que estar es trabajando y que te sorprenda el momento en que la musa, que tú no esperas pasivamente, como decir: “voy a esperar a las 5 de la tarde, que a esa hora entra por la ventana”. No, no, a mí que me coja trabajando, porque si no estás trabajando, pasa la musa y se va.

Hace unos momentos me dijiste que has hecho música para teatro, ¿continúas en eso?

-    Siempre, desde mis inicios, de Banes para acá, mi primer trabajo fue como escenógrafo en el grupo dramático de Oriente. Al año de estar ahí empecé a hacer música para teatro entre bambalinas porque mi oficio era de escenógrafo, pero yo entre bambalinas veía las obras y se me ocurría el tema, y Adolfo Gudkin, un argentino quien era uno de los directores artísticos del conjunto dramático de Oriente se fijó en esto y un día me dijo: “Augusto, ¿por qué no hacemos un concierto medio dramatizado con las canciones tuyas? Porque veo que tus canciones son como palpables, muy narrativas…”Con otra actriz, María Eugenia García, que también cantaba, empezamos a experimentar. Oímos un texto de Mark Twain, “El diario de Adán y Eva”, hicimos una cosa que la llamamos “La Creación”. Con el tiempo la llamamos la abuela de lo que fue más tarde la “Teatrova”. Armamos el texto, pero no era una obra de teatro con temas musicales, ni una comedia musical. Aquello era todo prensado, no se sabía donde terminaba la palabra cantada ni donde empezaba la hablada.

Es decir que no había subordinación…

-    No, ahí era una trenza, siempre se estaba tocando y siempre se estaba hablando y de momento la actriz que estaba hablando empezaba a cantar, y yo que estaba cantando empezaba a hablar. Y nos dimos cuenta de que esto podía ser una especie de método de trabajo; decidimos instaurarnos como grupo, nos desprendimos del conjunto dramático de Oriente, actual Cabildo Teatral Santiago, y nos denominaron Grupo Experimental de Teatro, pero la gente misma lo bautizó Teatrova: una actriz y un trovador mezclándolo todo. Así surgieron obras pequeñas que no eran precisamente de textos teatrales, porque por ejemplo, Los Zapaticos de Rosa lo trabajamos de esa manera; un cuento de David García, Papó, también lo hicimos así. Surgieron cosas del Pequeño Príncipe, y la armamos como una obra de teatro, siempre partiendo, te digo, de una guitarra y una actriz. Era para salirnos del marco convencional del teatro, te estoy hablando de la década del 70.

¿Hasta cuándo se mantuvieron trabajando juntos María Eugenia y tú?


-    En 1978 ella vuelve para La Habana a filmar Lidia y Clodomira. Se desarma un poco la Teatrova, pero llegaron unos egresados del ISA como Roberto Perdomo, unos cuantos actores y actrices, y seguimos desarrollando este método de trabajo, ya más ampliado. En 1984 voy otra vez para La Habana y allá volvemos a armar la Teatrova. En 1990 me voy de Teatrova y comienzo a trabajar con Corina Mestre, a quien conozco desde los primeros encuentros de la Trova cuando ella era la mascota, la niñita de las trencitas.

¿Qué haces actualmente en el teatro?


-    Trabajo con un grupo de teatro infantil. Sigo haciendo música para teatro, independientemente de que tengo otro proyecto más con Waldo Leyva el poeta, Pepe Ordaz y Rochy. Un grupo denominado Trovandante, una especie de concierto de poesía y trova, y canciones nuestras, de Pepe y mías. Recientemente regresamos de una gira por México, de un festival. Y ahí ando, haciendo mucha música para teatro y canciones, sin cansarme.

Hablar de Augusto Blanca es mencionar uno de los grandes de la actual Trova Cubana. Escucharlo interpretar sus creaciones resulta ser una agradable experiencia. Sin dudas, él siente lo que canta porque siente lo que ha compuesto.