Blogia
Cuba Latino

Actualidad

Frei Betto: Educación crítica y protagonismo cooperativo

Frei Betto: Educación crítica y protagonismo cooperativo Conferencia especial del teólogo y escritor brasileño Frei Betto en Pedagogía 2015.

La educación escolar tiene un papel fundamental en el proceso de transformación social. A semejanza de la política y la religión, la educación sirve para liberar o alienar; despertar protagonismo o favorecer el conformismo; propiciar en los educandos una visión crítica o legitimar el status quo, como si fuera insuperable e inmutable; promover una praxis transformadora o sacralizar el sistema de dominación.

En estos inicios del siglo XXI, la educación escolar difiere mucho de la que predominó en el siglo XX. Hoy en día, nuestra vida cotidiana se ve invadida por nuevas tecnologías que nos brindan, en tiempo real, informaciones capaces de incidir en nuestra forma de vivir y de relacionarnos (ciberespacio, relaciones virtuales, crisis de las ideologías libertarias, nuevos perfiles familiares y sexuales, monopolio y manipulación de la información, etc.).

Como vivimos un cambio de época y navegamos entre la modernidad y la posmodernidad, estamos amenazados por una crisis de la identidad teórica. El instrumental teórico que tanto nos confortaba e incentivaba en el siglo XX, y que nos parecía tan sólido, se desplomó con el Muro de Berlín. Al contrario de lo que pregonaban los manuales de vulgarización del materialismo histórico, la historia retrocedió en Europa del Este.

Setenta años de socialismo en Rusia no fueron suficientes para formar los tan anhelados hombres y mujeres nuevos, dotados de inquebrantables valores éticos, disposición revolucionaria y menosprecio a las seducciones del capitalismo. Hoy Rusia es uno de los países más corruptos del mundo, y en él impera una brutal desigualdad económica.

¿Qué faltó en la Unión Soviética? Faltó una educación que, más allá de la escolaridad, de la transmisión cultural del país y de la humanidad, inculcara en los educandos una visión crítica de la realidad y un protagonismo social transformador.

De hecho, en muchos de nuestros países, capitalistas y socialistas, la educación escolar se ha convertido en una prisión de la mente, donde las disciplinas curriculares se repiten sucesivamente, con vistas a la calificación de la mano de obra destinada al mercado de trabajo. No se ha reflexionado sobre la prioridad de formar ciudadanos y ciudadanas revolucionariamente comprometidos con el proyecto social emancipador.

Vivimos hoy una era de impasse con respecto al futuro emancipado. Estamos en el limbo del proceso libertario. Los movimientos, grupos y partidos de izquierda, cuando existen, parecen perplejos en lo que toca al futuro. Muchos ceden a la fuerza cooptadora del neoliberalismo y cambian el proyecto de liberación social por el mero usufructo del poder, aunque eso implique traicionar las esperanzas de los oprimidos y los fundamentos teóricos que originaron esas fuerzas sociales y políticas.

La hegemonía capitalista ejerce un poder tan avasallador que muchos abdican del propósito de construir un nuevo modelo civilizatorio. Poco a poco, como si se tratara de un virus incontrolable, el capitalismo se impone en nuestras relaciones personales y sociales. Nos vamos adhiriendo a la creencia idolátrica de que “no hay salvación fuera del mercado”. En la esfera personal, abandonamos nuestra ideología libertaria a cambio de una zona de comodidad que nos permite acceder al poder y la riqueza, lo que nos libra de la amenaza de integrar el contingente de 2,6 miles de millones de personas que sobreviven hoy con un ingreso diario inferiores a los 2 dólares.
Formación de conciencia crítica y de protagonistas sociales

La educación crítica es nuestro gran desafío en este mundo hegemonizado por el capitalismo neoliberal. Su principio es no formar meros profesionales calificados, sino ciudadanos y ciudadanas que sean protagonistas de transformaciones sociales. Por eso trasciende los límites físicos de la escuela y vincula a educadores y educandos a movimientos sociales, sindicatos, ONG, partidos políticos; en fin, a todas las instituciones que realizan actividades de transformación social. La educación crítica solo se desarrolla en sintonía con los procesos reales de emancipación en curso y las reflexiones teóricas que los fundamentan.

La educación que busca la formación de conciencia crítica y de ciudadanos militantes comprometidos con la transformación social debe tener en cuenta la intercalación de tres tiempos: el tiempo de las estructuras (más largo); el tiempo de las coyunturas (más inmediato y factible de cambiar a mediano plazo); y el tiempo de lo cotidiano (en el cual vivenciamos el conflicto permanente entre la satisfacción de nuestros intereses personales y la conciencia de las demandas altruistas, que nos exigen ser para los demás, o simplemente, ser capaces de amar).

El tiempo de las estructuras debe ser objeto de la educación escolar. Es él el que nos remite a la historia de la historia, a los grandes procesos sociales con sus avances y retrocesos, a los triunfos y las derrotas, a las virtudes y las contradicciones.

Mientras más conscientes son educadores y educandos del tiempo estructural, más se contextualizan y se entienden a sí mismos como herederos de una historia que avanza, en medio de dificultades, de la opresión a la liberación.

Tener conciencia del tiempo de las estructuras es tener conciencia histórica y no dejarse ahogar en el mar de contradicciones de los tiempos coyuntural y cotidiano. Cada uno de nosotros es un pequeño eslabón en la vasta corriente del proceso social. Solo si tenemos conciencia de la amplitud de esa corriente comprendemos la importancia del eslabón que somos. Una educación que no se abre al tiempo de las estructuras corre el grave riesgo de ser cooptada por la estructura mundialmente hegemónica.

El tiempo de las coyunturas es el de los cambios cíclicos que producen inflexiones en las estructuras, aunque sin alterarlas sustancialmente. Es la acumulación de coyunturas la que influye en el cambio del tiempo de las estructuras. El gran desafío consiste en saber cómo comportarse en determinada coyuntura para mejorar o transformar la estructura. La coyuntura es el presente, el aquí y ahora, mientras que la estructura, que condiciona las coyunturas, no es fácilmente perceptible, a menos que se tenga conciencia histórica para poder encuadrar la parte en el todo, el detalle en el conjunto, el presente en las causas del pasado y en las alternativas de futuro.

