Roberto Cantoral: Romántico, bohemio, sentimental
Roberto Cantoral ha muerto. Con su vida se cerró la última página del tal vez más romántico rosario musical que haya dado México durante el siglo XX. Conocimos la noticia el mismo día de su deceso, 7 de agosto de 2010, acaecida en su residencia de Toluca de Lerdo, capital del Estado de México. Ese día su corazón de 75 años se detuvo para siempre. México, Latinoamérica y el mundo entero le dicen adiós a uno de sus más prolíficos compositores quien deja tras de sí un legado que tradicionalmente, desde sus comienzos y hasta nuestros días, todo intérprete romántico – escasos ya, pero que aún quedan – sabiamente incluye en su repertorio.
Roberto Cantoral García compuso boleros tan descollantes como “La barca” y “El reloj”, concebidos ambos en 1956 y popularizados un año más tarde por el chileno Lucho Gatica. Anteriores y posteriores a estas composiciones son “Te perdono”, “Demasiado tarde”, “Noche no te vayas”, “Yo lo comprendo” y “Soy lo prohibido”. Con la balada “El triste”, hizo su debut triunfal José José en el 2º Festival Internacional de la Canción Latina, de 1970, premiada en Bulgaria en el Festival “Orfeo Negro”. Al año siguiente – 1971 – su pieza titulada “Yo no voy a la guerra” se alzó triunfadora en el Festival de la OTI, victoria repetida en 1973 con la canción “Quijote” en la edición de aquel año del mismo certamen.
Nació en Ciudad Madero, Estado de Tamaulipas, frente al golfo de México. Antes de consagrarse al bolero, alrededor de 1947 fundó junto con su hermano Antonio el grupo “Los Cuatreros” para cantar música ranchera. Pocos años después apareció su canción-huapango “El crucifijo de piedra”, del que Miguel Aceves Mejía hizo una grabación espectacular, y en 1955 vio la luz “El preso Número 9”, incluida en diversos repertorios. Cuando viajó a Ciudad de México formó parte del tío “Los Tres Caballeros”, acompañado de Chamín Correa y Leonel Gálvez, hasta que decidió su carrera como solista, pues además de un compositor genial, desarrolló sus dotes interpretativas, aunque menos reconocidas.
Mucho del mexicano Roberto Cantoral lo unió a Cuba: desde el éxito de sus creaciones, la enorme cantidad de amigos que en nuestro mundo artístico compartieron junto a él tertulias y escenarios, hasta idílicos romances que, una vez terminados, dejaron cifradas una amistad. En su país fue un incansable luchador por los derechos de la propiedad intelectual, llegando a presidir el Consejo Directivo de la Asociación de Autores y Compositores de México hasta el día de su deceso, a la cual perteneció desde hace más de medio siglo. Cinco veces fue nombrado también Presidente del Comité Iberoamericano de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, conocida por su sigla CISAC.
Fueron incontables los premios y reconocimientos de que fue acreedor dentro y fuera de su patria, todos merecidos por su vocación y entrega, tanto a la creación musical como a la defensa de los derechos de sus colegas.
El mundo del espectáculo, en particular dramatizado, también debe mucho a este ilustre tamaulipeco, quien musicalizó telenovelas memorables como “El derecho de nacer”, “Pacto de Amor” y otras. En octubre del 2008 la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión de México, en la celebración de su aniversario cincuenta, le otorgó el Premio “Antena”, que recibió de manos del Presidente mexicano Felipe Calderón. Distinciones tan relevantes le llegaron de diversos confines, de países como Argentina, Venezuela y Perú, sin dejar de incluir a Yugoslavia, Estados Unidos, Italia y Japón.
Como en la letra de “El reloj”, su canción más popular, Roberto Cantoral García, se fue para siempre; desaparece con su presencia física la persona de un artista romántico, bohemio y sentimental y, lo mismo que la letra de ese memorable Bolero, su presencia espiritual y musical se hará perpetua aunque siempre haya nuevos amaneceres.
0 comentarios