El tiempo de lo cotidiano es el del día a día, en el cual transitamos o tropezamos, movidos por ideales altruistas, solidarios, y, a la vez, atraídos por las seducciones del acomodo y el individualismo. Es en el tiempo de lo cotidiano que la educación actúa, permite una comprensión crítica de la coyuntura y despierta el imperativo de comprometerse con la transformación de la estructura.

Vivimos inmersos en ese tiempo cotidiano, muchas veces movidos por utopías libertarias y, al mismo tiempo, desanimados al percatarnos cada día de que la materia prima del futuro es humana, siempre frágil, ambigua y contradictoria.

La formación de conciencia crítica y protagonismo social es resultado de un proceso pedagógico que intercala los tres tiempos para evitar que nos perdamos en un idealismo cuyo discurso no se adecua a la realidad, o en la mezquindad de un cotidiano que no siempre refleja los valores en nombre de los cuales lo asumimos. Ese es el caso de los militantes supuestamente revolucionarios que hacen de su función de poder un nicho de acomodo burgués y provecho personal. Y ello se aplica al director de la escuela, al obispo de la iglesia, al gerente de la empresa, etc.

Es importante tener siempre presente que nuestro cotidiano transita bajo la hegemonía de un determinado proceso civilizatorio, el de la burguesía europea, y de un único sistema económico globalizado, el capitalista, aunque vivamos en un país socialista.

Por tanto, nuestro tiempo cotidiano debe aspirar a incidir en el tiempo coyuntural para poder modificar el tiempo estructural global. Para eso no bastan los principios teóricos y las prácticas colectivas. Es preciso que a los principios y las prácticas los oriente una ética que tenga en su centro los derechos de los pobres, los oprimidos y los excluidos. Sin esa alteridad amorosa, todo proyecto emancipatorio o revolucionario corre el riesgo de congelarse, aprisionado por sus propias estructuras de poder, emitiendo un discurso desvinculado de la práctica, abriéndole paso a la esquizofrenia de crear en el imaginario colectivo, en nombre de la emancipación, la expectativa de un futuro burgués para cada ciudadano y ciudadana…

Comparados con el tiempo veloz de los aspectos coyunturales y el tiempo aparentemente caótico de lo cotidiano, los cambios estructurales son lentos, procesuales, y solo se pueden evaluar debidamente sus avances cuando se ponen lado a lado las conquistas del presente con los atrasos del pasado.
De la educación individualista a la educación cooperativa

Desde Marx hasta la Teología de la Liberación, todos sabemos que no existirá emancipación plena sin la superación del sistema capitalista. Una educación crítica y liberadora no debe perder de vista esa meta. Debe despertar en los educandos una visión crítica que no se limite a consignas repetitivas, que más que profundizar la razón exacerban la emoción.

Aunque se viva en un país socialista como Cuba, todos estamos sometidos a la hegemonía del pensamiento único neoliberal y de la economía capitalista centrada en la apropiación privada de la riqueza. El neoliberalismo, como un virus que se propaga casi imperceptiblemente, se introduce en los métodos pedagógicos y las teorías científicas, en resumen, en todas las ramas del conocimiento humano. Así, instaura progresivamente ideas y actitudes que fundamentan la ética de las relaciones entre los seres humanos y entre los seres humanos y la naturaleza.

En la lógica neoliberal, la inclusión del individuo como ser social se mide por su inserción en el mercado como productor y consumidor. La posesión de mercancías revestidas de valor determina las relaciones humanas. Es el fetiche que denunciara Marx. Esa inversión de la relación –según la cual la mercancía tiene más valor que la persona humana, y la persona humana es valorizada en la medida en que hace ostentación de mercancías de valor– contamina todo el organismo social, inclusive la educación y la religión, como denunciara el papa Francisco el 22 de diciembre de 2014 al señalar las “15 enfermedades” que corroen a la curia romana.

De ello se deriva una ética perversa que subraya como valores la competitividad, el poder de consumo, los símbolos de riqueza y poder, la supuesta mano invisible del mercado. Esa perversión ética debilita a los organismos que fortalecen a la sociedad civil, como los movimientos sociales, los sindicatos, las asociaciones barriales, las ONG, etc. El patrón que se debe adoptar ya no es el de la alteridad y la solidaridad, sino el del consumismo narcisista y la competitividad.

¿Cómo superar hoy ese patrón de vida capitalista que, si no rige nuestro estatus social, muchas veces predomina en nuestra mentalidad? En eso a la educación le corresponde el papel preponderante. Entre otras cosas, porque la actual coyuntura no es proclive a los cambios estructurales por la vía del “asalto” al aparato del Estado. Eso no significa, como supone cierta parcela de la izquierda, que las revoluciones son hechos irrepetibles del pasado y, por tanto, ya no hay alternativa sino adaptarse al nuevo “determinismo histórico”: la hegemonía del mercado.

La historia demuestra que han ocurrido cambios estructurales significativos sin un “asalto” al Estado, como fueron el paso del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo. Hoy, una de las armas más poderosas para superar el capitalismo es una educación crítica y cooperativa, capaz de crear nuevos parámetros de conocimiento y promover nuevas praxis emancipadoras.

Es mediante la educación que se moldean las subjetividades que le imprimen significado a los fenómenos sociales. Con frecuencia sucede que se vive un antagonismo entre lo microsocial (pautado por la subjetividad) y lo macrosocial (pautado por las estructuras). En Cuba se encuentra un buen ejemplo: en la década de 1950, un grupo de jóvenes revolucionarios (microsocial) se hizo consciente, gracias a la educación política (subjetividad) de la importancia de modificar la estructura del país (macrosocial). Hoy Cuba es un país de estructura socialista, pero no todos los cubanos disciernen lo que eso significa, y algunos sueñan con disfrutar, bajo el socialismo, de un estilo de vida capitalista (microsocial).

La educación crítica y cooperativa es capaz de superar ese antagonismo al formar protagonistas o militantes que reproduzcan las bases materiales y espirituales del socialismo, cuyo sustento es la solidaridad.

Para ello, es necesario que la educación sepa situar a educadores y educandos en relación con el pasado y el futuro. Ello solo es posible a partir del aquí y el ahora, del presente. Es nuestro modo de pensar y actuar en el presente lo que resignifica nuestra manera de encarar el pasado y el futuro.

La educación tiene el poder necesario para destronar una racionalidad dominante e introducir otra, siempre que no sea meramente teórica y se vincule a procesos efectivos de producción material de la existencia. Resulta siempre oportuno recordar la observación de Marx de que no nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad para pensar (tal vez las abejas, por ejemplo, posean una lógica algebraica más depurada que la nuestra…), sino por la capacidad de reproducir nuestros medios de subsistencia.

Una educación crítica, liberadora, es la que aspira a conquistar la hegemonía mediante el consenso, mediante prácticas efectivas, y no mediante la coerción ideológica. Debe abarcar todas las disciplinas escolares, desde las ciencias exactas hasta la educación física, superando las relaciones fundadas en la economía del intercambio en aras de una economía solidaria, cuya base sea la cooperación.

Todos sabemos que las relaciones mercantilistas influyen en las concepciones de quienes las adoptan o se dejan regir por ellas. Para citar solo algunos ejemplos, esas relaciones acentúan el individualismo e inciden sobre los mecanismos de relacionamiento en el trabajo, la física moderna, la biología darwinista de la sección natural, etc. Ni siquiera la concepción mecanicista del marxismo, que profesaba la fe en un “irrefrenable determinismo histórico” logró escapar de su influencia. Es eso lo que índuce a los educandos a creer que el mercado obedece a una “ley natural”, y que fuera de él no hay alternativa… Es eso lo que nos lleva, literalmente, a torturar a la naturaleza para que nos suministre sus frutos cuanto antes.

Por tanto, debemos preguntarnos, ¿para qué sirve la educación? ¿Para adaptar a los educandos al status quo? ¿Para transmitir el patrimonio cultural de la humanidad como si fuera el resultado de la acción intrépida de héroes y genios? ¿Para formar mano de obra calificada para el mercado de trabajo? ¿Para adiestrar individuos competitivos?

Una educación crítica y solidaria engloba a todos los actores de la institución escolar: los alumnos, los profesores, los funcionarios y las familias de todos ellos. Y trasciende los muros de la escuela para vincularse participativamente con el barrio, la ciudad, el país y el mundo. Las puertas de la escuela permanecen abiertas a los movimientos sociales, los actores políticos, los artistas, los trabajadores. Y la óptica de su proceso pedagógico enfatiza esta verdad que la lógica mercantilista intenta encubrir: los fundamentos de la evolución de la naturaleza y de la historia de la humanidad están mucho más centrados en la cooperación, en la solidaridad, que en la selección natural, la competitividad y la exclusión.

Una educación crítica y cooperativa es deliberadamente contrahegemónica, y procura ubicar el destino de sus educandos en el destino global de la humanidad. El valor de la escuela se evalúa por su capacidad para insertar a los educandos y los educadores en prácticas sociales cooperativas y liberadoras. Por eso es indispensable que la escuela tenga claridad acerca de su proyecto político pedagógico, en torno al cual debe prevalecer el consenso de sus educadores. Sin esa perspectiva, la escuela corre el peligro de convertirse en rehén de la camisa de fuerza de su currículo, como un mero aparato burocrático de reproducción bancaria del saber.

Si queremos atrevernos a reinventar el futuro, debemos comenzar por revolucionar la escuela, transformándola en un espacio cooperativo en el cual convivan la formación intelectual, científica y artística; la formación de conciencia crítica; la formación de protagonistas sociales éticamente comprometidos con los desafíos de construir otros mundos posibles, fundados en la compartición de los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano.

Traducción de Esther Perez

Frei Betto es escritor y asesor de movimientos sociales, autor de “Fidel y la Religión”, “La Mosca Azul” y “Esa escuela llamada vida” (con Paulo Freire y Ricardo Kotscho), entre otros libros.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/01/29/frei-betto-educacion-critica-y-protagonismo-cooperativo/#.VMv-t8nyXIA

CELAC, Cuba y la presencia martiana

CELAC, Cuba y la presencia martiana San José de Costa Rica es sede de la III Cumbre de la CELAC en su condición de Presidente pro témpore. Al final del encuentro la Presidencia por un año será transferida a Ecuador. El pasado año la capital cubana fue sede de tan importante encuentro de naciones latinoamericanas y caribeñas.

Entre los temas a debatir esta vez cuentan la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, la educación y la cultura, además de aspectos relacionados con ciencia y tecnología, la cooperación Sur–Sur, y la situación internacional, todos ellos aspectos de vital importancia para el presente y futuro de la región.

Coincidencia feliz que esta III Cumbre comience un 28 de enero, precisamente en el aniversario 162 del natalicio de José Martí, Apóstol de la Independencia de Cuba y abanderado de la unidad latinoamericana, tanto como la soñaron Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins y José de San Martín, entre tantos paladines de la libertad de Nuestra América.

Costa Rica ocupó un lugar importante en el pensamiento y el sentir del más genial cubano, quien la visitó entre 1893 y 1894. La ciudad de Puntarenas, visitada por él en esas dos ocasiones cuenta con un Liceo que lleva su nombre.

En Costa Rica Martí escribió y pronunció discursos, y también se entrevistó con Antonio Maceo en la preparación de la Guerra Necesaria, donde residió el Titán de Bronce en condición de exiliado político. En San José el Héroe Nacional cubano se reunió con intelectuales, políticos y extranjeros residentes allí; ofreció una conferencia en el antiguo Ateneo y dejó instrucciones para continuar con la difusión de la causa independentista cubana.

Monumento a José Martí, de Thelvia Martin Maderos Campus de la Universidad para la paz. Costa Rica.Monumento a José Martí, de Thelvia Martin Maderos Campus de la Universidad para la paz. Costa Rica.De su entrañable cariño por Costa Rica, escribió Martí a Pío Víquez: "...tierno agradecimiento con que recordaré siempre la bondad con que Costa Rica ha premiado en mí, viajero humilde y silencioso, el amor y vigilancia con que los americanos, unos en el origen, en la esperanza y en el peligro, hemos de mantener a esta América nuestra, sorprendida en su cruenta gestación, en los instantes en que por sus propias puertas muda de lugar el mundo…” (…) "...no será Costa Rica, entre las naciones de América, la que llegue tarde a la cita de los mundos, harto próxima para no disponerse a ella, sin el desenvolvimiento y persona nacional indispensable para medirse en salvo con el progreso invasor. Ya han caído los muros y el hombre ha echado a andar. Quién no se junte a la cohorte le servirá de alfombra.”(*)

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), unida en su diversidad, volverá a clamar de manera enérgica por el cese del bloqueo económico y financiero impuesto injustamente a Cuba por Estados Unidos. La comunidad mundial hoy contempla en Nuestra América una realidad nueva: la del andar solidario y basado en el respeto mutuo; la del reconocimiento de lazos tangibles en intangibles que ancestralmente nos hermanan.

Hoy en la CELAC renace Martí a 162 años de su nacimiento. Vive y vibra con fuerza creciente en la diversidad de una América Latina y un Caribe convencidos de que la marcha unida es su impostergable derrotero.

(*) Monge Joaquín. 1942. José Martí en Costa Rica" Repertorio Americano. 39 (7): 97,98. Costa Rica.

Juan Valdés Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2014

Juan Valdés Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2014 Valdés Paz: “el pensamiento crítico tiene un futuro garantizado en Cuba”

Por Marianela González

12 Ene 2015

Si un periodista le demandara a Julio César Guanche: “en pocas líneas, cuáles son los aportes decisivos de Juan Valdés Paz a la historia intelectual de su país”, el joven intelectual respondería: “sus obras sobre la agricultura cubana y el sistema político revolucionario, al igual que su elaboración teórica sobre cómo la pequeña toalla utilizada por los negros y mulatos de su barrio para secarse el sudor es incomparablemente mejor que el pañuelo, y cómo ello constituye un aporte del pueblo de Pogollotti a la cultura nacional”. Así lo ha referido en su prólogo a El espacio y el límite. Ensayos sobre el sistema político cubano (Ruth Casa Editorial-ICIC Juan Marinello, 2009), la más completa recopilación de textos de Valdés Paz publicada hasta hoy en la Isla.

Él “hace en Cuba la función de un elegguᔠ–sigue Guanche– en un debate fundamental sobre el presente y el futuro de la nación: el Estado de Derecho en el socialismo. Para el jurado del Premio Nacional de Ciencias Sociales 2015, ha sido hora de que ese camino se abra.
“Es la oportunidad de compartir mucho más mis opiniones”

Consciente de que, en materia de “cambios”, una cosa es lo que ocurre en los estratos dirigentes y otra lo que se produce en la población, el escalpelo de Valdés Paz ha pulsado varias de las zonas críticas de la historia de la Cuba posrevolucionaria con la mirada puesta en las luces que dicho ejercicio puede arrojar sobre las actuales: “socialismo real”, procesos agrarios; esfera pública, civil e ideológico cultural; institucionalidad y sociedad civil; sistema político cubano y modelo económico; los debates sobre socialismo y mercado; la experiencia histórica de la Revolución; problemas de la América Latina y Centroamérica; el propio estado de las ciencias políticas en su país…

Un repaso profundo a su biografía lo descubre también, no obstante, como trabajador de tintorería y comercio, maestro, administrador de un ingenio, académico y docente. Investigador del Centro de Estudios sobre América hasta su cierre en 1971, y luego del Instituto de Historia de Cuba hasta 1999. Antes de jubilarse en el año 2000 ocupó cargos de dirección en la agricultura y luego pasó a engrosar la fecunda tradición de pensadores revolucionarios “por cuenta propia”. Desde una posición profundamente comprometida con su generación y las que le siguen, y con el proyecto social de la Revolución cubana, se le reconoce entre los heterodoxos activos del marxismo cubano.

De los menos “sonados”, diría yo –y por algo será. Pero profundamente estudiado y admirado por una más joven generación de pensadores críticos en la Isla.

“El Premio –dice a Cuba Contemporánea– ha sido una sorpresa, por un lado. Nunca es un honor lo suficientemente merecido. Uno piensa que hay colegas con suficientes méritos para ese reconocimiento. Por otro, es una satisfacción, pues con él se está reconociendo el trabajo de toda mi vida”.

Dicho esto, Valdés Paz sabe que “lo que resta es toda la parafernalia que acompaña los premios”, y sobre todo, “la oportunidad de compartir mucho más mis opiniones, propiciar los intercambios e incitar a un mayor conocimiento sobre lo que mi obra pueda aportar al campo de las ciencias sociales en Cuba”.

De la magnitud de ese aporte da cuenta esta conversación apurada, a solo horas de haberse conocido el fallo. Fuimos breves: él siempre lo es.

Recibe el Premio Nacional de Ciencias Sociales en un año que anuncia un punto de giro en la historia del país. Ante ese escenario, ¿cuál sería su “diagnóstico” sobre el estado de las ciencias sociales en Cuba? ¿Estarían lo suficientemente preparadas para asumir el acompañamiento crítico a los próximos años? ¿De qué modo articulan o no con el hacer político en el país?

–Mi apreciación es que tenemos un insuficiente desarrollo de las ciencias sociales en Cuba, en virtud de muchas circunstancias a lo largo de la historia del país y de la Revolución en general. Y es una situación que no hubiera sido del todo previsible, por cuanto la propuesta socialista concebía una conducción consciente de la sociedad y del desarrollo social, lo cual implicaba necesariamente el desarrollo de las ciencias sociales como insumo para la toma de decisiones que tienen que ver con ese desarrollo. De manera que lo primero es estar insatisfecho con el alcance y el rigor alcanzados.

Percibo que en las últimas décadas ha habido un mayor y acelerado desarrollo de las ciencias sociales, aunque por supuesto, eso llevaría un análisis por campo y especialidades. Para mi gusto, las ciencias políticas son las de un menor desarrollo relativo –diría, incluso, que mucho menor. Es un llamado de atención que querría hacer dentro de ese desarrollo y rigor problemáticos.

Por otra parte, no basta que haya un desarrollo de las ciencias sociales: también tienen que estar implementados en la sociedad los mecanismos para que sus resultados se conviertan en un conocimiento social, en un input de la toma de decisiones y los decisores, en un insumo de la construcción de la agenda social y política del país.

Hay muchas opiniones al respecto, pero llamo la atención sobre la necesidad del debate y el examen. Uno aprecia que, por unas u otras razones, que van desde limitaciones editoriales hasta su categorización “para uso del servicio”, una gran cantidad de investigaciones y resultados de estudios de las ciencias sociales o sesiones de debate quedan engavetados en los centros de estudio y no recorren los canales sociales. Es decir, si hiciéramos una representación cibernética de la sociedad, veríamos que hay grandes dificultades para que los mensajes provenientes de las ciencias sociales circulen.

¿Cuál sería el rol de una generación intelectual como la suya en ese “futuro”, y según su perspectiva, el de las generaciones más jóvenes, que están también activas?

–No soy muy propenso a facilitar la imagen de que hay generaciones angelicales. Cada una tiene sus desafíos y tiene que tratar de ver cómo los resuelve. Nunca la producción cultural e intelectual tiene, siguiendo a Allende, unas anchas alamedas para transitar. Siempre debe hacerlo con dificultades. En un caso como el nuestro, por razones relacionadas con el escenario histórico de la Revolución cubana, las condiciones de ese tránsito tienen que ver hasta con las políticas públicas en general y con las políticas para el sector de la cultura y de las ciencias sociales en particular: a veces estas políticas han favorecido este desarrollo, y otras lo han estorbado; y por debajo de las políticas, unos funcionarios pueden haber sido más proclives que otros a favorecerlo. E incluso, los propios científicos sociales pueden no haber sido capaces de persuadir a sus interlocutores sobre la necesidad de su trabajo y de socializar sus resultados. De modo que las condiciones en que el trabajo intelectual se produce es una responsabilidad compartida por todos los sectores.

Pero si hablamos de corte generacional, efectivamente, pertenezco a una generación que vivió, digamos, un período favorable a la heterodoxia de corrientes de pensamiento y debate en la esfera de la cultura y las ciencias sociales. Después atravesamos períodos más largamente ortodoxos y desde los 90 hemos vuelto a vivir un período crecientemente heterodoxo. Creo que estamos ahora en un momento histórico de mayor amplitud, debate, comprensión. La propia dirección del gobierno llama a la consulta, al debate, a criterios, aunque no todos los actores intermedios o intermediarios estén aplicando esas orientaciones. Por esa razón, siempre enfrentaremos dificultades.

¿Cómo valoraría o mediría las dimensiones del espacio público cubano ante un desafío como este, y junto con ello, el rol de la institucionalidad que interviene en la configuración y los alcances de ese espacio público: es decir, en que los mensajes provenientes de las ciencias sociales “circulen”?

–Ahí tenemos un problema: no parece que todos entendamos lo mismo por espacio público. En ese aspecto, se manifiesta una insuficiencia de las ciencias sociales cubanas. Recientemente se han dado algunas actividades sobre espacio público y esfera pública, pero al no haber discutido en nuestros propios términos lo que ello significa, hay interpretaciones con distinto colorido: unas más liberales, otras más dogmáticas, otras más estatistas. Y no están claras tampoco todas las tendencias, relacionadas con que lo que sea que definamos como espacio público sea más abierto o constreñido.

Efectivamente, solo cuando entendiéramos y le diéramos un lugar en el espacio social y político al espacio público, estaríamos en condiciones de discutir qué institucionalidad lo favorece y hace viable. Todo eso está en el terreno actual del examen y de los cambios. La institucionalidad que tenemos, obviamente estatista, centralizada, con excesivo peso de la burocracia, y lo que es peor, con una desviación tan grande de la norma institucional –digámoslo a lo bestia– no favorece al espacio público… cualquiera que sea su definición.

Me parece importante, no obstante, tomar nota de que todo lo que nosotros pospongamos examinar o debatir, se convierte en el cliché del “discurso enemigo”. Y eso vale para el tema espacio público, sociedad civil, democracia… de pronto, no los utilizamos lo suficientemente y comienza a aparecer como si fueran armas de la oposición antisistémica.

Se nos acerca un escenario importante. No me refiero solo al externo, que se desata con el cambio de la política de los Estados Unidos hacia Cuba, el establecimiento de relaciones diplomáticas o de una “normalización” que quiero todavía poner entre comillas. Me refiero a los escenarios internos que se derivan de los procesos y las reformas en curso y que ya están anunciados: hay una comisión que propondrá un nuevo modelo económico; una que trabaja en la propuesta de –cito– “los conceptos fundamentales del socialismo cubano”, y otra que trabajaría en una eventual reforma constitucional.

Esos tres macrotemas, por sí solos, van a generar un profundo debate. Ahí sí creo que vamos a tener una batalla de ideas. Será un momento privilegiado para que los científicos sociales cubanos lo enriquezcan, y que las propuestas y posiciones de uno y otro grupo sean lo más fundamentadas posible.

Me parece que, vistos los desafíos, las ciencias sociales y el pensamiento crítico tienen un futuro garantizado en Cuba.

Fuente: http://www.cubacontemporanea.com/noticias/12019-valdes-paz-el-pensamiento-critico-tiene-un-futuro-garantizado-en-cuba

56 ¡Y seguimos!

56 ¡Y seguimos! Recién estamos en los primeros días del 2015, estamos viviendo el año 57 de la Revolución Cubana. Desde aquel Primero de Enero de 1959 comenzamos a ser definitivamente un país libre y soberano. Con el júbilo de esta celebración la nación cubana puede resumir el año concluido como una gran jornada de 365 días de acontecimientos felices.

El 2014 Cuba lo estrenamos con una actividad internacional de primer orden al celebrar en La Habana la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); organización que en su diversidad agrupa a todas las naciones del hemisferio desde el sur del río Bravo hasta la Patagonia y todo el archipiélago caribeño.

La CELAC es un anticipo del sueño de Bolívar materializado en su génesis mediante la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), cuya primera década de existencia celebramos también con una cumbre en la capital de todos los cubanos durante el mes de diciembre.

Apenas una semana antes, nuestra ciudad capital, que arribó al aniversario 495 de su fundación, se convirtió en sede de la V Cumbre de la Comunidad del Caribe (CARICOM) otro mecanismo de integración regional. Igualmente la Asamblea General de Naciones Unidad votó mayoritariamente en contra del bloqueo económico impuesto unilateralmente a Cuba por parte de la administración estadounidense de John F. Kennedy.

En una Cumbre especial del ALBA-TCP, Cuba dio nuevamente el paso al frente enviando un contingente médico para luchar contra la epidemia del Ébola en África, patentizando una vez más su vocación humanista y solidaria sin que importen fronteras, ideologías ni riesgos.

El momento culminante llegó el 17 de diciembre cuando el Presidente Raúl Castro anunció el regreso de nuestros hermanos Gerardo, Ramón y Toni, quienes guardaban injusta prisión en cárceles estadounidenses. Aquel mediodía la felicidad se apoderó de los corazones de todo un pueblo que durante más de una década clamó por el regreso de sus hermanos.

Junto con aquel feliz anuncio nuestro Presidente informó la decisión de Estados Unidos y Cuba de restablecer las relaciones diplomáticas e iniciar un diálogo sobre aspectos de interés mutuo sobre la base del apego al respeto a la soberanía de ambos países.

Cierto que todavía permanece la ley genocida del bloqueo pese a la valentía y buena voluntad del Presidente Barak Obama, debido a que su derogación es prerrogativa del Congreso de los Estados Unidos. Es una lucha diplomática y moral a asumir tanto por el pueblo cubano, el actual ejecutivo estadounidense, las fuerzas sanas de la gran nación vecina y la presión internacional.

Como quiera que sea, hoy se vislumbra un camino para que la península de la Florida, punto más cercano a Cuba del territorio estadounidense se transforme en brazo amigo de nuestra amada Patria. Mucho podemos hacer a partir de una respetuosa amistad y colaboración por ambos pueblos y por toda la humanidad.

Además de las importantes victorias en el plano internacional, Cuba acepta los retos que en el orden interno reclaman el cumplimiento de todos los Lineamientos del VI Congreso del PCC, particularmente lo que concierne a la actualización de nuestro modelo económico, proyección que garantizará un Socialismo próspero y sostenible.

Tenemos ante nosotros una batalla económica interna que tiene como inevitable punto de partida un cambio de mentalidad. Es la única vía que, trazada por la dirección revolucionaria, dará solución definitiva a nuestras ineficiencias.

Urge el pensamiento creativo, despojado de estereotipos, esquemas y prejuicios para que en los próximos años logremos el florecimiento económico y el desarrollo, sin las inaceptables terapias de choque; sin dejar desamparado a un solo cubano o cubana; sin ceder un solo milímetro en las conquistas de la Revolución.

Desarrollo económico socialista y sostenibilidad son palabras de orden para este nuevo año. Ahora menos presionados en lo externo y con nuestros hermanos definitivamente de vuelta en casa, corresponde volcar todas las energías en la solución de nuestras deficiencias internas – objetivas y subjetivas – meta cardinal para que mediante el trabajo honrado y creador fomentemos el progreso,tanto como el bienestar material y espiritual que solamente el Socialismo puede darnos, como lo soñó Martí: "Con Todos y para el Bien de Todos".

56 años de Revolución ¡y seguimos!.

¡Adelante, Cuba, sigamos sumándole páginas gloriosas al libro de la historia!

El burocrático método de hacer negocios

El burocrático método de hacer negocios

Autor: Miguel Febles Hernández | febles@granma.cu

12 de diciembre de 2014

Tomo prestada para el título de este comentario una idea expresada por uno de los lectores de Granma en su versión digital, quien opina que, ante tantas desavenencias y desaguisados entre productores y comercializadores, pareciera que en el sistema de comercio de las mercancías el cliente es lo último que importa.

Al leer esto, alguien de inmediato se apuraría en responder: para eso están los contratos, para que se cumplan. Y tiene to­da la razón…, si ese instrumento esencial para la gestión eco­nó­mica no fuera asumido por no pocos empresarios como al­go formal, una especie de letra muerta bajo resguardo de los ar­chivos.

Cuando por razones de tipo profesional he tenido que adentrarme en el mundo de las relaciones contractuales entre entidades estatales, lo primero que salta a la vista es lo lejos que se está de asumirse una negociación en igualdad de condiciones, con total transparencia y sin imposiciones de una u otra parte.

Mientras las cosas marchan bien, nadie cuestiona nada. Todo transcurre sobre rieles, según lo dicta el nivel de relaciones interpersonales, de amistad o compadreo de los implicados, así los separen cientos de kilómetros entre una organización empresarial y otra o se subordinen a organismos totalmente diferentes.

Basta que “explote” algún imprevisto, consecuencia de una auditoría, una verificación fiscal o un reportaje periodístico, y se desata una avalancha de acusaciones mutuas, a todas luces para evadir responsabilidades y achacarle a la contraparte, sin el menor sentido de la ética, el peso total de la culpa por el desliz.

Entonces, solo entonces, es que se echa mano al contrato salvador, se buscan las cláusulas incumplidas, los acápites violados, los por cuantos transgredidos, y con una minuciosidad asombrosa, casi exquisita, se determina que, efectivamente, es el “otro” el que debe cargar con el pecado.

Otra arista del asunto es la interpretación que a la manera y conveniencia de cada cual se hace de los documentos rectores de determinada actividad, llámense decretos-leyes, re­so­lu­ciones ministeriales o reglamentos ra­males, como si alguien es­tuviera autorizado a violar lo legislado o a modificar sus propósitos.

Ello trae consigo controversias de todo tipo que desembocan en decisiones casi siempre de­sacertadas ante la existencia de faltantes en las cargas, la renuncia a servicios previamente con­tratados, la dilación excesiva en el pago de las facturas o la mala calidad de las mercancías.

Cuando se va a las causas de tales diferendos, bien pronto sa­len a relucir fenómenos relacionados con la incomunicación entre las partes involucradas, la no conciliación oportuna, el inadecuado empleo de los mecanismos de renegociación y evidentes muestras de paternalismo a la hora de enfrentar reclamaciones comerciales.

A la larga, de no lograrse el entendimiento esperado, queda entonces dirimir el problema en el ámbito jurídico, a través de demandas ante la Sala de lo Económico del Tribunal correspondiente, una práctica que tampoco es habitual en el sector empresarial para resolver sus litigios y discrepancias.

Son también, no dudarlo, brechas en el desempeño de las en­tidades estatales que, unido al deficiente control interno y a la falta de exigencia administrativa, propician la comisión de he­chos delictivos y actos de corrupción que contribuyen a pro­veer el mercado negro e incentivar la actividad económica ilícita.

Lo cierto es que, mientras se dilucidan conflictos como estos, en un ambiente donde nadie pretende ceder y sí defender a ultranza su parcela, casi siempre es el pueblo el afectado por los desaciertos, frutos de actitudes burocráticas bien distantes de los atributos que deben caracterizar a un empresario que se respete.

Disputas estas fácilmente evitables, si se ba­saran en el estricto respeto de lo acordado, el diálogo y la cooperación, sin violar las normas establecidas y, sobre todo, si por encima de cualquier intención o proyecto sectorial, empresarial o territorial se ponen, en primer lugar, los intereses supremos del país.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2014-12-12/el-burocratico-metodo-de-hacer-negocios

Vocación de luz, de cara al sol

Vocación de luz, de cara al sol El 17 de diciembre acaba de inscribirse como un día significativo para Cuba y por antonomasia para la humanidad. Una fecha que conmemora la desaparición física de Simón Bolívar, y representa un renacer del Libertador; un día venerado por la religiosidad popular cubana donde se cumplen promesas a San Lázaro, El Viejo o Babalú Ayé, de acuerdo con el credo de cada cubano. Por si pareciera poco, el Cumpleaños del primer pontífice latinoamericano, Su Santidad el Papa Francisco. Pero nadie esperaba que un día así marcase el fin de la prisión de tres jóvenes inocentes que sufrieron condenas tan injustas como prolongadas a causa de ponerse del lado del amor. Gerardo, Ramón y Antonio pertenecen a la estirpe de jóvenes revolucionarios por cuyas venas corre la misma sangre patriótica de nuestros mambises y de la Generación del Centenario.

El miércoles 17 de diciembre de 2014 vi entre mi familia y entre compañeros y amistades sonrisas de alegría, muestras de emoción; vi lo mismo en hombres y mujeres correr por sus mejillas lágrimas incontenibles porque finalmente tres jóvenes dignos se abrazaban con sus familiares más cercanos y con su familia cubana en un gesto de profundo cariño y reconocimiento por el deber cumplido. Escribo – y no albergo la menor duda – convencido de que las palabras nunca serán suficientes para describir tantas emociones.
Junto al regreso de nuestros valerosos y queridos hermanos, también recibimos la información en voz de nuestro Presidente el General de Ejército Raúl Castro, de la normalización de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, así como el levantamiento inicial de sanciones y el evidente y próximo fin del bloqueo impuesto injustamente a nuestro país por anteriores administraciones del gobierno estadounidense, apuntaladas más tarde por una minoría mezquina, aunque económicamente poderosa del exilio de Miami, cuya divisa ha sido el odio y el deseo de rendir a sus hermanos en esta isla heroica por el hambre y las carencias materiales.

El actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, dio muestras de una estatura y valentía políticas admirables. Tuvo la hidalguía de encarar la verdad y dar el paso justo y necesario para poner en marcha la normalización de relaciones entre dos países cercanos – con diferencias, cierto, nadie es igual a otro – capaces a partir de cada peculiaridad de aportarse uno al otro y de juntos, con fuerza y buena voluntad, aportar al mejoramiento de sus respectivos pueblos y de toda la humanidad.

Dejo a los historiadores, quienes de aquí a varias décadas, a la distancia, como se hacen los mejores balances, valorar el alcance de este acontecimiento sin la menor duda – dicho desde hoy – positivo, realista y edificante. Las nuevas generaciones, sobre todo nuestros nietos, deberán conocer en su momento esto que hoy es noticia y mañana será historia, y entender así el porqué de las luchas del pueblo cubano por su soberanía y por el respeto a su autodeterminación.

Hemos recorrido un camino glorioso del que sentimos sano orgullo; un camino muchas veces – la mayoría de ellas – regado con semillas de dificultades, muchas vencidas; un tan glorioso como no menos largo trayecto con necesidades materiales y angustias cotidianas debidas unas al bloqueo y otras a la desidia y el oportunismo de sectores que de modo mezquino han querido nutrirse de la generosidad de una Revolución grande y noble como es la nuestra. Únicamente la inteligencia y sabiduría de la más alta dirección de nuestra Revolución, encabezada por Fidel y Raúl, han podido sortear abismos, limar asperezas, mostrar el camino y la grandeza de este hermoso proyecto, y la utilidad de la virtud. Ellos son los artífices de la Cuba que empezó a vivir en plenitud soberana a partir del Primero de Enero de 1959, y lo son del futuro, sobrepasando la temporalidad humana. Que Cuba sea hoy una nación independiente se le debe al heroísmo de un pueblo que ha confiado en sus líderes máximos. La Patria del mañana, perfeccionada con un Socialismo próspero y sostenible, es también obra de la inteligencia y sabiduría de Fidel y Raúl.

Respecto a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos quedan varios temas pendientes a discutir, como lo expresara nuestro Presidente al mediodía del 17 de diciembre de 2014. El camino hoy es más viable, pero no por ello menos difícil. Ya con nuestros hermanos de regreso y liberados de la tirantez y hostilidad del gran vecino, llega la hora de mirar mejor hacia adentro, de mirarnos a nosotros mismos y dar solución definitiva a los lastres y desaciertos en el terreno económico; a la corrupción de una minoría de burócratas – y quienes no lo son – que pretenden enriquecerse en el lodazal de la ilegalidad. Llega el momento de con pensamiento profundo, sin improvisaciones, y al mismo tiempo valiente, profundizar en el perfeccionamiento socialista para contar con una base material autóctona e inagotable que dé solución a todas nuestras necesidades actuales y que al mismo tiempo mantenga y enriquezca el crecimiento espiritual de un pueblo que, por fuerza de agresiones y con ánimo viril, ha llevado con decoro la estrella de la dignidad, esa que al decir de Martí en su poema “Yugo y Estrella” ilumina y mata; por la que este pueblo ha ofrendado su vida en múltiples ocasiones por el bien patrio y el bien en otros confines de nuestro ancho mundo, incluso en el terreno de la salud, como es hoy la lucha contra el Ébola. Ha sido el precio pagado por ser libres y soberanos.

El cese del bloqueo no será una varita mágica que en un dos por tres ponga fin a los problemas que solamente nosotros con empeño debemos solucionar. Hoy más que nunca se precisa de laboriosidad, espíritu creador y constructivo en el quehacer cotidiano, en nuestras relaciones interpersonales, grupales y sociales, y un alerta permanente contra tendencias y oportunismos que nunca faltarán. Todo ello en firme cohesión junto a Fidel, Raúl y nuestro proyecto revolucionario de indiscutible proyección humanista.

Es hora de celebrar y también de aceptar el reto de emprender más trabajo creador, como fuente de un pensamiento profundo y sabio. Nuestra vocación es la luz, y la asumimos de cara al sol.

Nuestros Cinco Héroes: Todos libres y en casa

Nuestros Cinco Héroes: Todos libres y en casa A la inmensa mayoría de los cubanos y simpatizantes con Cuba, dentro y fuera de la Patria, se nos estremecieron de gozo nuestros corazones ante el anuncio de nuestro Presidente Raúl Castro, dando a conocer que los tres hermanos que todavía guardaban cautiverio en Estados Unidos ya están en la Patria. Felizmente ya están respirando nuestro propio oxígeno.

La liberación de Gerardo, Ramón y Tony es un acontecimiento que asume enorme significación. Es el fruto de quince años de esfuerzo por parte de la sociedad cubana y de instituciones y personalidades solidarias; es el resultado que demuestra cómo su encarcelamiento y condena fueron un hecho diametralmente injusto, al margen de la justicia en audiencias amañadas por los exiguos sectores reaccionarios anticubanos en el sur de la Florida.

El acontecimiento es una muestra de cómo la sensatez y el sentido común primaron por parte de la actual administración estadounidense, encabezada por Barack Obama. Es resultado de una continuada presión internacional a favor de cinco hombres, de entre los más dignos hijos de nuestra Patria, cuyo único “delito” fue evitar sabotajes en Cuba, evitar las pérdidas de vidas humanas e incluso salvaguardar las vidas de estadounidenses y personas de otras nacionalidades dentro y fuera de sus países de origen donde pudieron haber sido blancos del terrorismo que con odio grupúsculos miamenses todavía preconizan. Es justo mencionar la solidaridad latinoamericana, la colaboración del Papa Francisco y las facilidades brindadas por Canadá.

Este acontecimiento que hoy nos alegra y hace vibrar es también una lección para la historia. Tanto la liberación de nuestros hermanos, la decisión de restablecer relaciones diplomáticas con nuestro país; así como la soberana decisión de Cuba de excarcelar a dos exagentes de la CIA, uno de ellos por razones humanitarias y otros, demuestra cómo es posible un diálogo con Cuba en igualdad de condiciones respetando nuestra autodeterminación y soberanía. Ratifica la irrenunciable voluntad soberana del gobierno y pueblo cubanos y su disposición a abordar temas de mutuo interés para hallar la mejor forma de convivir respetando diferencias.

Recuerdo que hace muchos años Fidel expresó: Paz con Dignidad. Y así es, pues Cuba consecuente con sus principios y la mejor herencia de sus antepasados lo sostiene y mantiene.

Este 17 de diciembre de 2014 es un día importante para el mundo, es el punto de partida para un clima de buen entendimiento entre dos países cercanos geográficamente, que juntos pueden colaborar y cooperar tanto para beneficio de sus pueblos respectivos, como de toda la humanidad.

ALBA-TCP: Diez años de marcha unida

ALBA-TCP: Diez años de marcha unida Una década de exitosa vida cumplió la víspera la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), organización de integración latinoamericana y caribeña en pro de la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.

En la historia y surgimiento de esta organización, inicialmente conocida como Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, participaron directamente el inolvidable Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, y el Líder Histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.

El ALBA fue la respuesta soberana y firme a un nuevo tipo de atadura neocolonial diseñada en Washington conocida como Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), fracasada antes de materializarse, y cuyo fin no era sino un nuevo nombre para el decadente modelo de dominación implantado por los Estados Unidos contra la soberanía de los países latinoamericanos.

El ALCA era simplemente un nuevo nombre al empeño neocolonial de los Estados Unidos, un nuevo rostro de viejas políticas como la del Gran Garrote y la de "Buena Vecindad".

El ALBA-TCP, por su parte,personifica en viva realidad el ideal de Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’Higgins, y de todos los paladines independentistas latinoamericanos, así como el de José Martí, el más universal de los cubanos, quien proclamó a todos los confines su ideal latinoamericano y antimperialista, vocación explícita sin lugar a interpretaciones diferentes en la carta a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado; documento considerado como su Testamento Político.

Son miembros del ALBA-TCP países latinoamericanos y caribeños que incluyen el Caribe Anglófono; además de Venezuela y Cuba la integran Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Mancomunidad de Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y Las Granadinas y Santa Lucía. Otros países de la región participan en el ALBA-TCP como observadores o miembros aliados.

El ALBA-TCP va más allá de ser un acuerdo meramente económico, significa la voluntad política de integración regional, aún más en las actuales circunstancias de globalización y expansión del imperialismo y el capitalismo neoliberal.

En su constitución manifiesta claramente que "El ALBA, en tanto que alianza política estratégica tiene el propósito histórico fundamental de unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas".(1)

A petición del Presidente de Bolivia Evo Morales, el ALBA pasó a designarse con la sigla ALBA-TCP para que incluya y refleje el Tratado de Comercio de los Pueblos. Inicialmente el ALBA fue denominada Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, hasta que asumió el título de Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, a petición del eterno Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías.

Ya hemos arribado a la primera década del cumplimiento efectivo de los ideales y razones por los que lucharon Bolívar, San Martín, Bernardo O’Higgins, Eloy Alfaro, Miguel Hidalgo, Guadalupe Victoria, José Martí, el Comandante Hugo Chávez, nuestro invicto Fidel, y que hoy continúan Raúl, Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y el gran conglomerado de nuestros pueblos decididos a vivir en un mundo mejor con justicia social, desarrollo y soberanía.

Es ocasión de regocijo... "¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Río Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América Nueva!".(2)

(1) Disponible en: alianzabolivariana.org
(2) Nuestra América, José Martí, Publicado en El Partido Liberal, de México, el 30 de enero de 1891. Fuente: José Martí, Antología Mínima, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972.